El VAR indulta a un mal Sevilla
Un controvertido penalti señalado por el árbitro, al final, permite a los de Nervión empatar al menos al Wolfsburgo, que le estaba superando en la segunda mitad.
Fue un Sevilla que se preveía lo más físico posible pero en cuyo once inicial incluyó Julen a dos artistas, Papu Gómez y Suso.
Dos pulpos en un garaje ante la intensidad del Wolfsburgo, ese conejito
de Duracell que a priori iba a propugnar un fútbol incansable, de ida y
vuelta, pero que pasó los primeros 45 minutos aculado atrás ante la mareante pero poco productiva posesión sevillista.
Rafa Mir coronó su barroca primera mitad con una innecesaria falta al
borde del área que el Wolfsburgo no supo convertir ni en media
oportunidad. Sólo el extremo suizo Steffen había inquietado algo a Bono, aunque sin ¡poner a prueba al portero marroquí.
Mientras, el Sevilla acumulaba balón pero se diluía en las pérdidas de
Ocampos y sobre todo de Suso, y también en dos ocasiones fallidas que ponen en duda la capacidad de Mir para servir de reemplazo fiable al lesionado En-Nesyri.
A los 22 minutos, el murciano parecía con ventaja para remachar una
contra perfecta de Papu-Ocampos-Acuña pero Lacroix se le adelantó al
remate. A la media hora, a dos metros de la línea de gol, el ariete
fracasaba en el control de un balón que más bien pedía darle a
la primera, con la izquierda. Incomprensible para un supuesto killer
como él.
No había sido tan fiero el lobo como lo pintaban pero lo dejó vivo el
Sevilla y nada más amanecer la segunda mitad enseñó los dientes con un
mordisco. Percutió Lukebakio, despejó mal Navas y Steffen, esta vez sí, acertó con la red (1-0, 47').
Corrigió o intentar corregir Lopetegui el asunto con un doble cambio
comprensible en los sustituidos pero con poco que entender en el dibujo
resultante, con Rakitic en tierra de nadie (no la suya, al menos) y Lamela de falso, imperceptible 9, enmarañado entre centrales y en una posición desconocida.
Quien antes estuvo más cerca del gol volvió a ser el Wolfsburgo, en una
contra bien llevada pero mal interpretada por el gigante Weghorst, que
chutó desviado cuando dos compañeros aguardaban el pase, desmarcados.
Minutos después, el propio Weghorst volvía a tener el segundo esta vez solo ante Bono, que metió un pie salvador, a lo Casillas.
Pedía el partido el delantero que no estaba sobre el campo y el entrenador del Sevilla volvió a sorprender, ya no tanto, al
meter al chaval Iván Romero sobre Munir, sobre el que sigue pesando un
ostracismo que pocos comprenden, ni siquiera dentro del club.
El propio Lopetegui corrigió la elección e introdujo al hispano-marroquí
en medio de la desesperación, aunque fuera para el cuarto de hora
final. Nada más salir, Munir provocó la falta de la primera ocasión
reseñable del Sevilla en la segunda mitad, un doble tiro dentro del área
que acabó alto y ayudó a meter en el área algo más al Wolfsburgo para ver si ocurría algo.
Y ocurrió: el seudopenalti, por plantillazo de Guivalogui a Lamela, lo
transformó Rakitic (1-1, 85') y hasta pudo ganar el Sevilla en la recta
final, con un balón de Papu que se estrelló en el palo. ¿Grandeza, suerte o injusticia?