¿Qué rasgos psicológicos y físicos diferencian a los atletas olímpicos del resto de los mortales?
Los mejores deportistas del mundo ahora congregados en los JJOO de Tokio no llegaron a donde están de casualidad. Infobae consultó a expertos para conocer qué se necesita para ser un número uno y aspirar a una medalla
La gimnasta de los Estados Unidos, Simone Biles, apuntada a ser la gran figura, viene de retirarse de la competencia por equipos en plena prueba y no defendió su título individual en gimnasia para preservar su salud mental. Su caso resonó en todo el mundo y puso sobre la mesa el tema de discusión.
Todo comenzó una vez que Biles completó la primera rotación del equipo de EEUU en la competencia que se llevó a cabo en el Centro Ariake de gimnasia este martes en Tokio. Tras una caída irregular, la cuenta oficial de Tokio informó que “estaba siendo atendida por un entrenador” y que había abandonado el lugar.
La gimnasta más laureada de la historia en Mundiales de la disciplina no realizó el calentamiento para el aparato de barra y le dejó su lugar a Jordan Chiles. Una vez que Simone volvió a escena, se la vio con la campera y el pantalón del Comité Olímpico de USA y se limitó a seguir atenta la performance de su equipo.
Cuando finalizó la competencia por equipos, que marcó el fin de la hegemonía de Estados Unidos en manos del conjunto de jóvenes rusas que compitió bajo la bandera del Comité Olímpico de su país, Biles se presentó ante los medios del mundo y fue contundente en su mensaje relacionado a su salud mental y los cuidados que necesita para volver a competir en Tokio.
Ahora bien, ¿cómo llegan física y mentalmente a rendir al máximo los atletas olímpicos? Infobae consultó a especialistas. Según Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), este interrogante se puede explorar a través del “biotipo”, concepto que define a las características físicas que presenta un atleta. “Los biotipos son una clasificación científica de la forma corporal. El genoma, o sea todos los genes, determinan el biotipo y, por lo tanto, la forma que tendrá el cuerpo desde el nacimiento hasta la edad adulta. Los biotipos no pueden cambiar a pesar del entrenamiento”, explicó a Infobae.
De acuerdo al experto, “los maratonistas y corredores de fondo son delgados, presentan una musculatura muy ligera, pecho plano, mentón hundido y masa corporal por debajo del promedio. No ganan peso, músculos, ni grasa con facilidad. Tienen un metabolismo acelerado y liberan el calor con facilidad. En los fondistas, predominan músculos con fibras musculares rojas de contracción lenta y muy resistentes. Pensar en Eliud Kipchoge resulta un buen ejemplo”.
“Los corredores velocistas son distintos: tienden a estar muy bien desarrollados en la parte superior de la espalda ya que este biotipo les ayuda a mantenerse en equilibrio respecto del suelo mientras hacen cortas carreras, zona lumbar con un buen arco, musculatura de buen desarrollo con predominio de fibras musculares blancas de contracción rápida, por ejemplo: Usain Bolt”, puntualizó Andersson.
El biotipo del basquetbolista se puede ejemplificar con el atleta Giannis Antetokounmpo que dispone de uno de los biotipos más perfectos para jugar este deporte: 2,11 metros de altura, 2,20 metros de envergadura y unas gigantescas manos de 27 centímetros. Por lo general, los nadadores son altos, con extremidades largas, flexibles, con hombros anchos y abdominales bien definidos. “Los nadadores deben tener laterales, hombros y espalda flexibles para realizar movimientos generales y necesarios para poder nadar rápido. Deben poder mover sus brazos por encima de los hombros por miles de metros. El biotipo de Michael Phelps cumple al pie de la letra con esta descripción”, apuntó. “Cada deporte tiene un biotipo morfológico ideal, pero esto no es lo único”, resaltó el neurólogo.
En diálogo con Infobae, la licenciada Cynthia Zaiatz, jefa de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros, aseveró: “El tópico de mayor estudio en esta área ha sido el de la comparación de los rasgos de personalidad entre deportistas de disciplinas individuales y colectivas y existe una diferencia bastante marcada entre aquellos que realizan deportes individuales y los que practican deporte en equipo. Por lo general, los deportistas que lo hacen en equipo suelen tener una personalidad más extrovertida, son más dependientes y ansiosos, mientras que los individuales tienen una gran tendencia a la introversión y a ‘echarse culpa’ si pierden ya que solo de ellos depende. Esto los lleva a tener una autoexigencia muy notable frente al jugador en equipo, que tiende a pensar que fue una derrota común”.
Para la psicóloga, “otro rasgo es la tendencia al perfeccionismo ya que existen las reacciones negativas ante la imperfección, el esfuerzo para la corrección durante el entrenamiento predice un alto rendimiento en la tarea, mientras las reacciones negativas ante la imperfección presagian un bajo rendimiento, sugiriendo, así, que el perfeccionismo no debería ser considerado como una característica negativa en los individuos”.
Los practicantes de deportes de contacto tienen características particulares. “Los practicantes de deportes de lucha se caracterizaron por ser mucho más extrovertidos en relación con otros deportistas. Asimismo, determinaron que los de lucha presentaban una mayor satisfacción con sus vidas frente a los deportistas de potencia de modalidad individual, que demostraban mayores niveles de neuroticismo comparados con los deportistas de resistencia y de tiro, y menores niveles de depresión que los deportistas de equipo y de resistencia”, detalló Zaiatz.
