Khris Middleton, estrella en la oscuridad

Fue drafteado en segunda ronda y pasó por la G League, pero ya es uno de los grandes héroes de los Bucks. Giannis quiere construir un legado a su lado.

Albert Sancho
As
Nada más terminar el cuarto partido entre Milwaukee Bucks y Phoenix Suns, multitud de imágenes empezaron a circular por las redes. El tapón de Giannis Antetokounmpo a Deandre Ayton fue la más compartida, un fotograma que, de viajar el anillo hacia Wisconsin, devendrá en icono moderno de la NBA. Y, con el tiempo, de su historia. Al concluir el encuentro, sin embargo, el jugador griego se fundía en un largo abrazo con Khris Middleton. De nuevo, una instantánea ampliamente difundida. Giannis, como cada una de las 20.000 almas que rugían en el Fiserv Forum, era consciente de que, su brutal acción, de nada hubiera servido sin la efervescente explosión de su compañero de equipo. La enésima, tanto en su trayectoria compartida como en los presentes playoffs. 40 puntos, 6 rebotes y 4 asistencias, en eso se materializó. Avisó en el primer cuarto y se retó en duelo con Devin Booker, que se quedó mucho más solo y cargado de faltas, su único freno. Con 97-99 en el marcador, y dos minutos y medio por delante, anotó 10 puntos seguidos. En los Bucks, el clucth time suele ser suyo y, en muchas ocasiones, también lo termina siendo el partido. En esta ocasión, algo más.

Mientras las fotos y los vídeos se sucedían, también lo hacía un montaje recurrente: "El ciclo de Khris Middleton". Un meme como tantos otros, pero uno que esconde retazos de realidad. El planteamiento es simple: cinco pasos que, de forma circular, se repiten de forma constante en la carrera del alero de los Bucks. "Juega por debajo de su nivel, los medios le critican, empieza a jugar mejor, se convierte en un jugador infravalorado, parece Michael Jordan en su mejor momento... y vuelve a jugar por debajo de su nivel", refleja la publicación. Exagerada, pero con sus fundamentos.

Esta misma fase final es prueba de lo expuesto. En ella, promedia 23,6 puntos, 7,7 rebotes y 5,1 asistencias, pero con subidas y bajadas muy marcadas. En las Finales, ha pasado de los 11 tantos del primer duelo a los 40 del último. Luces y sombras, como las de cualquier jugador, pero que le han perseguido de forma mordaz en los últimos años. Como a Milwaukee en general, incapaz, hasta ahora, de trasladar su potencial en temporada regular a los playoffs. Una crítica de la que también ha formado parte. En su carrera, acumula siete participaciones en postemporada. Todas con los Bucks y, por lo tanto, con el mismo pico: las actuales Finales. Antes de ellas, los mismos tropiezos, con las dos campañas anteriores, en las que acumuló sus únicos All Star, como foco de las mayores críticas. De nada sirvió su 30+6+7, con un 73,3% en tiros de campo y un 57,1% en el triple, en el cuarto partido frente a Toronto Raptors, en 2019, en esas Finales de Conferencia trágicas para los de Wisconsin; tampoco su liderazgo al rescate, con un 36+8+8, en la única victoria de los Bucks en la serie frente a Miami Heat en la fase final del año pasado, sin Antetokounmpo a su lado. Noches de brillo perdidas en la derrota, un agujero negro para la memoria.

En muchos momentos, Middleton ha sido un jugador llamado a asumir la responsabilidad de una superestrella, aunque casi nunca ha sido considerado como tal. Se le ha exigido a ese nivel, pero no se le ha valorado de forma proporcional cuando lo ha merecido. Tras vencer a Booker en su contienda particular, se sentiría raro. Los focos, llamados a apuntar al joven jugador de los Suns, mucho más acostumbrado a ellos, se giraron de repente hacia él, el héroe de la noche. Todos sus compañeros se abalanzaron y él, simplemente, les devolvió el cariño. Sin la foto perfecta, sin ninguna instantánea individual llamada a viralizarse en las redes, pero con una felicidad resplandecientemente natural, desde y para el colectivo. Como sobre la pista.

