El campeón no se encuentra
Laguardia marcó para el Alavés y evitó que el Atlético marcara en otro mal partido. Sólo cuando entró Correa, la suplencia no se entiende, apretó. Desaparecidos Griezmann y Suárez.
Se escuchó pronto ese clic en Mendizorroza. El roce de la bota de Rioja golpeando el primer córner del partido, tenso y largo, el balón volando al segundo palo. Allí se agazapaba Laguardia. Allí se despistó Felipe. Allí se hizo la estatua Savic, que ha comenzado la temporada como el primo lejano de Savic. Laguardia le robó marca y cartera. Gol. Otro para la cuenta de Oblak. Y la sensación de que el portero sale cada vez con más miedo del cobijo de sus redes.
Y eso que durante cinco minutos pareció que encontraba el camino, que se acababan las imprecisiones, que hasta Griezmann parecía encajar. Se volcó el campo hacia Pacheco como un tobogán. Pero no llevó más peligro que un zapatazo de Llorente con el exterior que se fue un palmo fuera. Y ya. Calleja apretó su tela de araña y volvieron a enredarse en ella los rojiblancos como si al oído les silbara Robert Smith su Lullaby. The Spiderman is having u for dinner tonight... Sólo Kondogbia y Hermoso escapaban, otro día más, a la negrura de las primeras partes del Atleti, en el mediodía claro de Vitoria. Cero tiros a puerta, cero intentos de remate, cero balones filtrados. Suárez, en modo ahorro. Griezmann como mirando detrás de un cristal, encerrado en su cuadro de Hopper. Actuando poco, moviéndose apenas. Hay quien ha empezado ya a añorar a Morata.
Correa, con todo lo que le falta a Griezmann
La segunda parte comenzó para el Cholo en el 60’. Y eso que antes había acumulado dos uy con un disparo de Hermoso y una falta botada por De Paul buscando la cabeza de Kondogbia y Felipe que Laguardia sacó bajo palos. No asustó a Calleja, sin embargo, que ni se escondió ni dio paso atrás. Sus hombres siguieron como hasta el momento, tan bien plantados. Fue entonces cuando Simeone miró a su espalda y buscó a cuatro hombres en chándal que le cambiaran el cuadro. Dentro Correa, Cunha, Lodi y Herrera. Se lanzó el Atleti sobre el área de Pacheco como si fuese Marina d’Or, Ciudad de Vacaciones. Dirigía Correa, con todo lo que le falta a Griezmann. Chispa, desequilibrio, deshecha la tela de araña entre sus giros.
Rota ésta, el partido se aceleró. El Atleti se introducía en Zona Vrsaljko, en el campo los últimos quince minutos para llover con centros laterales sobre el rival. Pero de los cuatro delanteros del Cholo en la hierba sólo pinchaban dos (Cunha y Correa). El Alavés respondía a la contra y casi con uno más: Felipe, endeble como el candado de gusanito del meme. Pina desperdició una pelota franca para fusilar a Oblak desde el punto de penalti. Pero ni hacía falta. El campeón ya estaba muerto. Lleva varios partidos.