El día después: todos los interrogantes que despertó la eliminación de River en la Copa Libertadores ante Atlético Mineiro
A fin de año habrá cambio de dirigentes y, como nunca, la continuidad de Gallardo está en duda; la renovación del plantel y las deudas que todavía el club debe pagar, obstáculos a la hora de soñar con un equipo más competitivo
Hoy la única certeza es que River tendrá que apostar todas fichas a ganar el Torneo 2021 de la Liga Profesional, romper con el estigma de los torneos locales en el ciclo Gallardo y demostrar que tiene el mejor plantel del fútbol argentino. Ya no habrá doble o triple competencia y, por primera vez en más de siete años, el cuerpo técnico podrá enfocar de lleno el trabajo en la liga doméstica, esa vieja cuenta pendiente. Quedan 19 de 25 fechas y a eso se aferrará el grupo a partir de hoy cuando retome los entrenamientos para mirar hacia adelante sin pensar tanto en lo que vendrá. El foco es claro y la autocrítica también: puertas para adentro y para afuera se reconoce que no se encontraron respuestas en un momento crítico y que ahora el objetivo será volver a ser confiable y seguro desde el juego.
La eliminación ante Mineiro
Mientras tanto, en el mundo River se sostienen otras dudas sobre lo que vendrá. En lo inmediato, la mirada está puesta en el mercado que todavía no terminó, ya que la sangría puede ser mayor. En menos de dos años se fueron Exequiel Palacios, Juan Fernando Quintero, Ignacio Scocco, Lucas Martínez Quarta, Lucas Pratto, Ignacio Fernández y Santiago Sosa. Hace unas semanas partieron Rafael Borré y Gonzalo Montiel. Y este mes podrían sumarse Fabrizio Angileri, Nicolás De La Cruz, Julián Álvarez o Jorge Carrascal. Hace tiempo son candidatos a emigrar y siguen sonando en diversos clubes del exterior. En Núñez hoy no hay ofertas o propuestas vigentes, pero, hasta fines de agosto, cuando se cierre el libro en el fútbol europeo, no habrá tranquilidad.
A fin de año aparecen las elecciones presidenciales que marcarán el final del segundo y último mandato de Rodolfo D’Onofrio y la casi segura continuidad del oficialismo con Jorge Brito, Matías Patanian e Ignacio Villarroel como cabezas de lista. Y ese punto se une con el futuro del entrenador: en la intimidad de la dirigencia se mantiene una alta expectativa de que Gallardo opte por continuar y ya está en agenda el ofrecimiento de una renovación por dos años. Pese al deseo, todavía no hay una postura tomada por el entrenador, que siempre hace su evaluación al finalizar cada temporada y esta vez tendrá mucho por analizar.
La confianza aparece a partir de lo involucrado que está el DT no solo con el trabajo diario con el plantel profesional y los objetivos planteados en cada pretemporada, sino también con el proyecto infanto-juvenil y las mejoras en diversas áreas del club, como fue la reciente obra en el campo de juego del Monumental. Además, en los últimos dos mercados desembolsó alrededor de 10 millones de dólares por Alex Vigo (22 años), José Paradela (22), Agustín Palavecino (24) y Agustín Fontana (25), jugadores a pulir y potenciar; repatrió a los jóvenes de las inferiores David Martínez (23) y Enzo Fernández (20); y pagó 2,5 millones por Braian Romero (30) para sumar un delantero con experiencia.
Las elecciones del Muñeco, que busca lo mejor que encuentra dentro de las escasas posibilidades, marcan una realidad: el fútbol argentino decae entre desmanejos dirigenciales, crisis de números habituales, niveles de competencia que se emparejan hacia abajo, escasa infraestructura y torneos poco atractivos. Y la economía del país no le permite sostener un equipo de jerarquía y talento como supo tener. Si alguna vez gastó 45 millones de dólares entre julio de 2017 y enero de 2018 para armar el equipo multicampeón, hoy el trabajo de Gallardo para sostenerse es aún más arduo porque lo hace con más austeridad que nunca. Mientras tanto, en Brasil, por ejemplo, no paran de llegar figuras del extranjero.
En medio de una marcada inestabilidad económica potenciada por la pandemia y la falta de público en los estadios, más la competencia de mercados gigantes y emergentes que pagan más y mejor en materia salarial y ofrecen desafíos más atractivos, en Núñez los dirigentes suelen hacer foco en la fuerte inversión que hacen para sostener sus mejores piezas en un contexto adverso. En el presupuesto 2020/2021, aprobado con un superávit de 49 millones de pesos, se marca un gasto anual de 40 millones de dólares entre cuerpo técnico y futbolistas, lo que representa más del 50% de los egresos.
Además, más allá de que el punto central de los ingresos son las cuotas sociales, los abonos y Somos River (suman un 27%), se estima una proyección de ventas de jugadores por alrededor de 30 millones de dólares brutos (un 25% de lo que entra) y la inversión de poco menos de 14 millones para comprar refuerzos y hacer primeros contratos del fútbol amateur. Es decir: necesita vender para equilibrarse, ya que todavía debe saldar cuotas adeudadas de viejas incorporaciones y hace años tiene la estrategia de tomar préstamos sindicados con diversos bancos para cancelar compromisos en dólares y afrontar gastos del club y del plantel.
Para River llegó el momento de pensar en frío. Bajar un cambio, dejar que la herida empiece a cicatrizar, transformar el dolor en fortaleza y enfocar toda su energía en la Liga Profesional. Hace dos años, en una entrevista con la Conmebol, Gallardo dijo que cuando se pierde es el momento en el que realmente se aprende, que las caídas son el gran antídoto por el baño de humildad que dan y que la mejor medicina a una buena victoria es una derrota. A ese legado se aferrará para regenerarse, cambiar la cara de su equipo e intentar conseguir la meta que le queda hasta diciembre. Mientras tanto, la incertidumbre en varios aspectos seguirá. Porque hay respuestas que solo se consiguen con el tiempo.