Bordalás arranca al rojo vivo

Carlos Soler resuelve de penalti un partido marcado por la roja directa que vio Hugo Guillamón en el primer minuto y que equilibró Gil Manzano cuando expulsó por doble amarilla a Cabaco.

Conrado Valle
As
La era Bordalás en el Valencia y la de Míchel en el Getafe arrancó al rojo vivo. Gil Manzano tardó nada en darse cuenta que sus días de campo o playa habían terminado. En siete minutos, una expulsión y un penalti. En los restantes 89 de partido, otras dos rojas (una para el banquillo azulón) y ocho cartulinas amarillas. 39 faltas en total, 24 de los blanquinegros, un equipo que el curso pasado promediaba 12. El encuentro lo resolvió Carlos Soler, de penalti, dando así la primera victoria al Valencia de Bordalás, un equipo que tuvo identidad, sacrificio y esa pizca de fortuna al final tan necesaria en el fútbol para lograr objetivos.

Ni un minuto había transcurrido cuando Iglesias Villanueva le avisó a Gil Manzano desde el VAR que una entrada de Hugo Guillamón a Maksimovic era merecedora de roja. Tras verla por la pantalla, cartulina al canto y Guillamón a casa. Y cuando aún estaban los equipos aclimatándose a tal coyuntura numérica, Mitrovic se olvidó la experiencia en el vestuario y su pase cruzado a nadie lo interceptó Cheryshev, que pisó área y cayó tras notar el contacto de Djené. Gil Manzano no dudó, el VAR solo constató que la acción se había producido dentro y gol de Carlos Soler, el primero de los muchos que veremos en la Liga, su primero con el ‘10’ a la espalda.

La primera decisión de índole de Bordalás como entrenador del Valencia fue mantenerle los galones a Daniel Wass. El danés está que sí se va o se queda y hasta que ello se aclare, sabe que el alicantino le quiere. Mestalla, también. En verdad el alicantino le necesita. Su papel fue crucial para equilibrar la superioridad de efectivos azulona. El Valencia, de hecho, gol mediante, leyó mejor el partido hasta el descanso y Wass contribuyó a ello. Fue un equipo intenso, solidario y veloz, abjetivos que definen el partido de varios y entre ellos Guedes.

El Getafe no encontraba la llave para entrar. Los azulones vivían de Arambarri y solo sacaron uñas con un puñado de faltas que lanzaron desde la frontal. Pero solo en una tuvo que afanarse Mamardashili, uno de los cuatro debutantes que habían en el césped (Alderete, Sandro y el mencionado Mitrovic). Por contra, los blanquinegros se fueron al vestuario tras dispner de dos claras ocasiones, una de Soler y otra de Cheryshev que salvó David Soria en gesto de portero balonmano.

Míchel cambió peones y sistema en el descanso. Sacó a Vitolo y a Mata y pasó a un 4-3-3. El Getafe hizo suyo el balón, aunque no lograba que el Valencia se sintiera incómodo. De hecho su principal enemigo era su propio cuerpo, su fatiga, porque la noche caribeña y la expulsión de Guillamón hicieron mella con el paso de los minutos. Míchel olió por ahí la sangre y metió piernas y artillería: al medallista Cururella y al mexicano Macías. Con ellos abrió el campo, con ellos los blanquinegros empezaron a sufrir. Pero justo en ese fase llegó la expulsión de Cabaco, que vio la segunda amarilla por una falta que era más de Maxi Gómez a él que al revés. Aún así, con diez contra diez, el Getafe tuvo el empate a tiro por dos veces, primero con un remate de Arambarri que repelió el palo y después, con el tiempo ya cumplido, con una parada de instinto y reflejos Mamardashili, un portero que llegó para el filial y veremos si no le amarga otro año a Cillessen.

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