The Khris Middleton All-Star Plan

Middleton llegó a la NBA en 2012, pero de aquella manera. Los Pistons le eligieron en la posición 39 de la segunda ronda del Draft. En Detroit, sólo jugaría 27 partidos dentro de la mejor liga del mundo, ninguno como titular. El resto del año, se lo pasó en la liga de desarrollo de la competición estadounidense, la G League. Vuelta a empezar, de nuevo. Como ya le había tocado hacer en anteriores ocasiones y como tantas otras lo ha hecho posteriormente: el ciclo. Tras llegar a la universidad bajo la etiqueta de ser "el mejor tirador de su generación", arrancó su etapa en Texas A&M (2009-2012) acertando, solamente, un tiro en sus primeros doce intentos... en tres partidos. Tras 86 encuentros universitarios, 69 en el quinteto inicial, sus promedios se quedaron en 11,3 puntos, 4,6 rebotes y 2 asistencias, siendo All Big 12, su Conferencia, pero quedándose lejos de los grandes porcentajes de anotación que prometía: 43% en tiros de campo y 32,1% desde el perímetro.

No se ganó la confianza de Lawrence Frank, pero sí la de Larry Drew, Jason Kidd y Mike Budenholzer. La de Milwaukee, independientemente del entrenador. Aterrizó en Wisconsin como, simplemente, parte de un traspaso cuyos movimientos principales eran la llegada de Brandon Knight a los Bucks y la de Brandon Jennings a los Pistons. Tenía 22 años y mucho por demostrar, pero le abrazaba una cultura que confiaba en él. Y en la que encajaba. Caprichos del destino, entonces, en 2013, en el inicio de una reconstrucción que necesitaba tocar fondo, también llegaba Antetokounmpo, seleccionado en la 15ª posición del Draft. Sólo conseguirían 15 victorias en su primera campaña juntos, el peor registro en la historia de la franquicia, pero ponían la primera piedra de una convicción que ambos compartían y que hoy impregna a los finalistas del Este. Mike Breen, periodista de la ABC, durante la retransmisión el cuarto partido entre Suns y Bucks, revelaba un mensaje de texto enviado por Jrue Holiday a Brook López que lo resume a la perfección: "Me encanta ser tu compañero de equipo, nunca te quejas. Haces mucho por este equipo y no pides ningún reconocimiento", hacía llegar el base al pívot titular de la franquicia.

Trabajo, trabajo y trabajo. Una seña de identidad del gigante griego, insaciable en su deseo de mejorar en sus debilidades, constante como pocos en el cuidado de su físico y carismático como el que más con sus compañeros, con las arengas de la presente eliminatoria como muestra. Cuando Middleton pisó Milwaukee, los despachos de la franquicia también identificaron todo eso en él, y, con el tiempo, le prepararon un plan a medida. En la pretemporada de 2018, ya con Budenholzer como técnico jefe, el alero recibió un informe titulado, directamente, como The Khris Middleton All-Star Plan: una estrategia para convertirle en estrella, en All Star de la NBA. El manual, revelado por Kevin Arnovitz, periodista de la ESPN, versaba sobre una idea muy concreta: adaptar las condiciones de Middleton al baloncesto más actual.

El jugador de los Bucks, que participará en los próximos Juegos Olímpicos con el Team USA, era vieja escuela. Y lo sigue siendo, pero con un abanico de posibilidades que se ha ampliado. Su gusto por el tiro desde la media distancia se mantiene, se recrea en él y, más allá de la belleza y la nostalgia que desprende, lo emplea con eficiencia. Pero es mucho más. "Reoriente su juego lejos de las cosas con las que se sienta más cómodo y aprenda nuevas formas de jugar", demandaba el plan. De forma concreta, contenía indicaciones para ampliar las posibilidades tras el pick and roll, clave en el cuarto partido con Anteto como eje; invitaba a cambiar muchos de los tiros desde la media distancia por disparos desde el perímetro y centraba grandes esfuerzos en la mejora del jugador en fase defensiva. Hoy en día, Middleton es eso. Un jugador versátil como pocos, que puede organizar o camuflarse en la anarquía, que utiliza su cuerpo para defender con solvencia tanto a grandes como a pequeños y que, como su etiqueta preuniversitaria indicaba, se ha convertido en el tirador más fiable del equipo. No por porcentajes, pero sí por sensaciones, decisión y fiabilidad en los momentos calientes. Un All Star.

