Nápoli superó al Genoa

El Nápoles batió al Genoa a domicilio gracias a una bonita rosca del exbético, no convocado para las próximas citas de la Roja, y a otro en el tramo final de Petagna.

Mirko Calemme
As
Segunda victoria en dos jornadas para el Nápoles, que tumbó a domicilio a un Genoa mucho más vivo y peligroso del que se vio ante el Inter la semana pasada. El triunfo de los sureños fue sufrido y llegó gracias también a Fabián, que respondió enseguida a su ausencia en la lista de Luis Enrique para los compromisos de septiembre.

Los azzurri jugaron bien en la primera parte y rozaron varias veces el 0-1 con Insigne, que estuvo muy activo y remató al poste. El tanto, sin embargo, llegó gracias al exbético, que, tras una finta, se sacó de la chistera una de sus imparables roscas. Es su especialidad de la casa: sus últimos siete goles en la Serie A llegaron todos desde fuera del área.

En la segunda parte, no obstante, Ballardini cambió su delantera y la experiencia de Pandev marcó la diferencia. Buksa, otro revulsivo, en el 54' chocó con el portero Meret, al que le escapó el balón en un pase largo, y el macedonio estuvo listo para empujarlo entre palos.

El 1-1 fue anulado, con la ayuda del VAR, debido a la falta sobre el guardameta, pero llegó de todos modos poco después, cuando Andrea Cambiaso aprovechó al primer toque un gran centro de Ghiglione. El italiano, 21 años, promete muy bien y celebró con emoción su primer gol en la Serie A.

En el tramo final, el Nápoles se volcó al ataque y logró el decisivo 1-2 gracias a un jugador que, como él mismo reconoció, ni debía estar allí: Andrea Petagna. El punta, que lleva varios días negociando su traspaso a la Sampdoria, empezó en el banquillo a pesar de la baja de Osimhen, pero entró en el 82' y dos minutos después cabeceó a la red con fuerza una falta de Mario Rui.

El punta abrazó a Spalletti y a saber si este gol, al final, cambiará su futuro. La certeza, ahora, es que los partenopei empezaban como querían, sumando seis puntos en dos jornadas. Después del parón ya tocará el examen más duro: al Maradona llegará una Juve herida y hambrienta.

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