La sabiduría de la multitud: cómo se formó el sitio de Internet que les “pone el precio” a los futbolistas del mundo
Suerte de “futbolpedia” del mercado, el portal alemán es tomado como referencia por clubes y representantes
Los jugadores negociados se acomodan en los lujosos asientos de cuero de los aviones privados para viajar de un club a otro, antes de firmar contratos por decenas de millones de dólares en suntuosas instalaciones de entrenamiento de última generación.
Sin embargo, muchas de las cifras que hacen girar ese mundo –las enormes sumas que van de mano en mano a cambio de un jugador, los honorarios debidos a un agente, el dinero que hará rico a un deportista– se remontan a un lugar muy alejado de todo ese glamour y esa riqueza: un edificio de oficinas poco llamativo en una tranquila calle suburbana de Hamburgo, Alemania.
Las cifras que allí se deciden son citadas regularmente, sin discusión, por los medios de comunicación. Las citan los presidentes de los clubes y los directores ejecutivos. Una investigación del sitio neerlandés Follow the Money (Seguir el Dinero) descubrió que varias entidades de Europa las utilizaban en sus informes financieros oficiales o en los folletos enviados a posibles inversores. Incluso han servido como base para procedimientos judiciales; en un caso reciente, casi un millón de dólares dependían de su exactitud.
Proceden del portal Transfermarkt, y el edificio de oficinas que éste ocupa puede parecer un mundo alejado de la imagen pública del sector al que se dedica. En realidad, está en el centro de éste.
Describir un sitio de internet es, invariablemente, subestimarlo. Reddit es sólo un lugar donde la gente habla de cosas. Instagram es donde sube fotos de sus desayunos. Pinterest es el lugar donde uno imaginas cómo sería su baño a su gusto.
Resumiendo, Transfermarkt es igualmente decepcionante: es un sitio donde la gente va a buscar, y a intercambiar, información sobre jugadores de fútbol. Parte de ella es básica: fechas de nacimiento, edades, clubes anteriores. Otra parte es un poco más avanzada: por ejemplo, qué posición ocupó Lionel Messi en cada uno de sus partidos en Barcelona en la temporada pasada, y en cuántos de los goles marcados por el nuevo equipo del rosarino, Paris Saint-Germain, participó Kylian Mbappé.
Y lo que es más impresionante, puede proporcionar ese mismo nivel de detalle para unos 840.000 de sus colegas profesionales de todo el mundo. Los datos de Transfermarkt se extienden desde las brillantes luces de la Premier League inglesa hasta la primera división de Mozambique. Van más allá de los jugadores, ya que ofrecen información sobre más de 100.000 directivos y entrenadores, ojeadores y agentes. Transfermarkt puede, en algunos casos, decir quién conduce el ómnibus de un equipo.
Para eso se diseñó el sitio: para ofrecer una fuente de conocimiento, un punto de referencia y, por medio de sus animados chats, un lugar de encuentro para una comunidad de individuos que tienen ideas afines. Pero no por eso se lo conoce ni se ha hecho famoso.
Asignar un valor específico a un futbolista es como capturar la belleza de un amanecer. El frenético negocio del deporte es, en palabras de Thomas Lintz, director general de Transfermarkt, un “mercado sin muchos de los factores clásicos del mercado”. Un jugador puede no tener precio para un club y no tener valor para otro. Los valores pueden subir o bajar según el capricho de un entrenador, un mal rendimiento y la aparición de un rival superior.
Sin embargo, Transfermarkt lleva años tratando de ofrecer una pauta de lo que cuesta cada jugador, desde Messi hasta Mozambique, mediante lo que denomina “valores de mercado”: una estimación del valor basada en el trabajo de cientos de voluntarios y filtrada por los 80 miembros del personal del sitio.
Es ese único detalle –lo que, en el fondo, no es más que una estimación de una valoración realizada por el público– lo que ha transformado a Transfermarkt de un único punto de luz en la gran constelación digital del fútbol en algo parecido a una estrella de la casa, lo que lo ha convertido, inexorablemente, de un sitio diseñado para reflejar el siempre bullicioso panorama de los traspasos de este deporte en uno que, ahora, lo define.
Comunidad
El viaje de Bremen a Hamburgo dura poco más de una hora. A principios de siglo, a Matthias Seidel le parecía mucho más lejos. Ejecutivo de publicidad y ferviente seguidor de Werder Bremen, su equipo local, Seidel se había trasladado a Hamburgo, la capital alemana de los medios de comunicación, por motivos de trabajo. Seguir la suerte de su querido Werder resultó casi imposible. Internet estaba aún en pañales como recurso informativo. La prensa de Hamburgo apenas contenía una mención a todos los cotilleos sobre fichajes que habían cubierto con tanta amplitud los periódicos de Bremen.
