Ramírez clave: con la pelota y en la presión de Boca

El volante, que hizo amonestar a cinco jugadores de River, tuvo un rol fundamental al tapar a Enzo Pérez. El análisis de Olé.

Vicente Muglia, Olé

River terminó el superclásico con seis futbolistas amonestados. Cinco de ellos fueron por culpa de Juan Ramírez. Sí. Enzo Pérez, Martínez, Montiel, Zuculini y Romero vieron la amarilla por bajar al volante de Boca cada vez que buscó encarar. Y la reiteración de faltas no fue un hecho casual. El ex San Lorenzo resultó una pieza clave por ese cambio de ritmo, tan característico suyo, que intentó darle a su equipo cada vez que entró en contacto con la pelota. Fue la principal arma de Boca en cada transición ofensiva.


Pero valorar sólo esa versión de Ramírez, con el balón en sus pies, sería detenerse sólo en una faceta del juego. Desde lo táctico, el volante fue tan o más importante cuando Boca no tuvo la posesión. River, sin ser un equipo con una aceitada estructura en la construcción del juego desde su propio arco, utiliza el recurso de salir jugando a partir de la buena conducción de su dupla central (Díaz-Martínez) y del criterio de su cinco más posicional (Enzo Pérez). Miguel Angel Russo fortaleció defensivamente a su equipo con una línea de cinco pero no se paró en un bloque bajo sino que buscó presionar y asfixiar a su rival en campo ajeno. Cuando sacaba Armani, entonces, Briasco iba sobre Díaz y Pavón sobre Martínez. Y para evitar el 3v2 que suele generar Enzo Pérez en cada partido, el DT mandó a Ramírez sobre el 5. El movimiento del volante de Boca, permanentemente de izquierda al centro, contrastó con el posicionamiento más recostado sobre la banda que había tenido en su debut ante Talleres, el domingo. Esta vez, la misión era neutralizar a Enzo.

Con mucha intensidad y un gran compromiso de su primera línea de presión formada por Briasco y Pavón, Boca le cortó los circuitos a River ya en su propio campo. Lo incomodó. Lo dejó partido al medio. Y mucho influyó esa buena presión que ejerció Ramírez en la zona del círculo central. Advíncula y Sández completaron ese buen pressing colectivo encimando a Angileri y a Montiel, respectivamente. Aunque si la pelota salía por una banda, el lateral opuesto a esa zona se cerraba para no dejar libre a Zuculini. Ese buen trabajo para neutralizar a River, vale mencionarlo, no lo pudo trasladar a situaciones claras de gol. Por tercer partido consecutivo (San Lorenzo y Talleres, los anteriores), Boca terminó los 90 minutos sin acertar un solo remate al arco.

Del medio hacia atrás, durante todo el primer tiempo especialmente, Boca estuvo bien parado. Zambrano-Izquierdoz-Rojo, los tres centrales, sobraban sobre Álvarez-Romero, la dupla ofensiva del Muñeco. Y el Pulpo y Rolón tomaban a Paradela y De La Cruz. El que quedaba libre, pero lejos del circuito de juego, era Zuculini, que no pudo aprovechar esa libertad debido a la posición cerrada que solía tomar uno de los dos laterales de Boca.

River buscó mucho el pase largo para saltear líneas de presión. Y justamente un envío de 60 metros de Armani desde su arco, a los 31', encontró por única vez mal parado atrás a Boca: 2v2 (Zambrano e Izquierdoz ante Álvarez y Romero). Braian se perdió el gol abajo del arco, en lo que fue la chance más clara de todo el partido.


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