Mineiro no sólo eliminó a River de la Copa Libertadores: le mostró que ya nada parece ser como era
Con un 3-0 en Belo Horizonte y un 4-0 en la serie, el conjunto brasileño expuso a un rival que está en transición; segunda marginación antes de las semifinales en el ciclo de siete años de Marcelo Gallardo.
A River le faltó todo. Eficacia ofensiva, solidez defensiva y esa llama sagrada que supo tener para mostrar temple y rebeldía en los momentos decisivos en el plano internacional. Contó con el corazón y las ganas de siempre, pero no encontró respuestas en un equipo diezmado. Y tanto la jerarquía individual para jugar como la abismal diferencia económica que hay entre los dos países para armar planteles quedaron muy expuestas. No hubo nada que hacer: ya no hay argentinos en los torneos internacionales.
Compacto de Mineiro 3 vs. River 0
Sin Gonzalo Montiel (vendido a Sevilla) y Enzo Pérez (suspendido), y sin Nicolás De La Cruz como titular (fue suplente por fatiga muscular), Gallardo debió armar el equipo en un contexto difícil. Eligió a Enzo Fernández como volante central y sorprendió con Jonatan Maidana como tercer defensor central, para armar un 3-4-1-2. Pero esa inesperada decisión no tuvo el efecto deseado. Y todo se desvaneció demasiado pronto.
El cambio fue tan radical que Paulo Díaz y David Martínez nunca habían integrado una línea de fondo con Maidana como último hombre. Y no hubo ni coordinación ni orden, y el planteo lo expuso por demás. River salió al borde de la cornisa a jugar en el Mineirão. Fue una propuesta a todo o nada: pegaba primero para dominar el partido o lo golpeaban y debía remontar una desventaja mayor. No parecía haber margen como para otra cosa en los instantes iniciales del período inicial, con llegadas constantes a los dos arcos. Y el desarrollo del juego lo confirmó. River fue lastimado y se autoflageló. Combo letal.
En tan sólo 20 minutos hubo al menos tres ocasiones por lado. Las tres primeras fueron de Mineiro, en un inicio furioso. Las tres siguientes fueron de River, que se topó con el arquero Éverson, figura absoluta. Cuando parecía comenzar a hacer pie en el partido, sufrió el cachetazo. El equipo brasileño hizo valer su prometedor presente y en 12 minutos destruyó el castillo de naipes millonario. Primero, Hulk hizo una gran maniobra individual para superar a Maidana y asistir con un gran centro a Matías Zaracho, que marcó el 1-0 con una pirueta fantástica. Luego, el propio Hulk aprovechó los huecos de la defensa y estampó el 2-0 con una definición de luxe: una emboquillada tras una gran habilitación de Jefferson Savarino en una salida rápida de Éverson.
Dos golpes de knock-out. Uno detrás de otro. En el medio, el propio arquero salvó el 1-1 en un contragolpe en el que Julián Álvarez no logró convertir y Gallardo movió las fichas en los instantes previos al segundo gol: sacó a Maidana y puso a José Paradela. Pero ya era tarde: el daño estaba hecho.
El equipo del Muñeco intentó un juego directo. Con escasas asociaciones en corto, adelantó a sus defensores centrales y sus laterales para lastimar con balones largos el arco. Con siete jugadores situados en campo ajeno, pensó algo similar a lo que hizo en enero frente a Palmeiras, cuando debía remontar un 3-0. La diferencia es que esta vez tenía que levantar sólo un 1-0 y que Mineiro no especuló. Aprovechó, dejó a sus delanteros para buscarlos siempre entre los centrales, hizo uso de su velocidad para defender y atacar y encontró esos amplios espacios que necesitaba por la constante exposición del equipo argentino.
En la segunda mitad, a los 16 minutos, Zaracho completó un doblete para establecer el 3-0 en otra desatención del fondo de un River totalmente desdibujado. Ya habían ingresado De La Cruz, por Bruno Zuculini, y Alex Vigo, por el lesionado Fabrizio Angileri, pero ni siquiera las modificaciones consiguieron torcer el rumbo de un partido, y una serie, que a River se le fueron muy pronto.
Mientras Mineiro se afianza como favorito y espera a Diego Costa para las semifinales, para River el mazazo es durísimo. No sólo es la primera caída en los cuartos de final en el ciclo Gallardo y la segunda vez que no logra avanzar a las semifinales en las últimas siete realizaciones del torneo. También es la prueba más cabal de que ya nada parece ser como antes.