El juego de las diferencias: Estudiantes es puntero y San Lorenzo no detiene su caída en el Torneo 2021
PARA LA NACION
LA PLATA- El golpe que le propinó Estudiantes a San Lorenzo no debería sorprender. El 2-0, por los goles de Nicolás Pasquini y Matías Pellegrini, se condice con la realidad que atraviesa cada uno.
San Lorenzo no tiene paz. La crisis institucional repercute en la actualidad deportiva y el flojo presente futbolístico agrava los problemas que tiene el club. Un círculo vicioso que parece no tener fin. Con este escenario, en la cancha se da la lógica. El de Paolo Montero es un equipo confundido. Aturdido. Los jugadores parecen más lentos que sus rivales y el director técnico no le encuentra la vuelta al plantel.
Estudiantes, hoy, es la antítesis de San Lorenzo. Si hay algo que posee el Pincha, desde la llegada de Ricardo Zielinski, es paz. La institución logró finalizar su estadio y, tras un pésimo 2020 a nivel resultados, logró reponerse en lo deportivo. El club de La Plata parece gobernado por la armonía. Con este panorama, lo que sucede en el campo de juego resulta comprensible. Un conjunto decidido. Convencido. Los futbolistas lucen cómodos con la idea del entrenador y el DT estampó su impronta hace rato.
Si se consideran los contextos opuestos, lo ocurrido en el primer tiempo no debería llamar la atención. Mientras el Ciclón fabricó una acción ofensiva de riesgo moderado, Estudiantes generó cuatro situaciones nítidas. El local golpeó de entrada con un excelente remate de Pasquini desde afuera del área, tras un rechazo con los puños de Sebastián Torrico, y a partir de esa ventaja justificó el triunfo parcial.
Después de abrir el marcador, a los 10 minutos, el elenco del Ruso Zielinski construyó otras situaciones claras que no supo concretar. Si la etapa inicial finalizó con un solo tanto de diferencia, se debió a la falta de justeza de los atacantes albirrojos en los últimos metros. Desbordó muy bien Manuel Castro por la franja derecha, mandó el centro atrás y nadie llegó para empujar la pelota. Jaime Ayoví realizó una buena maniobra individual y luego definió mal. Francisco Apaolaza quedó mano a mano gracias a un gran pase de Fernando Zuqui y un preciso control personal, pero le pegó afuera.
El final de la primera parte representó una positiva noticia para San Lorenzo. Significó la posibilidad de reinventarse. De cambiar la actitud. Del otro lado, el Pincha se quedó con la sensación amarga de no haber podido extender la ventaja. Por lo producido, Estudiantes sentía que el 1-0 era un resultado corto.
La segunda etapa comenzó con idéntica dinámica a la primera. Un equipo activo, eléctrico. El otro estático, sin alma. El estatismo del Ciclón provocó que el conjunto de Zielinski no tuviese que esforzarse demasiado para encontrar nuevas grietas. Antes del cuarto de hora lo tuvo Juan Sánchez Miño, de frente al arco, y su remate se estrelló en el travesaño. Esa jugada (el balón pegó en el caño horizontal, la defensa visitante se quedó quieta y la volvió a agarrar el ejecutante) fue una síntesis del presente futbolístico de San Lorenzo. Un equipo inmóvil, paralizado.
Después de esa chance desperdiciada por el Pincha, el elenco de Montero –potenciado por los cambios– exhibió una leve evolución. Néstor Ortigoza permitió que la visita ganase un poco de tenencia y Ezequiel Cerutti aportó algo de explosión en ofensiva.
Ese progreso se tradujo en la primera posibilidad nítida de gol para el Ciclón. El inconveniente, para San Lorenzo, fue que el potente y direccionado disparo de Alexis Sabella chocó contra un elástico Mariano Andújar.
En el tramo final del encuentro, los dirigidos por Montero lo buscaron. Sin demasiada inventiva, es cierto, pero fueron para adelante. Estudiantes, por su parte, entró en la disyuntiva: cuidar la ventaja o mantener la postura que había tenido durante buena parte del partido. De repente, el trámite mutó por completo. El Ciclón se apoderó de la pelota y el Pincha se replegó.
A pesar de ese cambio en el juego, el local generó tres nuevas situaciones. Primero tapó Torrico, luego al arquero lo salvó el travesaño y finalmente, a los 48, llegó el 2-0, de contraataque: desborde de Apaolaza por la banda derecha, pase al medio y toque suave del ingresado Pellegrini.
Resultó el juego de las diferencias. San Lorenzo no tiene paz y no encuentra la salida de su propio laberinto. Estudiantes, en cambio, tiene la tranquilidad que le falta al Ciclón y es uno de los punteros.