SUPERCOPA | CHELSEA 1-VILLARREAL 1 (6-5) / Dos campeones y un ganador

El Villarreal cae en la Supercopa con honor en los penaltis. Ziyech había adelantado al Chelsea y Gerard igualó. Kepa, suplente, entró para la tanda y fue el héroe.


Alfredo Matilla
As
Faltó suerte y sobró mérito. El Villarreal pudo caer, como era lógico y le estaba permitido, ante el rey de Europa de mil maneras. Como hace nada lo hicieron entre otros titanes como el Atleti, Madrid o City. Pero, a diferencia de todos ellos, lo hizo por un pelo y haciendo tanto o más que él para ganar. Dos disparos a los palos, primero Alberto Moreno y después Gerard, negaron la gloria durante el tiempo reglamentario a un Submarino que plantó cara a una constelación. Después, se dejó la Supercopa en Belfast en otra tanda de penaltis, la segunda en 78 días, que tristemente tampoco olvidará fácilmente. Kepa, suplente, salió para reinar en la tanda.

El Villarreal, de salida, necesitó un cuarto de hora para hallarse en el partido. Después de una pretemporada tan accidentada, por las lesiones y el COVID, el once que puso Emery en el Windsor Park sólo se conocía telemáticamente por el grupo de WhatsApp. Al Chelsea, poco rodado y con agujetas en medio equipo, le bastó con tocar las cosas que le funcionaron a Tuchel la temporada pasada y rescatar a Marcos Alonso, un brillante carrilero al que han querido colocar en el Inter en la operación Lukaku y al que ahora va a ser complicado bajarle de este once.

Él solito agitó el partido. En su banda hizo un surco y tuvo a Yeremi como prisionero demasiado tiempo. Werner (6’) y Kanté (9’) habían avisado a quemarropa merced de la superioridad blue y a la querencia a ese costado, pero fue Ziyech quien pudo superar a Asenjo en el 27’. La triangulación que desniveló en principio el choque se originó en la mina encontrada en el sector izquierdo, en una jugada eléctrica en la que Gerard perdió un balón que no suele, en la que a Foyth le cogieron la espalda y en la que Werner engañó a toda la defensa yendo al primer palo.

El Villarreal era inferior en ese momento. Más en las sensaciones que en la posesión. Así que no le quedaba otra que sacar el paraguas o tirar de orgullo. Con Albiol y Trigueros al mando ya adivinarán lo que decidieron. El Submarino dio un paso al frente, igualó la intensidad, adelantó la presión y comenzó a robar esos balones que antes sólo observaba. Así cambió por completo el panorama. Y así llegó su primera ocasión (33’), con un balón al espacio de Foyth que Dia no supo aprovechar en el mano a mano. El Chelsea, tras un respiro necesario en agosto, volvió a acelerar en un plan que se ejecutaba a tirones y en un solo minuto casi sentencia. Asenjo sacó primero otra mano prodigiosa a Alonso. Y, después, Zouma despejó un caramelo de Ziyech. El último del delantero antes de tener que retirarse en camilla por un golpe que le hizo astillas. Sin continuidad y algo atropellado, el Villarreal siguió combatiendo, pudiendo empatar justo antes del descanso. Gerard, por fin a tono, puso un centro desde la derecha buscando la llegada al espacio de Alberto Moreno. Su volea, una delicia, aún tiene el larguero temblando.

El Chelsea, en otra estación del año, hubiera respondido con fiereza e incluso se habría exprimido pasando el rodillo. Pero dado su poco rodaje y el amor propio del Submarino, tocó y tocó para matar el tiempo y utilizó las diagonales más como desahogo que como amenaza. El Villarreal entendió que lo del rival sólo era fachada. No ha vuelto a la élite mundial para ser una comparsa. De hecho, mientras Emery se afanaba en el intermedio en exprimir la pizarra, la plantilla pareció recordar que la presión ya se agotó en la heroica noche de Gdansk, en mayo, donde no sólo se jugó su primera final, sino competir en la Champions o en la Conference League. Lo de esta vez era un disfrute. No había exigencias. El descaro es lo que le trajo a este careo con el Chelsea. Y ese arrojo es lo único que le podía volver a meter en el partido.

Por fin sacó el colmillo, en una segunda parte prodigiosa. Superó durante un buen rato a su rival y agitó de lo lindo a los 1.200 groguets desplazados. Ni otro palo le tumbó. Esta vez fue Gerard el que estrelló su meloso zurdazo en la madera. Mendy le había entregado un balón al escurrirse en el saque en largo, y el mismo portero le negó el gol al tocar decisivamente su disparo con los dedos. Pero Gerard no desperdicia así como así dos regalos. En el 73’ convirtió en oro una mala salida al tirar una pared con Dia que acabó en la escuadra. Su golazo trajo la prórroga, cuarta seguida en la final y séptima desde 2014. Y en ese escenario, a la heroica, este ejemplar equipo sonríe en vez de agonizar. Pulisic y Mount dieron dos sustos al personal en mitad de la sesión de estiramientos.Pero cómo está Asenjo. Los penaltis, después de la interminable tanda en Polonia, decidieron otra vez con Kepa como invitado sorpresa. Pasó de suplente al héroe. Esta vez la moneda salió cruz para el Villarreal. El portero español detuvo dos. El decisivo, a Albiol. Pena máxima. Orgullo infinito.

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