El bochornoso Brasil - Argentina: el señor de jeans, las falsas verdades, dos derrotas y la cruz de Messi

Costará tiempo saber por qué pasó lo que pasó en San Pablo este domingo infelizmente inolvidable para el fútbol mundial

Como suele ocurrir en episodios de tanta magnitud, solo el tiempo ayuda a encontrar la llave entre la maleza. En estas horas prevalecen las sospechas. ¿Hubo una interna entre Anvisa -el organismo de control sanitario de Brasil-, el Gobierno nacional y el estado de San Pablo que escaló hasta el césped del estadio de Corinthians? ¿Por qué la Anvisa, tan celosa en cuidar a la población brasileña de la pandemia, tomó una medida tan violenta? ¿No hubiera sido lógico que accionara el viernes a la mañana, cuando el chárter con los jugadores de la selección argentina aterrizó en el aeropuerto de Guarulhos y se verificó la procedencia británica de cuatro de los viajeros? Y si hubieran estado en la cancha los nueve futbolistas brasileños que juegan en la Premier League, ¿habría pasado lo mismo?

Neymar habla con sus compañeros mientras las autoridades sanitarias ya habían entrado en escena...Andre Penner - AP

Como sea, mientras el mundo se hacía una fiesta entre la incredulidad, la burla y el sarcasmo (“Eso en Europa no pasa”, no tardaron en aparecer los propaladores de falsas verdades), Brasil y Argentina perdían el mismo partido. Eso sí que es novedoso. No importará demasiado lo que se decida en los escritorios de la FIFA, motivo de concienzudos análisis de expertos en legislación deportiva a esta hora. Porque, al cabo, Brasil y Argentina marchan cómodos hacia la clasificación al Mundial de Qatar. Entonces, tres puntos más o menos no parecen cambiar su recorrido. Sí, en cambio, se perdieron la oportunidad de jugar uno de los partidos de selecciones más atractivos del planeta. De poner el fútbol por encima de las sospechas. Los colores tan característicos de uno y otro, el antecedente inmediato de una final tan grande, la presencia de Neymar y Messi, un campo de juego excelente. Todo invitaba. Hasta el horario era ideal: las 4 de la tarde un domingo, para que se vea por TV en Sudamérica… y en la cena europea.

En el terreno de la sospecha, ¿quién queda a salvo? ¿Por qué, si es real lo que argumenta Anvisa, los jugadores argentinos apuntados omitieron que habían estado en Inglaterra en los últimos 14 días? ¿Quizás porque la AFA era consciente de lo que marcaba la reglamentación local, más allá de las burbujas que Conmebol pactó desde que se resolvió que la pelota volviera a rodar en estas latitudes? Y los jugadores y el entrenador de Brasil, ¿se enteraron de bochorno mientras sucedía? ¿O estaban avisados de que algo así iba a pasar? ¿Por qué se quedaron en la cancha cuando ya no estaba ni el árbitro? ¿Para hacerle ver a la FIFA su voluntad de jugar como fuere?

Lautaro Martínez pelea por el balón con Danilo: una imagen de juego, toda una rareza del domingo

Lautaro Martínez pelea por el balón con Danilo: una imagen de juego, toda una rareza del domingoAlexandre Schneider - Getty Images South America

No se le está haciendo sencillo a Messi completar aunque sea un tiempo en el precioso estadio de Corinthians. El dato es tan curioso como real: dos años atrás, allí mismo, el capitán de la selección argentina fue eje de un escándalo que también dio la vuelta al mundo. Entonces, un par de pechazos con Gary Medel terminaron con los dos expulsados cuando iban 36 minutos de la primera etapa entre Argentina y Chile, en el partido que definía el tercer y cuarto puesto de la anterior Copa América. Esta vez, su rol fue secundario, claro. Ofició casi de espectador de una escena inverosímil, montada por otros y cuyas difusas responsabilidades tal vez se borren detrás de caras ignotas. Como la del señor del jeans y el papel enrollado. A él, justamente, Messi le dijo, portando una pechera de fotógrafo y ya sin camiseta, la frase más sensata de la tarde. “Hace tres días estamos acá, ¿esperaron a que empiece el partido para venir?”.

Messi, con el chaleco del fotógrafo de la AFA, y una sonrisa amarga

Messi, con el chaleco del fotógrafo de la AFA, y una sonrisa amarga

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