Capitanes en el volcán
A los capitanes del Barça, leyendas en algunos casos del club (especialmente Piqué y Busquets), se les agradece, desde el staff del club al socio de a pie, el compromiso e incluso el esfuerzo de este verano, en el que han adaptado sus salarios a la realidad económica del club. También, su ascendencia en el vestuario para intentar dar equilibrio a un vestuario joven en el que tienen que ejercer liderazgo en este inicio del ciclo post-Messi. La buena relación de Piqué con Laporta, por ejemplo, facilita que al menos exista algún enlace con Ronald Koeman y que, entre todos, se intente hacer más llevadera esta dura transición.
Pero el peso de estos jugadores fuera del campo y su papel de estabilizadores para Koeman y Laporta choca con su rendimiento en el césped. Piqué ha emitido muy malas señales en principio de temporada. Ha empezado con problemas físicos, como ya terminó la temporada pasada. Y, en el campo, mete al equipo demasiado atrás para protegerse. Nada que ver con aquel jugador que llevaba la línea tan arriba y que le discutía carreras, alguna muy recordada, al mismísimo Cristiano. Piqué es ahora un jugador con tablas pero que juega demasiado cerca de Ter Stegen. Eso lastra al equipo. Busquets jugó una Eurocopa brillante. Aun en rodaje en el nuevo curso, o fruto del cansancio, tampoco ha empezado bien. Ni con el Barça ni con la Selección, con la que sufrió en los partidos contra Suecia o Kosovo. Jordi Alba también es perseguido por las lesiones y Sergi Roberto parece ya un caso perdido. La afición lo ha tomado como cabeza de turco y los días que le quedan en el Barça se antojan difíciles.
De momento, la situación podría no variar demasiado. Pese a los amagos de Koeman con Eric, Balde, Nico o Gavi, Piqué, Busquets y Alba parecen indiscutibles cuando estén sanos. Pero por más que la afición les respete por su viaje en el club todos estos años, el debate sobre la conveniencia de que sigan o no jugando, más cada vez que hay un partido exigente, está latente. Y no parece que vaya a parar.