River se lanza al campeonato: con varias bajas, perdía, se recuperó y le ganó a Sarmiento en el último suspiro con el empuje de Enzo Pérez
En Junín, por la 9° fecha del campeonato, se impuso 2-1; el volante que también juega de defensor es la bandera de un equipo que no baja los brazos; el Millonario maquilló las ausencias con una dosis exacta de vergüenza deportiva
Ahora, River lanza una invitación: se lanza rumbo al campeonato, lo único que le falta al ciclo de Marcelo Gallardo. Quedó a dos puntos de Lanús y el domingo se cita con Independiente, otro de los animadores. Perdía, se recompuso y ganó. Un triunfo liberador.
Luego de la victoria sobre Aldosivi por 2 a 0, en el Monumental, River se presentó en Junín con un equipo de urgencia por las bajas causadas por la triple fecha FIFA de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Qatar 2022 y, además, por las múltiples lesiones.
Lo mejor del partido
El Millonario necesitaba la victoria para seguir cerca de los primeros puestos. Marcelo Gallardo no contó con el arquero Franco Armani, los defensores Paulo Díaz, Robert Rojas y David Martínez, el volante Nicolás De La Cruz (Uruguay) y el delantero Julián Álvarez (Argentina); además, están lesionados Jonatan Maidana, Javier Pinola, Fabrizio Angileri y Matías Suárez.
Más allá de las ausencias, River tiene intérpretes de prestigio para imponerse en cualquier escenario y cualquier tipo de adversidad. Lo demostró hace no demasiado tiempo: en la Copa Libertadores, Enzo Pérez se disfrazó de arquero, se calzó los guantes y el equipo millonario se impuso por 2 a 1 sobre Independiente Santa Fe. Tiene capacidad y alternativas, más allá de que cualquier equipo que pierde a piezas como Armani, Paulo Díaz, De la Cruz y Suárez, entre otros, brinda una enorme ventaja.
Pero este es un River dubitativo, sorpresivamente desorientado. Prueba de ello fue el gol de Sarmiento, a los 11 minutos del primer tiempo, en el que Bologna tuvo una responsabilidad mayúscula. Primero, Jonathan Torres descubrió una buena acción, luego, Alanís, con un remate dócil, abrió el marcador. La defensa de River miraba, a la distancia, más allá del insólito doble error del arquero. Primero, salió lejos, a destiempo. Luego, se quedó parado, más allá de que habrá pensado que Enzo Pérez podría haber despejado.
Al rato, un disparo de Enzo Fernández, con forma de centro, chocó contra un palo. Daba la sensación de que cualquier cosa podía suceder. De a ratos, era un desarrollo impropio de un torneo de primera del fútbol argentino, por las desconexiones, la fragilidad general.
Felipe Peña, de 20 años, fue la mayor novedad de River entre los titulares. Jugó atrás, al lado de Pérez y mostró cierto nerviosismo en los primeros minutos. Un tiro de Quiroga, un 10 picante, descubrió una buena atajada de Bologna, que fue superando la tensión de los primeros instantes, sobre todo, por la responsabilidad del gol.
El desarrollo se hizo de ida y vuelta. River prometía, Sarmiento insinuaba. Una buena acción colectiva de Casco derivó en un derechazo espectacular de Carrascal, alto, arriba, que selló el 1-1. En el comienzo de la segunda mitad, Felipe Salomoni, un lateral izquierdo de 18 años, entró por Alex Vigo y Casco pasó al otro extremo. Otra muestra irrefutable de que los jóvenes tomaron un mayor protagonismo en este tiempo en el conjunto de Núñez. Por necesidad, por urgencia.
En el tramo final, River pudo disponer de un penal (una falta ignorada a Romero) y un cabezazo de Girotti fue atajado por Vicentini. El equipo millonario avanzó con mayor decisión, tenía como premisa el protagonismo exclusivo. Más allá del error de Facundo Tello, River no tenía puntería, justeza en el último toque. Acostumbrado al protagonismo, iba. Una y otra vez.
Pero le costaba demasiado. A River el torneo local le representa un cuesta arriba imposible, como si escalar a la cumbre fuese una obra indescifrable. Antes, ahora. Con titulares, con suplentes. Compartiendo la ambición con la Libertadores o en exclusividad, como ahora. River se siente incómodo en el ámbito doméstico, toda una rareza si se espía lo mejor de su historia.
A diez minutos del cierre, Salvareschi fue expulsado, por acumulación de tarjetas. Entraron Rollheiser y Fontana, para darle otra frescura al ataque millonario, otra impronta. Carrascal resultó una de las salidas: el colombiano no termina de conectar su clase con el desequilibrio que el equipo precisa. Cuando avanza suele creerse que algo grande puede ocurrir. Cuando acaba la acción, se apaga, se enfría.
Hasta que en el desorden, pura confusión en el área de Sarmiento, Enzo Pérez tocó la pelota, que viajó a la red, despacito. Casi pidiendo permiso, River se lanza al campeonato, luego de que en la última jugada, Bologna evitó el empate, al sacar un cabezazo de Gondou.