Punto G: dónde está y cómo se estimula

Joanna Guillén Valera

El punto G es una de las zonas erógenas más importantes o quizá la más importante en la mujer. Su existencia, para muchos, está en duda, ya que la zona en la que se encuentra es de tan difícil acceso que no todas las mujeres han sentido placer con su estimulación o, como apunta Jesús Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, muchas mujeres no lo tienen. Según las últimas investigaciones, "no podemos asegurar que todas las mujeres lo tengan. Los estudios hasta el momento arrojan resultados que van de un 56% hasta el 100% de mujeres que sí lo tendrían”. 


Para Antonio Murillo, sexólogo, psicólogo, responsable del Grupo de Trabajo de Psicología, Sexología y Pareja de la Delegación de Córdoba del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental, existe en todas las mujeres “aunque todavía haya quien no lo crea. El punto G existe y siempre ha estado ahí, situado en la pared vaginal, a unos tres o cuatro centímetros de la entrada, desde la vulva, en la parte frontal de la vagina, esto es en la pared más cercana al clítoris”.

El punto G es “una pequeña estructura anatómica situada en la cara anterior distal de la vagina”, explica Rodríguez. Aunque los estudios histológicos “descartan la presencia de tejido eréctil o glandular, sí se establece la existencia de un ganglio nervioso como base anatómica del punto G”, añade Murillo.

Como apuntan ambos sexólogos, es una zona que da mucho placer “porque a través de él se estimula el clítoris y porque al estimularlo se activa una zona de la corteza sensorial del cerebro de la mujer, diferente a la que se activa al estimular el clítoris”, detalla Murillo. 

Su relación con el clítoris también tiene que ver con el aumento del placer, aunque todavía no está estudiado ni definido, tal y como indica Murillo. “Hay estudios que dicen que el punto G es la zona de la vagina a través de la cual se puede estimular la parte de atrás del clítoris, considerándolo parte del mismo. Sin embargo, en otros estudios se le considera una estructura independiente”. Lo que sí es cierto es que “ambas zonas están inervadas por ramificaciones del nervio pudendo”, señala Rodríguez.

Consejos para encontrarlo

La realidad es que la zona en la que está situado el punto G en el cuerpo de la mujer hace difícil el acceso a él, así como su estimulación, y esto hace que muchas de ellas crean que no existe o que no lo tienen. Además, como apunta Murillo, además, “se trata de una zona que se hincha al ser estimulada, presentándose como una pequeña protuberancia de tacto más o menos rugoso. Es por esto que si la mujer no está excitada o su punto G no es estimulado durante algunos segundos, puede que no experimente sensaciones especialmente placenteras y que no pueda distinguir ninguna zona especial en su vagina”.

Tal y como indica Rodríguez, la forma más sencilla de acceder a él “es con los dedos, con uno o con dos, en forma de gancho, introduciéndolos poco a poco en la vagina”. Para que el intento sea más exacto, indica que “la yema del dedo debe apuntar hacia arriba donde está el punto G”. Una vez dentro, su consejo es “mover la zona de las yemas de los dedos arriba y hacia abajo buscándolo a diferentes profundidades”.

De la misma opinión es Murillo: “Para descubrir dónde se encuentra el punto G es preferible hacerlo con los dedos, y una vez familiarizados con ello, se puede estimular con los dedos, con el pene, o con juguetes sexuales, que también los hay diseñados específicamente para esto”.

Para que una mujer localice su punto G, ella sola, “es conveniente que se encuentre excitada, para que su punto G se encuentre hinchado y sea más fácil de reconocer; sentada o recostada puede introducir los dedos índice y corazón en su vagina, unos tres o cuatro centímetros, y flexionar los dedos acariciando con cierta presión la pared vaginal más próxima a su clítoris, con un movimiento repetitivo”, indica Murillo. 

