Al partido entre Brasil y Argentina lo “suspendió” Bolsonaro
Hay múltiples factores que permiten sostener que el encuentro fue interrumpido por una “orden superior”. La rapidez del juez para irse del terreno de juego y la llamativa ausencia de la policía
No es del caso especificar todas aquellas razones por las cuales un partido de fútbol se puede suspender ni bien se ha iniciado, pero reglamentariamente las más comunes giran alrededor del tumulto, la agresión entre actores, la invasión del público, la indisposición de alguno de los participantes, etcétera. Que un agente de un institución sanitaria federal de un país intente detener un encuentro de fútbol con una orden en el bolsillo vociferando su intención al cuarto árbitro y al propio referee del encuentro se inscribe en el primer hecho de tales características en la historia de este deporte.
Tal como se ha informado, estamos frente a una situación que las autoridades de Anvisa han considerado de incumplimiento sanitario por parte de los jugadores argentinos que actúan en Inglaterra. Esta podría ser una razón valedera, cuanto menos a considerar, si el procedimiento de tal circunstancia hubiese respondido a una mecánica discreta y austera. Por ejemplo, buscar mecanismos para que tales jugadores no sean incluidos en la planilla oficial o para que tuvieran conocimiento fehaciente que si así lo hicieran el encuentro no habría de comenzar.
En cambio, lo que consta es que tal advertencia o tales recaudos nunca se oficializaron para el conocimiento público y se esperó la consumación del más grande papelón del fútbol sudamericano de su historia.
Pero hay otras cuestiones de comportamiento irregular por parte de algunos protagonistas. Veamos:
1) el encuentro dio comienzo
2) un intruso hizo que el encuentro se suspendiera
3) frente a la discusión espontánea y hasta ciertos manoseos para expulsar a tal intruso no se advirtió la presencia de ningún policía en un medio donde la fuerza del orden suelen actuar rápida y rigurosamente
4) el árbitro Valenzuela -de Venezuela- fue de las primeras personas en abandonar el campo de juego mostrando una actitud contraria al comportamiento usual de sus colegas, quienes ante la presencia de personas ajenas al espectáculo recurren rápidamente a la policía y si ésta demorara en llegar realizan verdaderos esfuerzos para que el espectáculo continúe
5) cuando se producen estos hechos por lo general la máxima autoridad del partido se toma unos minutos de consulta a la autoridad superior, en este caso, el inspector de FIFA y,
6) los informes frente a partidos suspendidos demandan siempre un par de horas. En este caso, el informe del árbitro fue dado a conocer en doce minutos, lo que nos hace suponer que Valenzuela intuía o sabía aquello que habría de pasar.
Menudo problema habrá de presentársele al tribunal de disciplina de la FIFA, toda vez que no se puede dar por perdido el encuentro a ninguno de los dos equipos, pero deberá haber un resultado y ese resultado es el que surja de la continuación de este partido al que le faltan ochenta y cinco minutos. Y deberá ser pronto pues hay terceros damnificados que están compitiendo y que podrían depender del resultado para su clasificación a la ronda final del Mundial Qatar 22.
¿Por qué ésta es una cuestión política y, más precisamente de la mayor autoridad de un país, Jair Bolsonaro? Porque todos los factores (intruso, ausencia de policía, informe del árbitro) nos dan la pauta de que solo pudo consumarse cumpliendo el juez, los veedores y los inspectores una orden de una autoridad indudablemente superior. Es de tal manera como el gobierno de Brasil intentó demostrarle al mundo todo lo contrario de aquello de lo que se le viene acusando al presidente. De no haber sido así, se hubieran extremado los recursos para no ofrecerle al universo futbolístico semejante papelón.