Bienvenida a la francesa
El Madrid premia al público con una remontada y un partidazo ante un buen Celta. Triplete y exhibición de Benzema. Festival de Vinicius y Modric. Camavinga debuta y marca.
Todas las teorías evolutivas del fútbol (crecen en los últimos tiempos como setas en FIFA, UEFA, Liga, Federación, Superliga y lo que surja) arrojan una asombrosa conclusión: es imprescindible inundar aún más un calendario que anda ya con el agua al cuello. Todo hasta que salgamos a partido diario por equipo, que hará que los futbolistas mueran más ricos y más jóvenes. El viernes saltaron del avión (privado, gentileza de LaLiga) a Valdebebas Militao, Valverde, Casemiro y Vinicius tragándose el jet lag, la paliza en las piernas y el estrés de haberse echado durante una semana un país en la mochila. El sábado se pusieron al día por vía de apremio y ante el Celta alineó Ancelotti a los cuatro, indicio de que conforme uno se acerca al banquillo empeora mucho la situación.
El Celta golpea dos veces
También devolvió la titularidad a Hazard, incluso a costa de alterar el mapa ofensivo del equipo. La del belga es una terapia de insistencia, a la espera de que el tiempo haga su trabajo. Ayudó la vigesimocuarta lesión de Bale, que también forma parte, como la presencia de público o la apertura del Bernabéu, de la vuelta a la normalidad. La cohabitación Hazard-Vinicius reordenó al Madrid en un 4-2-3-1 en ataque, con Valverde a la derecha y el belga en la mediapunta. Sin la pelota, el diseño derivó en un 4-4-2, con ciertas obligaciones defensivas para Vinicius, y resultó una verbena.
Antes de averiguar si la cosa iba a funcionar, el Celta, ese equipo al que da gusto ver en el campo y no tanto en la tabla, ya estaba por delante. Un pase imprudente de Miguel Gutiérrez provocó la reacción en cadena: Casemiro y Nacho se enredaron, Militao no cerró y Santi Mina se apuntó el primer gol del reestreno del estadio. Y como volvió el público, se reabrió la sala de juicios: sonaron los primeros pitos en 18 meses. Pero el Celta comparte mucho con el Madrid: está hecho para atacar y defender le cambia el humor. Así que de inmediato se tragó tres ocasiones claras del anfitrión: Dituro sacó la primera y su ángel de la guarda las otras dos.
La genialidad de Cervi
Todo sucedió en torno a Vinicius, que corrige su defectos en la misma medida que se siente con más peso en el equipo. En un fútbol encomendado cada vez más al laboratorio aún hay sitio para lo imprevisible. Lanzado por el brasileño, el Madrid se echó sobre el partido, olvidando el accidente inicial, y apretó desde la ortodoxia: circulación rápida, empleo de ambas bandas, presencia en el área y hasta remate ante un Celta que defendía poco y mal. Si miran la alineación entenderán pronto que lo suyo no es la resistencia.
Así que aquella ficción aguantó poco. El Madrid se merendó la pelota y empató en un jugada de alta precisión: envío cruzado de Casemiro, centro sobre la marcha de Valverde y disparo también de primeras de Benzema. El remate tenía miga, pero el francés ha encontrado ya todas las maneras de llegar al gol. El Celta se deshacía porque Tapia quedó muy sólo para hacer guardia y porque venía hecho unos zorros del premundial peruano. Pero este Madrid que no mira hacia atrás le ofrecía siempre salidas a la contra. En una de ellas volvió a tomar ventaja con un gol extraño: iba para obra de arte y acabó en medio churro. Cervi metió un tacón de fantasía al centro de Mallo, la pelota dio en el palo y luego hizo justicia. Volvió al argentino para que la empujara a la red. Un buen Madrid se veía de nuevo por los suelos y le afectó. Al gol siguió un apagón blanco y del árbitro, que le perdonó una roja de manual a Murillo por cazar a Hazard. En esto el VAR es ejemplo de timidez.
El festival
El descanso fue curativo para el Madrid. Nada más regresar Benzema aplicó un cabezazo monumental a una buena rosca de Miguel Gutiérrez. Y de inmediato, puso a Vinicius en las barbas de Dituro, haciendo trizas la línea del Celta. El brasileño resolvió con una pericia insólita, para probar que con paciencia todo se aprende. Un gol que cambiaba el resultado, pero no el partido, que siguió fuera de sus cabales. Con la celebración de Vinicius en caliente, Courtois evitó el empate, en remate doble de Aspas y Solari.
Para entonces, ese partido hiperactivo ya pasaba por encima de Hazard y Ancelotti encontró el momento de hacer debutar a Camavinga, que no llega de Erasmus. En siete minutos ya había metido su primer gol al aprovechar un rechace de Dituro tras una jugada de Modric a la altura del partido. Lo festejó el francés pero el Bernabéu coreó al croata, el sueño eterno. Aún tuvo ocasiones el Celta, pero Benzema, en penalti cometido sobre Vinicius, agrandó la remontada. La pareja promete un año de bienes.