El consejo del sexólogo es “explorar buscando una zona algo hinchada y rugosa, y estimularla”. Es importante tener en cuenta que, en ocasiones, al empezar a presionar, “se pueden sentir ganas de orinar, unas ganas que se pasarán en unos segundos y es cuando comenzarán las sensaciones placenteras”.

Según el sexólogo, es importante tener cuidado en no “arañar con las uñas y en mantener la higiene, lavándose las manos antes de introducir los dedos en la vagina, o bien usar un preservativo en los dedos. También se puede usar lubricante si fuese necesario”, señala Murillo.

Como bien señalan ambos expertos, esta sería la forma más sencilla de encontrar y estimular el Punto G, pero, como “también se puede estimular con el pene” aunque “solo con posturas concretas”, explica Rodríguez. Así, la más habitual sería “cuando la mujer se coloca boca arriba, con sus piernas apoyadas en los hombros del hombre”. En esta postura, “lo ideal es que ella suba un poco la pelvis o se coloque una almohada debajo del culete para conseguir el ángulo correcto de penetración”. 

El punto G ¿es la zona más placentera?

Siempre se ha pensado que el punto G es la zona del placer por excelencia en la mujer pero ¿es cierto? Según indica Murillo, “el placer es una sensación subjetiva, por tanto, es difícil poder afirmar que el punto G sea la zona que más placer puede proporcionar ya que todo dependerá de cada mujer, de sus percepciones y de sus preferencias, aunque está demostrado que puede dar un placer muy intenso”. 

De la misma opinión es Rodríguez. “No podemos afirmar que sea la zona de más placer en la mujer, ya que a día de hoy sigue siendo el cerebro el órgano más importante cuando hablamos de sentir placer”.

Para el sexólogo, “no hay zonas más o menos sensibles en el cuerpo, ya que cada mujer, según su recorrido vital, sus experiencias, su genética y su anatomía, puede disfrutar más de la estimulación de una zona o de otra de su cuerpo en cada momento”.

Y es que existen muchas más zonas erógenas en la mujer. Entre ellas, destacan, “el clítoris, los labios menores, el introito vaginal (los primeros tres o cuatro centímetros de la vagina, desde la vulva)”, enumera Murillo. Otras zonas, menos habituales, serían “la estimulación de sus pechos y otras partes de su cuerpo, como el cuello, o incluso solo fantaseando, por lo que hay que recordar que el orgasmo se produce en el principal órgano sexual humano: el cerebro”.

El hombre y su punto P

Mucho se ha especulado sobre si el hombre tiene o no tiene punto G o una zona similar a la de la mujer. La respuesta es que sí, existe, pero se le denomina punto P. Se le llama así “porque anatómicamente se situaría en la próstata”, describe Rodriguez. “Cuando la glándula prostática es estimulada a través del ano a muchos hombres les produce un placer intenso y potencia su respuesta eyaculatoria y sensación orgásmica”.

Esto es así porque “la glándula prostática tiene como principal misión suministrar el fluido prostático o líquido seminal que se mezcla con los espermatozoides que vienen de los testículos, para que puedan sobrevivir y ser expulsados durante la eyaculación”, detalla Rodríguez. Además, “tiene un papel fundamental en la fase de emisión y expulsión del reflejo eyaculatorio y su estimulación directa via anal, puede en muchos casos potenciar esta respuesta eyaculatoria y la consecuente sensación orgásmica”.

Para estimular esta zona es importante, como el punto G, localizar la zona. “La próstata se encuentra debajo de la vejiga, junto al recto, por lo que la forma de estimularla consiste en introducir, por ejemplo un dedo, por el ano y acariciar la pared anterior del recto; debe notarse una estructura del tamaño de una nuez, ésa es la próstata”, detalla Murillo. Su consejo es “usar lubricante, puesto que el ano no dispone de lubricación natural, y lavar manos antes y después, o utilizar un preservativo”.

También puede estimularse con juguetes sexuales apropiados para su uso anal, “que deben tener una parte más ancha en el extremo que no se entra en el ano, para prevenir una extracción complicada si se produce una introducción completa”.

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