“En cuanto a los jugadores de hockey o rugby, se encontró que tienen rasgos característicos de la personalidad como la competitividad, la orientación de equipo, la autoconfianza y la disposición analítica, predictores significativos de su rendimiento deportivo, anunciando el desempeño con mayor certeza qué atributos comúnmente citados por los visores de talentos como son la estatura y el peso”, añadió.
El cerebro de un atleta
Andersson, experto en el área neurocognitiva, destacó: “Los cerebros de los deportistas de alto rendimiento también tienen algo en común: reportan mayor eficiencia a la hora de completar tareas de coordinación motora, pues sus cerebros se demoran menos tiempo en encontrar la mejor manera de hacerlo”.
“Los atletas de élite que desempeñan esfuerzos físicos extremos dentro del deporte cuentan con un área del cerebro que funciona un 82% más rápido que la media, según el último estudio llevado a cabo por un equipo de científicos del University College London (Reino Unido) y que recoge la revista Wednesday. En el test, los participantes realizaron una serie de tareas que requerían el uso de la corteza del lóbulo parietal del cerebro, una zona clave para entender la corporalidad y espacialidad que determina la velocidad de reacción.
Los resultados no dejaron lugar a dudas: la respuesta de todos los atletas olímpicos mostró ser muy superior al promedio. También se evaluó la respuesta bajo presión”, agregó. Estos gimnastas, en una tarea visual cronometrada donde había que identificar formas y patrones, los deportistas de élite fueron un 82% más rápidos. Cuanto más fatigados estaban, los deportistas mejoraron un 10% más en comparación con el grupo de control, que empeoraba hasta un 60% más.
En las pruebas de distracción, los atletas de élite fueron 3 veces más eficientes que los demás sujetos. O sea, tuvieron una concentración que triplicó al promedio.
Genética de un atleta
Los factores genéticos de un deportista de élite determinan ciertas capacidades que favorecen la práctica deportiva como: habilidades motoras, biotipo, ausencia de trastornos crónicos incompatibles con el deporte, y grado de predisposición a cierto tipo de lesiones. Hay genes que afectan la estructura muscular, la de los ligamentos y genes vinculados con la función cardiorrespiratoria. “Cuanto más favorable sea la genética, mejores serán los resultados obtenidos con el entrenamiento deportivo”, distinguió Andersson.
Los factores ambientales
Además de los genéticos, los factores ambientales también intervienen en la formación y preparación de un deportista de élite: Infancia y adolescencia adecuadas en salud y nutrición, haber practicado durante muchos años un entrenamiento correctamente diseñado y adecuado, haber contado con un entrenador profesional, que haya sido capaz de potenciar las capacidades del atleta, no haber presentado lesiones que hayan interferido en el rendimiento en momentos clave o hayan limitado la práctica deportiva.
Nutrición, factor clave
“Una dieta equilibrada es necesaria para todos, pero para los deportistas de alto rendimiento debe ser más precisa. Hay requerimientos específicos de micro y macronutrientes. El deportista tiene mayor consumo de vitaminas, minerales, oligoelementos, hidratos de carbono, grasas, proteínas, agua y calorías. Hay mayor necesidad de controlar la inflamación y de regenerar músculos y tejidos. Cualquier déficit va a traducirse en alteraciones en la calidad de vida de una persona, pero de manera mucho más acentuada en deportistas que llevan el cuerpo al límite de manera habitual”, destacó el neurocientífico.
Compromiso, motivación y esfuerzo
Un altísimo grado de compromiso es necesario. Hay que afrontar todos los desafíos y contratiempos que puedan surgir en la carrera del atleta. El compromiso con el deporte y el entrenamiento está vinculado a muchos factores como la diversión, la realización personal y el reconocimiento social, entre otros.
Cynthia Zaiatz, experta en salud mental, amplió: “En un estudio de Han, Kim y colaboradores, publicado en el Journal of Sports Science, los investigadores propusieron describir los rasgos del temperamento y de ansiedad de hombres deportistas provenientes de diferentes disciplinas, divididos en cuatro modalidades: resistencia (carrera de larga duración), combate (taekwondo, judo, ssireum), individuales (gimnasia, natación, lanzamientos) y equipo (fútbol, rugby, béisbol). Posteriormente, los sujetos fueron clasificados como ganadores si tuvieron la experiencia de disputar finales en torneos y como no ganadores si no habían llegado a esta fase de competición anteriormente”.
“Entre los resultados de mayor trascendencia, se evidenció que la tendencia a evitar el daño fue mayor en los atletas que en los no deportistas, mientras que no se encontraron diferencias en los otros temperamentos según los grupos. Tanto la ansiedad de estado como la de rasgo fueron mayores en los deportistas que en los no deportistas. Al comparar el estado de ansiedad entre las disciplinas deportivas, los taekwondistas fueron los que mostraron los mayores niveles entre todos los deportistas. La dependencia a los premios se correlacionó positivamente con el estado de ansiedad de los deportistas de combate. En todos los grupos, los ganadores mostraron menores rasgos y estados de ansiedad que los no ganadores”, destacó.
En referencia a las conclusiones de la investigación, sostuvo: “Además, la dependencia a los premios y la persistencia fue mayor en los ganadores que en los no ganadores. El predictor del grupo “ganador” fue el temperamento persistencia y la duración de la participación en el deporte según la información sociodemográfica. Para los deportes de combate, el predictor del grupo ganador fue la búsqueda de novedad y los bajos rasgos de ansiedad”.