El mismo Karim, mejor compañía
Ancelotti regresa con buen pie gracias a dos goles del francés, uno de Nacho y otro de Vinicius. Por fin apareció la magia de Hazard. Bale y Alaba cumplieron.
Bale-Benzema-Hazard. La BBH. Cinco años atrás el trío habría parecido un ejército de ocupación. Hoy es un quién sabe, y sálvense el francés y el que pueda. Bale ha sido un témpano de lujo, con tantos desaires como goles. En los últimos tiempos abundaron los primeros y escasearon los segundos. Hazard es otra cosa. Primero llegó sin hambre (de gloria) y luego le dejaron sin tobillo. Y entre lo uno y lo otro se le han ido dos años. El fichaje que nadie hubiera discutido ha acabado siendo claro objeto de discusión. Ancelotti cree que ambos tienen una segunda vida útil y con ellos abrió su segundo ciclo en el Madrid. Con ellos, en una versión mejorada de la última que se les recuerda, y con Alaba de lateral izquierdo. Jugadores que atiendan a tantas ventanillas son el sueño de un técnico. También del club, que con él cerró su único fichaje hasta el momento.
El resto lo completaron los que hubieran puesto Zidane y el público si le hubieran preguntado a pie de estadio. Es lo que hay. De la docena de jóvenes que fichó Florentino previendo que el 'fair play' financiero iba a ser una broma sólo estuvieron en el once Militao y Valverde. Y a este le salvó la ausencia de Kroos. La mayoría sigue en el pelotón.
La pelea de Joselu
Tampoco en el Alavés se aprecian muchas reformas. Sólo un fichaje de salida (Manu García) y una cierta intención de cambiar los tambores por violines, pero el saque de centro acabó con un balón a la cabeza de Joselu, la medicina tradicional. En cualquier caso, mezclando la primera presión y una ordenada espera sostuvo el equilibrio de salida y mantuvo al Madrid lejos de Pacheco. Arriba, Joselu, en solitario, justificó el empeño del Sevilla en ficharle. Siempre dio una oportunidad a los suyos con su juego de espaldas. Su pelea con Nacho fue la salsa del choque. Edgar Méndez y Rioja tuvieron también cierto picante en las bandas.
En el Madrid han cambiado pocas cosas. Queda lo que inventa Modric (mucho) y el todocampismo de Benzema, jugador anfibio: constructor-filtrador-rematador. Fue insuficiente para agitar el partido. El Madrid se conformó, en la primera mitad, con disparos lejanos de Hazard, Benzema, Alaba y Bale. Poca cosa. El Alavés, con menos pelota, estuvo más cerca del gol, en un disparo con el exterior del pie de Pere Pons en las barbas de Courtois que se le fue alto.
El taconazo de Hazard
Equipo contra equipo, el Alavés no perdió estatura, pero la magia la trae de serie el Madrid y ahí ya no puede competir. Por un golpe de ingenio ajeno se vio por detrás en el marcador nada más comenzar el segundo tiempo. Centró raso Lucas Vázquez desde la derecha, se inventó un taconazo de fantasía Hazard y voleó imparablemente Benzema, el monogoleador. Todo en un segundo. Una obra de arte que pareció echar el telón al encuentro. A partir de ahí, diluvió sobre el Alavés. El 0-2 de Nacho, por primera vez jugador principal, en otra volea de anticipación, decidió la suerte del Alavés. Y empezó el recreo del Madrid. Se soltó Valverde, se gustó Hazard, hizo doblete Benzema.
Aquel festival lo interrumpió Militao con un error garrafal que obligó a Courtois a atropellar a Guidetti. Joselu transformó el penalti y le dio vidilla al choque. Ancelotti quiso acelerar el equipo con Rodrygo y Vinicius y Calleja apuró sus opciones de ataque con Pellistri, uno de esos traviesos de la Liga. Era tarde. El Madrid templó esa embestida y se disparó con Vinicius, autor de arrancadas excepcionales y un gol. Así huyó de las apreturas y culminó la goleada. Ancelotti ya sabe que el Benzema que dejó en el coro hoy ocupa casi toda la escena.