El triunfo vino del futuro

Camavinga y Rodrygo fabricaron el gol que dio al Madrid una victoria muy sufrida. Courtois estuvo heroico en la primera mitad ante un Inter que fue de más a menos.

Luis Nieto
As
De repente se acabaron la alegría y los goles, pero no las victorias. En San Siro quedó un Madrid borroso, sometido a ratos, en manos de Courtois, obsesionado con no meter la pata, extremadamente conservador y que acabó ganando porque su portero estuvo milagroso en la primera mitad y porque se corrigió en la segunda. El banquillo, con asistencia de Camavinga y remate de Rodrygo, desenredó el partido. Lo mejor del duelo lo leerá en la clasificación, que le pone con cierta ventaja para acabar primero y evitar el segundo bombo, donde viven los caimanes.

No era cosa de Zidane, ni de Roberto Martínez, ni de una afición recelosa, ni de una parte de la prensa ensimismada con Vinicius, para el que suponía un tapón. Hazard remata y regatea la mitad que en el Chelsea y juega de blanco menos de uno de cada diez partidos completos. Es otro jugador y empieza a merecer otro trato. Ancelotti lo sentó en el partido más importante de este tramo de Champions para poner a Lucas Vázquez, un ejemplar jugador de compañía. Ya no cuelan ni las molestias propias ni la precaución ajena. El Madrid empieza a cansarse de esperar y sin él pisó San Siro ante un Inter afeitado por las ventas de Lukaku y Achraf a precio de megavatio hora.

Arreón interista

Sin embargo, el partido comenzó con ventarrón neroazzurro, obligado por su historia y por su público. Fue una apuesta por una presión exigente y una recuperación temprana, factor que siempre intimida al rival y más a equipos como el Madrid, que malviven sin la pelota. Quedó claro que Simone Inzaghi tenía un plan. El grupo de Ancelotti se encogió, entregó el campo ajeno sin acosar la salida de pelota y se vio en ciertos apuros ante Lautaro, uno de esos blancos móviles que escapan al radar de los centrales. Antes de los primeros veinte minutos cazó a medias un balón sobre la marcha que atrapó Courtois, le metió un pase de gol a Dzeko, cuyo disparo quedó frustrado por un pie del belga, y no supo colocar un cabezazo sencillo, sin enemigos en dos metros a la redonda. Para entonces Alaba jugaba de central y Nacho, de lateral izquierdo interino. Ancelotti se guardó a Miguel Gutiérrez, temeroso de que el escenario se le viniera encima. También superó a otros con la carrera casi hecha.

Fue el del primer tiempo un mal Madrid, cobardón, sin audacia, sin presión alta y sin más salidas a la contra que la zancada larga de Valverde. No hubo noticias de Vinicius ni de Benzema. Tampoco del fútbol absorbente de Modric, que ha sacado tantas veces de estas al Madrid. Fue el Madrid de Casemiro, con menos cascabeles de lo visto hasta ahora. Pasan los años y el Madrid no le encuentra repuesto, quizá porque en el club cuesta más gastar dinero en jugadores que borran que en jugadores que pintan. Al brasileño se le vino encima la paliza FIFA y pasó un mal rato.

Muralla belga

Con todo, pudo marcar el equipo blanco en un córner, rematado mal sin oposición por Militao. Fue un paréntesis en una embestida final del Inter, con remates de Lautaro, Brozovic y Barella con mucho picante. La acometida también desnudó a Alaba, que no nació central y no se sabe si de mayor querrá serlo. Le salvó que Lautaro es un rematador inconcluso. El Madrid celebró la venta de Lukaku con el mismo entusiasmo que el tesorero del Inter. E Inzaghi lamentó tener enfrente a Courtois, lo único que se mantuvo en pie en un Madrid ausente y doliente.

Como aquello era insostenible, el Madrid cambió el registro. Llevó su presión arriba, a la orden de Casemiro y con la colaboración general, y le quitó la pelota al Inter. Otro tiempo y otro partido, en el que los de Inzaghi no se embolsaron ya todos los duelos. Aún así, Courtois le quitó un gol hecho a Dzeko, que cabeceó a placer un córner. Con un golpe de reflejos metió sus manos el belga y tuvo la fortuna de que el rechace pilló a contrapié a Skriniar. Carvajal respondió al instante con el mismo resultado: Handanovic repelió su tiro a quemarropa.

La juventud decide

Para seguir dándole marcha al partido, Inazghi cambió a sus dos carrileros. Los que llegaron, Dumfries y Dimarco, tenían tanto recorrido como los que se fueron, pero la dinámica del encuentro ya era otra. Salió a escena Benzema, que pisa el territorio Balón de Oro, y reapareció Vinicius, que sin ser imparable ganó dos veces la línea de fondo, maniobra siempre inquietante.

Y es que el duelo había acabado por romperse por el lado más débil, el físico. El Inter no perdió el ímpetu pero sí el método. Al Madrid le costó volver, aunque amenazaba con Rodrygo, el primer cambio, y Vinicius, definitivamente desatado. El brasileño estuvo al borde del gol en un remate preciso que topó con la defensa del Inter por el camino. Al fin le ha salido la vena rematadora, fruto de la experiencia y no de ningún exorcismo. Skriniar le estropeó siempre el final.

Camavinga volvió a tener minutos. Ancelotti lo ve como un refuerzo de efecto inmediato, por delante de futbolistas hechos y derechos como Isco o Asensio. Cayó de pie. Recibió un gran balón de Valverde y se lo regaló a Rodrygo, que fusiló a Handanovic. El brasileño ya liquidó al Inter en Valdebebas el curso pasado. El plan de futuro empieza a ser presente.

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