Construir un legado

La actual, es la 12ª serie de playoffs que comparten Antetokounmpo y Middleton. En total, han disputado, conjuntamente, 62 partidos de postemporada. Se conocen a la perfección. Nacieron de la mano y en el barro y, si alcanzan la gloria, lo harán de la misma forma. Según el entorno de la franquicia, su relación personal, más allá de las pistas, nunca ha sido muy estrecha; pero, dentro, su respeto es máximo. "Estaba siendo agresivo. Pero eso es lo que hace en la recta final. Queremos que tenga la pelota. Queremos que sea él quien tome las decisiones. Sabemos que va a hacer grandes tiros y esta noche estuvo increíble", explicaba Giannis tras los 40 puntos de su compañero. En el ciclo de Khris, estaba en esa fase que, hiperbólicamente, le asemeja a Michael Jordan. Como ya lo estuvo en el partido inaugural de la postemporada, con ese tiro inverosímil que ponía el 1-0 en la serie frente a Miami Heat, la primera piedra, la más pesada, de una dulce venganza. Como lo estuvo en la primera victoria frente a los Nets, con 2-0 en el contador, y en la sexta, la que forzaba el taquicárdico séptimo. Como lo estuvo, también, ante Atlanta Hawks en ausencia de Antetokounmpo.

Si los Bucks terminan vistiendo el anillo, su último cuarto en el tercer partido frente a los Hawks, de 20 puntos, y su tercer parcial en el sexto, un 16-2 que, por momentos, hacía pensar en los Middleton Bucks, serán historia de la franquicia. Momentos mágicos. El trance de las superestrellas, secuencias de lucidez anotadora que están al alcance de unos pocos. "A lo largo de los años, durante todo el viaje con él, me di cuenta de ello. Hemos jugado tantos partidos juntos... pero hubo un momento específico, creo que fue en los playoffs contra Toronto", recordaba Giannis tras imponerse a los Suns, rememorando las batallas junto a su compañero. Específicamente, la que le hizo sentir que compartía estela con alguien muy especial.

Su difusa memoria le estaba transportando a 2017, al sexto partido de la serie frente a los Raptors, el que ponía fin a su segunda experiencia en playoffs. Middleton, después de disputar solamente 29 partidos en temporada regular por una grave lesión en el tendón de la corva, se mantenía 42 minutos en el decisivo encuentro, produciendo 19 puntos, 4 rebotes y 5 asistencias. Tras el duelo, exhausto, Khris era transportado al hospital, totalmente deshidratado. "No se sentía muy bien. Pero jugó y lo dio todo por el equipo y por nosotros. Sabes, fue entonces cuando me di cuenta, 'sí, este es el tipo con el que quiero estar en primera línea y acometer el viaje', pensé", continúa recordando Anteto.

Tras el cuarto partido frente a Phoenix, Giannis y Middleton se convirtieron en el tercer grupo de compañeros de equipo, junto a Kareem Abdul-Jabbar y Magic Johnson con Los Angeles Lakers y LeBron James y Kyrie Irving con los Cleveland Cavaliers, en anotar 40 o más puntos cada uno en partidos distintos de las mismas Finales. Precisamente, bajo la mirada del primero, un, aún, Lew Alcindor que, en 1971, formó parte del legendario equipo que otorga a los Bucks su único anillo de la historia. "Es la persona con la que quiero construir un legado", afirmaba Anteto sobre Middleton tras ello. Trayendo al presente al propio Jabbar, pero también a Oscar Robertson, con quien formó la icónica pareja. En ello están. Khris, la mayor parte del tiempo, en una fase muy concreta de su ciclo: la del jugador infravalorado. Porque es una estrella. Una que, en mayor o menor medida, brilla siempre. Sobre todo, cuando más se la necesita. Aunque no se vea, aunque no se perciba. Ahí está. Tras las nubes, en la oscuridad.

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