Gilbert Levin, el ingeniero de la NASA que murió convencido de haber hallado vida en Marte: los científicos explican en qué pudo haberse equivocado
Levin lideró los experimentos de 1976 que detectaron presuntas señales de la respiración de microorganismos marcianos. Falleció a los 97 años el pasado 26 de julio. Dos astrobiólogos, una argentina del Conicet y otro español analizaron con Infobae su legado
“¿Cuál es la evidencia contra la posibilidad de vida en Marte? El hecho asombroso es que no la hay. Además, los estudios de laboratorio han demostrado que algunos microorganismos terrestres podrían sobrevivir y crecer en Marte”, escribió Levin en un ensayo para Scientific American en 2019. “Un jurado objetivo debería concluir, como yo hice, que encontramos vida en Marte”.
Levin, formado como ingeniero sanitario, había desarrollado métodos sensibles e innovadores para detectar la contaminación microbiana de aguas. Y eso lo llevó a participar de la misión de la NASA. Bautizó al experimento “Gulliver”, porque “intentaría buscar formas liliputienses de vida en una tierra remota”, recordó en una entrevista.
El experimento en cuestión, denominado LR (Labeled Released) o de “liberación marcada” tenía un concepto simple: las dos sondas Viking tomarían muestras de suelo marciano y la mezclarían con una gota de nutrientes diluidos que incluían isótopos de carbono radiactivo. Si hubiera formas de vida, deberían metabolizar el alimento y liberar el dióxido de carbono “marcado”, el cual sería detectado por sensores de material radiactivo.
Eso es lo que ocurrió. El 30 de julio de 1976, llegaron las primeras señales positivas del experimento, cuatro en total. “Las curvas de datos señalaron la detección de respiración microbiana en el Planeta Rojo. Las curvas de Marte fueron similares a las producidas por las pruebas en suelos en la Tierra. Parecía que habíamos respondido a esa pregunta fundamental”, evocó Levin en Scientific American.
Los investigadores también probaron ver qué pasaba si sometían a esas muestras a alta temperatura (para matar eventuales organismos) y repetían la medición. Como era de esperar, la señal desapareció.
En una de sus últimas entrevistas, publicada en mayo pasado en CNET, Levin recordó ese momento: “Estaba tan entusiasmado que mandé pedir un champán y un cigarro”. Su hijo Ron, doctor en Física que trabaja en el gigante aeroespacial Raytheon Technologies estaba con su padre en el momento del hallazgo, y tampoco abriga dudas: “Los criterios previos a la misión para la detección de vida fueron satisfechos. Papá encontró vida en suelo marciano”.
Sin embargo, cuando otro experimento casi simultáneo de la NASA no logró hallar rastros de materia orgánica en suelo marciano, los científicos concluyeron que, en realidad, era un “falso positivo”: una reacción química, problemas con la lectura o cualquier otro artificio que simulaba vida donde no podía haberla. El mismo Levin suscribió esa visión durante poco más de dos décadas, hasta que llegó a la convicción íntima de que, en realidad, no podía haber errores ni malosentendidos. Había pruebas de vida… pero ya nadie confiaba en ellas.
En sus últimos años, Levin abrazó un tono más conspirativo y manifestó estar convencido de que la NASA prefirió no admitir el resultado original ni mandar nuevas misiones para repetir el experimento (mejorado) porque podría poner en riesgo su proyecto de llevar humanos a Marte.
“El público no querría que los astronautas estuvieran expuestos a posibles patógenos o, peor aún, que los trajeran a la Tierra. Entonces, creo que la NASA ahora sabe que hay microorganismos en Marte, pero teme que se difunda la noticia, lo que podría ralentizar enormemente el proyecto”, opinó en 2019 en una entrevista para Interesting Engineering. El hecho de haber sido ingeniero y no físico, biólogo o miembro permanente del personal de la NASA quizás también afectó su poder de persuasión, creen algunos.
“Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”
Para la mayor parte de los científicos, los experimentos conducidos por Levin hace casi medio siglo tienen el valor de los esfuerzos pioneros, pero no aportan el nivel de evidencia que se requiere para apoyar una afirmación tan tamaña como la existencia de vida extraterrestre.
El astrobiólogo español Alberto González Fairén, investigador del Departamento de Astronomía de la Universidad Cornell, en Nueva York, Estados Unidos, explicó a Infobae que, para la época, el experimento LR era sin duda “un gran aporte” en los intentos de identificar vida en Marte. Y que, sobre el papel, parecía adecuado para detectar metabolismo y crecimiento en los cultivos de suelo marciano.
“Sin embargo, hoy sabemos que tenía al menos dos grandes problemas, derivados de un enorme geocentrismo. Por un lado, asumía que cualquier microorganismo marciano se activaría con la presencia de agua en abundancia. Pero en Marte no hay agua en la superficie, por lo que cualquier organismo que pudiera vivir en los primeros centímetros de suelo (de donde Viking tomó sus muestras) se habría adaptado a vivir con muy, muy, muy poca agua. Y agregarles agua de manera repentina lo que haría es matarlos, como demostramos hace poco con microorganismos adaptados a la sequedad extrema del desierto de Atacama”, explicó González Fairén, quien también es investigador en el Centro de Astrobiología de Madrid, España, que depende del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.
“Por otro lado, el experimento LR asumía que los microorganismos marcianos deberían ser capaces de metabolizar el mismo tipo de nutrientes que los terrestres, cuando en realidad los nutrientes aportados en la misión serían tóxicos para formas de vida con una bioquímica diferente”, añadió.
González Fairén precisó que los resultados de LR se podrían explicar por la presencia de microbios marcianos pero también por procesos estrictamente inorgánicos. “Si tenemos una explicación alternativa más sencilla, y además no hay ninguna otra prueba independiente de la existencia de vida, el argumento [de que la señal provino inequívocamente de formas de vida] es endeble. Una afirmación tan extraordinaria como que hay vida en Marte hoy requiere pruebas extraordinarias. Y LR no las aporta”, sentenció a este medio.
Ximena Abrevaya, investigadora del CONICET en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE) y directora del Núcleo Argentino de Investigación en Astrobiología, participó de varios proyectos de desarrollo de detectores de vida extraterrestre y consideró que, “los experimentos biológicos de la misión Viking fueron pioneros y por lo tanto muy relevantes para la búsqueda de vida, aunque con el conocimiento con el que contamos hoy día podemos pensar en algunas limitaciones y falencias” que podrían ser mejoradas.
“En el caso del experimento LR se cree que posibles reacciones no originadas por seres vivos pudieron crear reacciones que simulaban ser biológicas. No obstante, aunque proveyó información no concluyente, fue valioso. Hay que tener en cuenta que la ciencia no sólo construye conocimiento a partir de sus aciertos, sino también a partir de sus errores”, destacó Abrevaya a Infobae.
La científica también cree que habría que investigar más en la dirección de esos experimentos. Si bien el rover Perseverance de la misión MARS 2020 solo está actualmente buscando vestigios de vida pasada en el Planeta Rojo, “no se puede descartar completamente la presencia de vida actual, que podría vivir protegida de las inclementes condiciones de la superficie de Marte dentro de ciertas estructuras, algo sobre lo que, por ejemplo, investiga nuestro equipo de trabajo”, precisó Abrevaya a Infobae.
Los resultados del experimento de Levin han sido “ambiguos, no claramente definitivos”, señaló el diario The Washington Post uno de sus amigos, el físico teórico y escritor Paul Davies. “Pero claramente dejan abierta la posibilidad de vida en Marte”.