Federer se estampa ante Hurkacz en su penúltima ocasión

Federer cayó en tres sets ante Hurkacz, que nunca había llegado tan lejos en Grand Slams y le sentenció con un rosco. El polaco se medirá con Berrettini en semifinales.

Nacho Albarrán
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Decíamos el otro día que había que tener en cuenta a Roger Federer en esta edición de Wimbledon después de vencer en octavos al italiano Lorenzo Sonego, que venía de ganar sus tres anteriores partidos sin perder ni un set. Pero el suizo se desplomó este miércoles de mala manera en cuartos de final ante un rival que no fue el que en teoría le debería haber correspondido, Daniil Medvedev, número dos del mundo, sino Hubert Hurkacz (18º), que eliminó al ruso de manera sorprendente. Pues bien, el polaco de 24 años, que jamás había llegado tan lejos en los Grand Slams, pasó por encima del ganador de 20 y ocho veces campeón del torneo británico, al que sentenció, además, con un rosco en la tercera manga (6-3, 7-6 (4) y 6-0 en 1:48). El ganador se enfrentará el viernes a Matteo Berrettini, que pudo con el canadiense Felix Auger-Aliassime (6-3, 5-7, 7-5 y 6-3 en 3:04), uno de sus mejores amigos en el circuito. Es la segunda vez que el italiano se mete en las semifinales de un major, tras jugar las del US Open en 2019.

Sin energía ni chispa, pese a que no acumulaba demasiadas horas en pista (9:22 antes de cuartos), Federer no encontró respuesta ante el juego sencillo aunque muy sólido (sólo 12 errores no forzados) de un oponente que aprovechó un muy mal día del suizo en todos los aspectos, empezando por el saque, y que apenas fue capaz de generar cuatro oportunidades de quiebre en todo el encuentro y aprovechar una. Si no hubiera tirado por la borda el segundo set, cuando lo dominaba por 3-0 con un break de ventaja y jugó después un nefasto desempate, en el que además no tuvo suerte (se resbaló al intentar un remate), podría haber peleado por un choque que acabó de manera muy triste para él, con ese 6-0 doloroso que jamás había encajado en Wimbledon, donde quizá ya no juegue más. La central le despidió con una gran ovación mientras decía adiós, puede que el último adiós.

“No sé qué decir. Es superespecial para mí. Es un sueño hecho realidad, jugar en esta pista y contra Federer, al que veía cuando era niño”, dijo Hurkacz, meritorio protagonista de la que puede ser, quién sabe, la penúltima oportunidad para Federer, a sus casi 40 años, de luchar de verdad por un major, en el terreno, la hierba, que mejor se adapta a su juego. En esta ocasión, no apareció ni en las subidas a la red, en ocasiones cuando no tocaban, ni en su revés a una mano, fallón como durante casi todo el campeonato, ni en un drive flojo y sin intención que apenas le ayudó.

¿Hasta cuándo?

Sólo él sabrá lo que le pasó y quizá lo explique, y no sería justo olvidar que estuvo unos cuantos mese sin jugar para ser operado de la rodilla derecha. Pero duele ver cómo le ganan rivales a los que hubiera mirado, dicho con todos los respetos, por encima del hombro en otras épocas. En lo que va de curso le han derrotado Basilashvili, Andújar, Auger-Aliassime y Hurkacz. La pregunta es hasta cuándo le sostendrá su grandeza.

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