Seidel decidió encargarse él mismo del trabajo. Creó un sitio, inicialmente diseñado para seguir la pista a los jugadores a los que Werder quería fichar según los medios de comunicación locales o nacionales. Era rudimentario: introducía sus nombres en una hoja de cálculo, añadía los escasos datos que podía establecer y publicaba. Pronto se encontró con desconocidos que se ponían en contacto con él para señalar errores, sugiriendo que había etiquetado incorrectamente a los centrocampistas centrales como extremos, o señalando que ciertos jugadores habían celebrado recientemente sus cumpleaños. Empezó a publicar formularios de corrección, para que los usuarios pudieran enviar actualizaciones.
Los diez más cotizados para Transfermarkt
“Eran los primeros días de las comunidades de Internet”, dice Lintz. De a poco, y de manera orgánica, se formó una en torno a Transfermarkt, constituida en gran parte por aficionados que tenían gusto por los rumores y un vago interés por las estadísticas. “Los formularios de corrección fueron la clave”, explica Lintz. “Había que registrarse para enviar una corrección, que luego entraba en nuestro sistema. Los usuarios introducían muchas correcciones, y eran aceptadas”, especifica.
Seidel empezó a crear hojas de cálculo para otros equipos. Al cabo de un tiempo, decidió ramificarse, añadiendo registros disciplinarios y colores de los clubes a su sitio. Cuando quiso saber qué agentes representaban a qué jugadores, adquirió una pila de ejemplares de Kicker, la revista alemana de fútbol, y recorrió miles de páginas subrayando cada mención de un agente antes de introducirlo a su sistema.
El portal que creó, Transfermarkt, se convertiría en una piedra angular de la era digital del fútbol. Pero su origen como sitio de aficionados de Werder Bremen fue claramente analógico.
“En aquel momento, había sólo una pequeña comunidad interesada en el fútbol italiano, y únicamente la Serie A formaba parte de la base de datos”, explica Jatin Dietl, actual responsable del área de fútbol italiano del sitio, “pero fue suficiente para mantenerme allí. Era la mezcla de la base de datos, la comunidad y el hecho de formar parte de todo ello”.
Lintz identifica el Mundial de 2006, celebrado en Alemania, como el momento en el que la trayectoria constante de Transfermarkt pasó a ser exponencial. No tiene una explicación definitiva de por qué es así, pero parece una conjetura razonable que la gente en Alemania de repente buscaba información sobre jugadores que no había encontrado. A partir de entonces todo fue muy rápido. Un año después, el gigante editorial alemán Axel Springer compró una participación mayoritaria en el sitio. En 2009 empezó a ampliar su oferta, comenzando por los jugadores, equipos y ligas de Austria y Suiza –“no necesitábamos traducir nada”, dijo Lintz– y pasando luego a Inglaterra, Italia y Turquía, los mercados que proporcionaban la mayor parte del tráfico de Transfermarkt.
Más de una década después, cuenta con sitios en 22 países. Recientemente ha abierto dominios en Argentina, Malasia y México. Lintz cuenta ahora con 80 empleados, entre los que se encuentran no sólo los que actualizan la información sobre los jugadores y moderan los foros de discusión, sino también un equipo de periodistas. El número de “exploradores de datos”, los voluntarios que aportan información al sitio, se cuenta por centenares.
Su alcance también ha crecido. En un mes de este año, las distintas versiones de Transfermarkt atrajeron a 39.000.000 de usuarios únicos y 672.000.000 de páginas vistas, desde Azerbaiyán hasta Zimbabue. Y tiene alrededor de 680.000 usuarios registrados (aunque Lintz dijo que apenas unos 50.000 son considerados miembros activos, que aportan regularmente actualizaciones sobre los jugadores o comentan en los tablones de anuncios).
Para la mayoría de esos usuarios, la mezcla de estadísticas, comunidad y entusiasmo del sitio explica la metamorfosis de éste, que ha pasado de ser el proyecto de pasión de un aficionado alejado de su Werder Bremen a un negocio viable y millonario.
Sin embargo, lo que atrae a un subgrupo específico es algo más. Transfermarkt no es sólo una institución para un determinado grupo de aficionados, sino que además se ha convertido en parte del tejido del fútbol. “Todo el mundo tiene la aplicación en su teléfono: ojeadores, agentes, ejecutivos”, dijo un dirigente. “Y todo el mundo la tiene abierta”.
