El Gran Muro de Luz: el peligroso poder marítimo de China en Sudamérica
La flota pesquera de aguas distantes se lanzó en la década de 1980 y es parte clave del impulso geopolítico del régimen chino. Expertos y activistas denuncian el saqueo de los recursos y revelan que el paraíso de estas embarcaciones oscuras se localiza en el mar abierto alrededor del continente americano
“¡Bienvenido a la fiesta!”, exclama el tercer oficial Filippo Marini, mientras el espectáculo inunda el puente del barco e interrumpe su guardia nocturna.
Es la primera mirada de los conservacionistas de los océanos a la flota pesquera más grande del mundo: una armada de casi 300 navíos chinos que han navegado por la mitad del mundo para atraer al elusivo calamar de Humboldt desde las profundidades oscuras del océano Pacífico.
Mientras el hip hop italiano resuena por el puente, Marini garabatea frenéticamente en un papel la identificación electrónica de los 37 barcos pesqueros que aparecen como triángulos verdes en el radar del Ocean Warrior antes de que desaparezcan.
Inmediatamente detecta una serie de señales de alerta: dos de los barcos han entrado en modo ‘oscuro’, es decir, han apagado su dispositivo de seguimiento obligatorio que da la posición de un barco apagado. Otros más están transmitiendo dos números de radio diferentes, una señal de posible manipulación.
The Associated Press y Univision, la cadena de televisión en español, acompañaron al Ocean Warrior en un viaje de 18 días para observar de cerca, por primera vez, la distante flota pesquera china en altamar frente a Sudamérica.
El patrullaje de los conservacionistas fue motivado por la indignación internacional que se desató el verano pasado, cuando se descubrió a cientos de navíos chinos que pescaban calamares cerca de las lejanas islas Galápagos, el sitio considerado Patrimonio Mundial de la UNESCO que inspiró a Charles Darwin, naturalista del siglo XIX, y es el hogar de algunas de las especies marinas más amenazadas del mundo, desde tortugas gigantes hasta tiburones martillo.
El despliegue de China hacia esta remota extensión del océano Pacífico no es accidental. Décadas de sobrepesca han llevado cada vez más lejos de casa a su flota de ultramar, la más grande del mundo —oficialmente limitada a 3.000 barcos, pero posiblemente compuesta por miles más. Mantener una flota tan considerable en el mar, a veces durante años, es a la vez una hazaña técnica sólo posible gracias a miles de millones en subsidios estatales y una fuente de orgullo nacional similar a lo que fue el programa espacial de Estados Unidos para varias generaciones.
Beijing dice que tiene tolerancia cero para la pesca ilegal y señala acciones recientes como una moratoria temporal en la pesca en altamar como evidencia de su administración ambiental. Aquellos que ahora critican a China, incluido Estados Unidos y Europa, agotaron los océanos durante décadas.
Pero el enorme tamaño de la flota china y su reciente llegada hacia el continente americano ha despertado temores de que pueda agotar los recursos marinos. También existe la preocupación de que, en ausencia de controles efectivos, la pesca ilegal se disparará. La Guardia Costera de Estados Unidos declaró recientemente que la pesca ilegal había reemplazado a la piratería como la principal amenaza para la seguridad marítima.
Mientras tanto, los activistas buscan que se impongan restricciones en la pesca como parte de las negociaciones en curso para un Tratado de Altamar —el primero en la historia— que podría impulsar dramáticamente la cooperación internacional en aguas tradicionalmente sin ley que comprenden casi la mitad del planeta.
De los 30 barcos que la AP observó de cerca, 24 tienen un historial de acusaciones de abusos laborales, de haber sido declarados culpables por pescar ilegalmente o de mostrar señales de posibles violaciones a la ley marítima. En conjunto, todo esto muestra cómo el mar abierto alrededor del continente americano —donde Estados Unidos han dominado desde hace mucho tiempo y China ahora compite por influencia— se ha convertido en un imán para los peores infractores de la industria pesquera.
Específicamente, 16 barcos navegaron con sus transpondedores de seguridad apagados, transmitieron múltiples identificaciones electrónicas o enviaron información que no coincidía con su nombre o ubicación registrados —discrepancias que con frecuencia están asociadas con la pesca ilegal, aunque la AP no vio ninguna evidencia de que realizaran ninguna actividad irregular.
Seis barcos eran propiedad de empresas acusadas de mantener prácticas de trabajo forzado, incluido uno, el Chang Tai 802, cuya tripulación de Indonesia dijo que habían permanecido atrapados en el mar por años.
Otros nueve barcos enfrentan acusaciones de pesca ilegal en otras partes del mundo, mientras que el Ocean Ruby, un tanquero de combustible gigante que da servicio a la flota, es operado por la filial de una compañía que se sospecha vende combustible a Corea del Norte en violación de las sanciones de las Naciones Unidas. Otro, el Fu Yuan Yu 7880, es operado por una filial de una empresa que cotiza en el Nasdaq, Pingtan Marine Enterprise, a cuyos ejecutivos chinos se les revocó la visa estadounidense por presuntos vínculos con trata de personas.
“Beijing está exportando su problema de sobrepesca a Sudamérica”, dijo el capitán Peter Hammarstedt, director de campañas de Sea Shepherd, un grupo de conservación del océano con sede en los Países Bajos que opera nueve barcos bien equipados, incluido el Ocean Warrior.
