Eriksson denuncia corrupción en el arbitraje de la Eurocopa
El excolegiado carga con dureza contra UEFA: "Un mundo sucio, político y falso donde la amistad, la corrupción, la lealtad y la nacionalidad juegan un gran papel".
Además, en la carta emitida por Eriksson a través de su Instagram, denuncia que la elección ni siquiera es por experiencia o confianza, sino que va más allá. Habla de un tema político y emplea adjetivos como "sucio", "político", "falso", "oscuro" o "corrupto". Es más, sentencia su cambio de vida desde que se retiró del arbitraje. Esta es su carta íntegra:
"Hace cinco años que arbitré la última semifinales de la Eurocopa entre Portugal y Gales. Aunque estaba feliz y orgulloso cuando empezó el partido, hubo una profunda decepción para mí y mis compañeros. ¿Por qué no se nos permitió pitar la final? La gente suele preguntar cómo seleccionan para los partidos decisivos, si es por logros, cómo se clasifica a los árbitros, si es para el que menos errores comete o quién es el encargado de hacer la evaluación...
La verdad es que un tema oscuro. Un mundo sucio, político y falso donde la amistad, la corrupción, la lealtad y la nacionalidad juegan un gran papel. Ese fútbol que habla de un juego limpio y de respeto, donde el reglamento es el mismo para todos, donde los cuatro mejores equipos, los que han ganado más partidos, juegan las semifinales en Londres. Pero cuando se trata de arbitraje, todo pasa en salas cerradas, con agendas políticas y con todo menos lo mejor del fútbol en mente.
Aquellos que son seleccionados y el que sea elegido para la final, NO son directamente los tres mejores árbitros del torneo. No siempre son aquellos que lo han hecho mejor, han recibido la calificación más alta o quienes han llegado a la cima los que se ganan la confianza.
Esta vez, el mejor árbitro del torneo, sin un solo error claro, ya ha sido enviado a casa. La decisión fue tomada por los altos cargos de la UEFA y no tiene nada que ver con sus actuaciones durante la Eurocopa. Otros árbitros, a veces sin saberlo ellos mismos, tienen los contactos adecuados, mejor respaldo político o provienen de países importantes, arbitran más allá.
Independientemente de esto, felicidades a los árbitros que pitan. Ninguna sombra debería caer sobre ellos. Lo que todos deberían saber, sin embargo, es que es un mundo podrido con una cultura lejos de ser buena. Yo, con perspectiva, puedo decir que estoy muy feliz de haber dejado de pitar hace tres años".