ATLÉTICO 1-ELCHE 0 / El campeón, a sol y sombra

Ganó por la mínima a un Elche que plantó cara. Gol de Correa que aprovechó un grave error de Casilla. Buenos minutos de De Paul en la vuelta de la afición al Metropolitano.

Patricia Cazón
As
¿Ha entrado usted, alguna vez, a un estadio vacío? Haga la prueba.

Bueno, ya no. Un año, cinco meses y quince días después eso se ha terminado. La gente lejos del Metropolitano. El griterío enlatado de los campos por la televisión. Un año, cinco meses y quince días después, el balón no ha comenzado a rodar en este Atlético-Elche pero ya se juega ese otro partido, el de los reencuentros. Con la cerveza fría antes de entrar, papá de la mano. Con el viaje en coche, himno en bucle. Con los vecinos tan añorados, los de asiento, hermanos de fútbol, a quienes une algo más profundo que sangre. 24.926 son los afortunados. 24.926 que van entrando, entre lonas nuevas (del Cholo, capitanes, campeones) y vallas, con mascarilla y sin bocadillos. 24.926 entre 68.000 asientos que, ay, como llenan, como cien miles. Aunque aún falta gente, volverán cuando el aforo sea completo, cuando acabe esta pandemia que ha arrebatado tanto. A los que ya nunca les llora ese violín de cuyas cuerdas brota el himno.


Párese en medio de la cancha y escuche.

Parados están ellos, los futbolistas. El campeón a un lado, este Atleti que lo fue en este año en el que le faltó el alma, esa afición que atrona, llenando de tanto la camiseta, mientras el Elche le hace pasillo. Inició el partido acongojado el equipo de Escribá, a pesar de los tres centales y un lateral (Palacios) por un interior (Josan) de carrilero, con la línea defensiva muy alta, perforada por el Atleti una y otra vez. Un Atleti con Kondogbia llenando el hueco de Hermoso, con De Paul titular y Llorente percutiendo. Atemperó el Atleti, controló el Elche el balón donde no se hace daño, su propio campo, pero acumulando hombres en el carril central. Llenándolo de toque de balón, tela de araña. El campeón, replegado, no sabía como romperla. Poca movilidad, triangulación, terrible calor.

No hay nada menos vacío que un estadio vacío.

Y nada más lleno que un estadio con su gente. Esa que en el 39’ se pone de pie. Porque Kondgobia roba, De Paul mira y envía allá, allá lejos, al desmarque de un Correa que, señores, se ha hecho mayor en este tiempo. Muy mayor. Casilla sale a no se sabe muy bien donde y deja la puerta abierta. Primer tiro a puerta. Definición de campeón. Tremendo exterior por la escuadra. El Ángel del Cholo no se apaga. Y ese fichaje, De Paul, brilla si se frota la bota.

No hay nada menos mudo que las gradas sin nadie.

Y nada más volver del descanso grita ese u-ru-gua-yo, u-ru-gua-yo que tan bien le queda en la boca a un rojiblanco. Giménez acaba de rematar, a lo Atlético Aviación, un córner, Suárez ya calienta en la banda. Y saliva mientras de Paul se saca otro pase con guante hacia Carrasco. Qué bien le queda ese '5' que tan gigante hizo Tiago. Y eso que Fidel encarnaba el plan nuevo del Elche: correr, lanzar el ataque. Y volver a llenar de tela de araña lo arrollador rojiblanco.

Porque aún sin la gente, el Metropolitano gritó, gimió, suspiró, lloró, trepidó, resonó, habló, vibró y recordó, tan lejos, en los estadios vacíos, pero también, como una vez escribió Eduardo Galeano, tan cerca.

Imaginen ahora. Que Suárez ya está en el campo y Simeone refuerza su centro con Saúl y Llorente. El Elche sigue dando pasos adelante, sin remates francos, pero pellizcando cada vez más. Con Mojica, con Palacios, con Benedetto. Hasta que llegan los líos con el cartelón y los cambios, que frenan a un Escribá que, hasta el momento, puso sombra al sol del campeón. Ganaba sí, pero no dominaba. Porque habrá pasado tiempo, un año, cinco meses y quince días, pero hay maneras de vivir que nunca pasaran en el Metropolitano. Los brazos en molinillo del Cholo. Ganar sufriendo.

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