“China es el principal responsable del saqueo de tiburones y atunes en Asia”, dijo Hammarstedt, quien organizó la campaña en altamar, llamada Operación Agua Lejana (Operation Distant Water), después de ver cómo los barcos chinos ilegales devastaban pueblos pesqueros pobres de África Occidental. “Con ese historial, ¿realmente se puede creer que manejarán esta nueva pesquería de manera responsable?”
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“El Viejo Oeste”
El rugido de los aparejos mecánicos al sacar la pesca de las profundidades del océano se escucha a cientos de metros de distancia antes de llegar al matadero flotante. El hedor también, ya que los calamares altamente agresivos lanzan la tinta de sus sacos en un esfuerzo final e inútil para evitar su inexorable destino.
Según todos los informes, el calamar de Humboldt, llamado así por la corriente rica en nutrientes que se encuentra en la costa suroeste de Sudamérica, es una de las especies marinas más abundantes. Algunos científicos creen que su número podría incluso estar en aumento a medida que los océanos se calientan y sus depredadores naturales, los tiburones y el atún, son pescados hasta la extinción.
Sin embargo, biólogos dicen que nunca habían enfrentado a una amenaza como el auge de la pesca industrial china frente a Sudamérica.
En la última década, el número de barcos con bandera china en el Pacífico sur ha aumentado casi 10 veces, de 54 barcos activos en 2009 a 557 en 2020, según la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur (South Pacific Regional Fisheries Management Organization, o SPRFMO, por sus siglas en inglés), un grupo intergubernamental de 15 miembros encargados de asegurar la conservación y pesca sostenible de las especies. Mientras tanto, el tamaño de su pesca ha aumentado de 70.000 toneladas en 2009 a 358.000.
La pesca se lleva a cabo casi exclusivamente por la noche, cuando cada barco enciende cientos de luces tan potentes como las de un estadio para atraer manadas de los veloces calamares. La concentración de luces es tan potente que puede verse desde el espacio en imágenes de satélite que muestran la enorme flota que brilla tan intensamente como las grandes ciudades a cientos de kilómetros de distancia en tierra firme.
“Realmente es como el Viejo Oeste allí fuera”, dijo Hammarstedt. “Nadie es responsable de la aplicación de la ley allí”.
Los expertos advierten que incluso una especie naturalmente abundante como el calamar es vulnerable a la sobrepesca. Aunque se desconoce cuántos calamares de Humboldt quedan, apuntan como motivo de preocupación a la desaparición previa de las poblaciones de calamares en Argentina, México y Japón.
“Si tiene un recurso natural vasto y es fácil tomarlo, entonces es fácil caer en la trampa de pensar que es ilimitado, que son como las estrellas en el cielo”, dijo William Gilly, biólogo marino de la Universidad de Stanford. “Si la humanidad se lo propone, no hay límite para el daño que podemos hacer”.
Gilly dijo que los calamares también son un barómetro clave de los ambientes marinos, una banda transportadora biológica que lleva energía desde el diminuto plancton que absorbe carbono hasta depredadores más longevos, como los tiburones y los atunes, y en última instancia, los seres humanos.
“Las personas que pescan calamares están felices”, dijo Daniel Pauly, un prominente biólogo marino que en la década de 1990 acuñó la frase “se pesca hacia abajo en la red trófica” para describir cómo especies previamente desdeñadas reemplazaban a peces más grandes en los platos. “Pero esto es parte de la degradación gradual del océano”.
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La flota “oscura”
Para docenas de barcos chinos, el viaje a las cálidas aguas ecuatoriales cerca de las islas Galápagos comenzó meses antes, en el lado opuesto de Sudamérica, donde cada verano Austral, entre noviembre y marzo, cientos de barcos calamareros con banderas extranjeras pescan cantidades incalculables de calamares de aleta corta en una de las más grandes zonas de pesca no reguladas del mundo.
El paraíso de los saqueadores se localiza entre la frontera marítima de Argentina y las Islas Malvinas, en una tierra de nadie donde las licencias de pesca, los límites de captura y la supervisión son inexistentes.
Entre noviembre de 2020 y mayo de 2021, un total de 523 barcos pesqueros, en su mayoría chinos —un 35% más que la temporada anterior—, fueron detectados apenas más allá del límite de la zona económica exclusiva de 200 millas náuticas de Argentina, según datos satelitales analizados por Windward, una empresa de inteligencia marítima.
De esa cantidad, el 42% tenía apagados sus transpondedores de seguridad obligatorios al menos una vez. Mientras tanto, 188 de esos mismos barcos aparecieron cerca de las islas Galápagos, incluidos 14 barcos chinos que se desconectaron en ambos océanos durante un promedio de 34 horas cada vez.
Es imposible saber qué hicieron los barcos mientras estaban en modo “oscuro”. Sin embargo, a veces los barcos apagan sus transpondedores para evitar ser detectados mientras realizan actividades ilícitas. A lo largo de los años, las autoridades argentinas han observado numerosos barcos chinos “oscuros” que pescan ilegalmente en sus aguas. En una ocasión incluso dispararon y hundieron un arrastrero que intentó embestir a su perseguidor cuando fue descubierto pescando cerca de una zona de reproducción de ballenas.