La reserva xeneize jugó con alma y vida, rescató un empate en el Sur y hasta pudo ganar
Bajo la lluvia, en el estadio Florencio Sola, el conjunto de la Ribera, repleto de promesas, empató sin goles con el Taladro; tuvo una tarea digna, jugó con altura y, sobre todo, a pura emoción
Tuvo una digna actuación, valiente, atrevida. Una formación que jugó dos partidos en casi 48 horas, estuvo a la altura de las circunstancias. Tal vez, aún más que su propia dirigencia. Los chicos se retiraron entre lágrimas, muy emocionados.
Lo mejor del partido
Boca disputó este sábado un partido especial, después de las controversias que hubo entre su dirigencia, las autoridades de la Liga Profesional, la Conmebol y hasta el Gobierno Nacional. El contrapunto excede el marco de Román Riquelme, presente en el Sur -como casi nunca ocurre cuando Boca actúa como visitante- y Marcelo Tinelli, el presidente de la Liga.
En ese contexto, sin Edwin Cardona, que ya cumplió con el protocolo, pero no fue citado, los chicos ingresaron en el campo de juego, puro desparpajo y poco más de 24 horas después de ganarle al Taladro por 3 a 1 en el habitual encuentro de Reserva. Los chicos jugaron con alma y vida. Jóvenes que tienen entre 17 y 22 años, con todo el futuro por delante, pero que debieron actuar en estas circunstancias.
La reacción de Giunta
Solamente Valentín Barco (17 años) e Ignacio Fernández (18) tuvieron minutos en la primera división en Boca, en tanto que Israel Escalante (22) lo hizo en Independiente Medellín, cuando estuvo a préstamo. Justamente, Escalante tomó el control durante los primeros minutos y sorprendió a todo Banfield, aturdido y confuso. El joven equipo xeneize jugaba mejor, suelto, decidido.
Un combustible preferido tenía la formación de Boca: la motivación. Lejos de las polémicas, del VAR y de los desatinos dirigenciales -de unos y otros-, salieron a divertirse, con la convicción de que era el mejor camino. Jugaron con compromiso y, al mismo tiempo, con una enorme satisfacción. Tal vez, por eso, Banfield no le encontraba la vuelta, en su cancha, con jugadores profesionales y con mucho a favor. Le costaba, más allá de un cabezazo de Pons.
Con Riquelme, Ibarra, Giunta y otros exjugadores xeneizes en el palco, Boca sufrió una salida rápida: por un desgarro (¿habrá tenido que ver que actuó el viernes a la mañana, en el encuentro de reserva?) se retiró entre lágrimas Ezequiel Almirón, de 19 años y fue reemplazado por Erik Bodencer, de 21, a los 30 minutos del primer capítulo.
Al finalizar el primer capítulo, el grupo xeneize salió unido, dándose aliento, aplaudiendo. Esa imagen es opuesta a todo lo que se vivió en los últimos días en el Mundo Boca, con excesos de todo tipo, más allá de que fue perjudicado en la doble serie contra Atlético Mineiro, por los octavos de final de la Copa Libertadores. Los chicos sí estuvieron a la altura de las circunstancias.
A diferencia de los titulares, la formación juvenil tuvo una propuesta audaz, ofensiva, en casi todo momento. Evidentemente, la idea de Battaglia no tiene relación directa a la propuesta de Miguel Russo, que suele ser más precavido, pensante. Tal vez, haya sido el arrojo de los pibes, desatados, valientes. En todo momento estaba latente la sensación de que Boca iba a abrir el marcador.
El plantel profesional, viendo el partido
Facundo Altamirano, el arquero del Taladro, voló un par de veces para salvar la caída de su arco. Barco, Taborda y Bodencer, de a ratos, fueron un problema sin solución para Banfield, que se sentía presionado, agobiado. Parecía todo lo contrario: que Banfield disponía de un grupo de jóvenes inexpertos.
Al final, los chicos terminaron agotados, acalambrados, los cambios evitaron más lesiones. Banfield lo acorraló, pero sin imaginación. Los pibes xeneizes se hicieron grandes.