Un golpe duro pero lógico para River en Brasil
Las falencias del Millonario quedaron en evidencia ante un rival que fue muy superior a lo largo de la serie. Vendrán tiempos de búsqueda del equipo, mientras se apuntan todos los cañones al torneo local.
Aquella premisa del DT no pretendía ser un eslogan ni un discurso motivacional para afrontar un desafío casi imposible, sino que estaba fundada en el verdadero convencimiento de que su plantel podía dar el presente en un contexto muy complicado y frente al último campeón de América.
Además de haber ganado esa Copa, el Millonario compitió a la par de los mejores del continente en las dos siguientes. Sin embargo, este miércoles quedó muy lejos de un Atlético Mineiro que lo superó al menos en 135 de los 180 minutos de la serie.
Las explicaciones son varias, pero la principal es que el equipo del Muñeco se encuentra en un proceso de reestructuración y está muy lejos del nivel de los máximos candidatos a ganar el certamen.
Cuando River viajó a San Pablo a intentar remontar el 0-3 con Palmeiras a comienzos de este año y se quedó en la puerta, sus puntas de lanza fueron Gonzalo Montiel, Enzo Pérez y Rafael Borré, tres futbolistas que esta vez faltaron en Belo Horizonte.
Para colmo, Ignacio Fernández partió para reforzar a un rival directo en la competición, lo que habla a las claras de la realidad del fútbol argentino con respecto al brasileño y su poderío económico.
Los huecos que dejaron las figuras que emigraron desde 2019 a esta parte fueron llenados por jugadores que hasta ese entonces eran de recambio o por otros que llegaron pero aún no tuvieron la continuidad para terminar de asentarse y mostrar sus mejores versiones.
A todas esas cuestiones se sumó que River debió jugar un partido incómodo en el Mineirao, con un esquema y una idea a la que no está acostumbrado. Sin volantes para generar juego (Nicolás De La Cruz llegó tocado desde lo físico y el entrenador optó por no incluir a otros desde el arranque), casi siempre se salteó el mediocampo y, con los dos laterales lanzados al ataque, sufrió mucho en el retroceso.
Es cierto que Boca presentó más batalla ante el mismo oponente, como también lo es que en el último tiempo se identificó mucho más con proteger el cero en su arco que con acercarse al ajeno y, al no tener que salir a buscar en la revancha, pudo jugar el encuentro que mejor le quedaba.
Los de Núñez, pese a la vuelta de timón, no pudieron abandonar su habitual libreto de búsqueda ofensiva asumiendo riesgos y por eso a la media hora volvieron a las fuentes, con el ingreso de José Paradela por Jonatan Maidana. Pero enseguida llegó el segundo cachetazo y ya no hubo más serie.
Lo que siguió fue una historia que ya parecía olvidada en la Libertadores, la de un River superado en todas las líneas y fuera de competencia mucho antes del final. Fue la primera vez en todo el ciclo que quedó eliminado del torneo por más de un gol de diferencia y la goleada podría haber sido más holgada si los de Cuca no hubieran sacado el pie del acelerador.
Tocará volver a las bases para encontrar un mejor funcionamiento con los actuales intérpretes y apostar a la Liga Profesional de Fútbol, la cuenta pendiente de Gallardo. Esta vez queda casi todo por jugarse y no habrá otros objetivos que desvíen el foco. El fixture -con todos los clásicos de local- también acompaña y Boca tuvo un comienzo flojo y corre desde atrás.
Ganar el campeonato podría ser, además, la llave para acceder a la Copa 2022. Para ese entonces, quizás River ya haya podido volver a encontrarse consigo mismo, con su identidad, y con un rendimiento individual y colectivo que lo ponga de nuevo a la altura de los más poderosos de Sudamérica.