Su atractivo radica, en parte, en la información básica que ofrece: la duración del contrato de un jugador, su historial de lesiones (el sitio no tiene actualmente una base de datos para el fútbol femenino) y el nombre de su agente. Es una pieza rápida y sencilla de diligencia.
Pero lo que realmente interesa a los usuarios es la métrica que se ha convertido en la carta de presentación de Transfermarkt, lo que llama “valor de mercado”. Para el sitio y su personal, esa cifra es sólo una estimación del valor de un jugador. Sin embargo, para los que trabajan en el fútbol, es algo más concreto, más valioso: un hecho.
El valor es volátil
Dos veces por año –una antes de cada período de traspasos del fútbol europeo, en enero y en verano– el personal y los voluntarios de Transfermarkt inician el minucioso proceso de reevaluar el valor de transferencia de cada uno de los 800.000 futbolistas de la base de datos del sitio. Los usuarios discuten el valor de un jugador, sugiriendo que suba o baje, basándose en una serie de factores: buenas actuaciones, lesiones, el pase de un jugador similar por una tarifa más alta o más baja que la esperada y, por tanto, el desplazamiento del mercado. Algunos se adentran en la maleza.
“Alguien señalará que este jugador ha ganado un mayor porcentaje de duelos de cabeza que otro y que por lo cual debería valer un poco más”, dice Lintz. Los árbitros finales del valor tienen en cuenta sólo los argumentos que los respaldan: el director de zona de cada país y, finalmente, Christian Schwarz, que supervisa todos los valores del mercado en el sitio.
Pero aunque los argumentos son considerados, detallados e informados, y aunque las decisiones son comprobadas y cruzadas, el sistema es, en última instancia, humano. “No hay algoritmos ni hojas de cálculo”, apunta Lintz. “Es un enfoque cualitativo. Sopesamos los argumentos, nos reunimos con nuestros moderadores y encontramos un compromiso”.
El sistema ha ido perfeccionándose a lo largo de los años. “Es demasiado fácil decir que reunimos a muchos usuarios que nos dan sus opiniones y que, así de fácil, tenemos el valor de mercado perfecto”, observa Dietl. “Es la mezcla de las opiniones de los usuarios y nuestra experiencia lo que hace que las cifras sean tan buenas”, advierte.
Lintz y sus colegas se sienten orgullosos de la exactitud de sus conjeturas. Consideran que es una reivindicación y una validación de su enfoque de “sabiduría de la multitud” cuando un jugador de la vida real se mueve por una tarifa similar a su valor en el sitio.
Pero también saben que hay una razón para ello. Aunque Transfermarkt comenzó como un intento de reflejar el estado del mercado de fichajes –y en el fondo sigue siéndolo–, ha llegado a ejercer una gran influencia en él. El valor de un jugador en Transfermarkt no es visto dentro del deporte como una estimación, sino, efectivamente, como una etiqueta de precio: el punto de partida para las negociaciones de los intercambios en los que decenas de millones de dólares cambian de manos, un ancla digital para una tarifa del mundo real.
Los empleados de Transfermarkt afirman que a veces se ponen en contacto con ellos los clubes para corregir las tarifas –que a menudo no son hechas públicas– que han pagado por los futbolistas. Lo más frecuente es que se pongan en contacto agentes, familias e incluso los propios jugadores. “En las ligas inferiores, tener un buen perfil en Transfermarkt parece ser bastante importante para encontrar un buen club”, menciona Dietl. “Así que la gente se pone en contacto con nosotros para pedir datos que faltan o para añadir fotos”, agrega. La mayoría de las veces, sin embargo, sus “intenciones son claras”, expresa Tobias Blaseio, director de área del sitio para España: “Quieren influir en sus valores de mercado”.
Todo ello es testimonio de lo bueno que es Transfermarkt a la hora de estimar el valor de los jugadores. El problema es que quienes trabajan en el multimillonario negocio de los fichajes en el fútbol no siempre son tan racionales. Todo el mundo quiere saber lo que vale un jugador pero, en el fondo, ese valor es totalmente subjetivo. Y cambia casi todos los días, subido y abrochado por movimientos tectónicos que nadie puede controlar. En ese entorno, es natural que las personas cuyo trabajo se basa en encontrar –o establecer– el valor busquen alguna forma de amortiguar esa volatilidad, de identificar alguna señal en el ruido.
Transfermarkt no pretendía proporcionarla. Pero, como manifiesta Lintz, “mucha de la gente del fútbol no es profesional como los cirujanos”. También ellos se limitan a hacer sus mejores conjeturas. Y en ese entorno, es fácil confundir una estimación con un hecho, escuchar la sabiduría de la multitud e interpretarla como verdad.