Cristiano sí que no perdona

El portugués tumba en el 95' a un gran Villarreal que se adelantó en Old Trafford y tuvo ocasiones para sentenciar. Telles había igualado el gol de Alcácer.

Alfredo Matilla
As
Qué equipo. Qué planteamiento. Y qué exhibición. Del minuto 1 al 94. En la última jugada, que es la que cuenta al final, Cristiano castigó con una dureza inusitada a un Villarreal que se había adelantado y que fue bastante mejor. Había dado un golpe en la mesa en Old Trafford hasta entonces con un partidazo en el que Emery se consagraba como el gran estratega que es, en el que Danjuma había encargado varias de sus primeras portadas en España y en el que Alcácer recordó a los que dudan que le quedan muchos goles de amarillo por meter. Pero la única acción en la que el Submarino flaqueó, con la bisoñez que a veces muestra Pau, se dejó los puntos, la sonrisa y buena parte de sus aspiraciones en el grupo. Cristiano no había hecho casi nada. Como tantas otras veces. Pero fue decisivo. Como siempre. 14 goles al Villarreal en 20 partidos.

Que el United y el Villarreal acumularan hasta la fecha cuatro empates sin goles en la historia de la Champions ya es curioso y difícil de entender analizando las plantillas con las que han contado. Que en su quinto careo, con pinta de final, llegaran al descanso sin marcar es directamente un fenómeno a estudiar. En los bares o en las universidades. El Submarino tuvo media docena de ocasiones para silenciar el teatro de los nervios, encarrilar un partido clave y, con un poco de tino, sentenciar. Varane, irreconocible, estuvo rodeado de suplentes superados. Como en las gélidas y primeras noches de Copa. Lindelöf, Telles y sobre todo Dalot tendrán pesadillas con las contras diseñadas por Emery. De Gea fue el gran culpable de que el United se mantuviera en pie y también de que Luis Enrique estuviera bien pegado a la tele.

La inteligencia del Villarreal para sacar estudiadamente el balón, mirando siempre a la espalda de los laterales, fue perfectamente exprimida por Danjuma. Si el nigeriano marcó en el Wanda y dejó boquiabierto al personal en el Bernabéu, esta vez dio un máster desde el costado izquierdo. A sus 24 años se graduó. Únicamente le faltó pausa en la definición (6’ y 10’) y le sobró un arquero con superpoderes. Alcácer también tuvo dos ocasiones al inicio de las que no suele fallar (17’ y 31’) y Yeremy una de esas que le hacen ser uno de los extremos del momento (45’). El United sólo se dejó ver de primeras con un par de tímidas apariciones de Cristiano y con un susto de Alberto Moreno a su portero. Bruno fue intermitente, Sancho se encogió ante un gigante como Foyth y Pogba volvió a jugar con el pecho hinchado y el catalejo averiado.

Emery fue atrevido en el empate provisional y en la victoria momentánea que había logrado Alcácer, nacida en las botas de Trigueros, que cogió vértigo en la galopada de Danjuma y que acabó en la red con uno de sus remates marca de la casa, con un desmarque incisivo al primer palo y una estocada milimétrica. El Submarino estaba dando una lección de personalidad y atrevimiento. Cuando a otros el cuerpo le pide reforzar el centro del campo, él prioriza amenazar con tres arriba. No tener a Gerard ni a Chukwueze en una cita de este calado hubiera hundido a cualquiera. O tener que sustituir a Alcácer con media hora por delante por los dichosos achaques y luego a Albiol. Pero este Villarreal no es que sólo tenga fondo de armario, es que no tiene ni una sola prenda con taras o parches. El United, que sorprendió sin Fred y con Sancho, mejoró en el regreso del descanso y, más que nada, cuando se vio otra vez en la Europa League. No era complicado. No ganaba a un español desde octubre de 2013. Y eso pesa. Como las tres derrotas en los últimos cuatro partidos han alargado el luto que comenzó en Polonia. Su empate a balón parado (60’), con una preciosa estrategia sacada por Bruno Fernandes y empalmada por Telles, le espoleó.

Sólo en ese tramo al Villarreal le entraron las dudas y tuvo que tirar de banquillo para equilibrar los desajustes. Era entendible. Empatar era vivir. Perder, agonizar. Optó por defenderse con balón para contrarrestar la mordiente de Cavani y aferrarse a los zarpazos de Danjuma y Dia, que tampoco es cojo, pese a que lo pareciese en una oportunidad de oro al final. Sobrevivió sin Albiol al amor propio y a las urgencias del United. Hasta el 94. Lo que era un puntazo, que bien pudieron ser tres, fue un guantazo para hundirle en un grupo que se ha puesto flamenco. El Atalanta es líder con cuatro puntos, el United resucita con este triunfo y da caza a la revelación suiza y el Submarino se ve como colista accidental, con una noticia buena de forma inminente (se la juega en las próximas dos jornadas frente al Young Boys) y con otra mala: lo que era una cenicienta, su próximo rival, se ha dejado crecer la barba y es una bestia.

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