El futuro de los Wolves: Towns, Edwards... ¿Y quién más?

Tras una temporada complicada, y con poco margen salarial, Minnesota debe empezar a pensar en el presente. Sus pilares están claros; el resto, en el aire.

Albert Sancho
As
Hay veces en las que, aunque se quiera, mantener la ilusión es muy complicado. Sobre todo, cuando, una y otra vez, las realidades se escapan cuando más cercanas parecen. Esa puede ser la sensación que, de alguna manera, haya quedado en los cuerpos de varios aficionados de Minnesota Timberwolves. La franquicia, por enésima vez, se ha quedado fuera de los puestos de playoffs. En los últimos diecisiete años, los lobos sólo han aullado una vez entre las bestias de verdad, y de forma muy tímida, cayendo en primera ronda. Fue en 2017, de la mano de Tom Thibodeau y de una plantilla que, a día de hoy, sólo mantiene a uno de sus jugadores. El jugador, para ser exactos: Karl-Anthony Towns. Junto a él, Jimmy Butler, Justin Patton, Jamal Crawford, Andrew Wiggins, Derrick Rose... Un espejismo en medio de la nada. La época dorada de la franquicia, con Flip Saunders en el banquillo, queda muy lejana. Entre 1996 y 2004, solamente ocho años después del nacimiento de la organización, el equipo era un abonado a la postemporada: ocho presencias seguidas con las Finales de Conferencia de 2004 como punto álgido. Kevin Garnett, Sam Cassell, Latrell Sprewell, etc. Si los anteriores nombres parecían lejanos, estos...

Un pasado excesivamente desdibujado, y vacío, como para aferrarse a él; y un futuro que ya no puede esperar más. Desde 2007, los Wolves son la franquicia con el peor récord acumulado de la competición. Un martirio, una losa, un peso enorme que, entre unas cosas y las otras, ya han tenido que soportar varias generaciones. Costará desprenderse de él, pero se podría estar en el camino para hacerlo. Al menos, esa era la creencia compartida al inicio de la presente temporada. De nuevo, errónea, pero con grises que merecen especial atención. La campaña de Minnesota ha sido mala, muy mala; pero también complicada, muy complicada. Se llegaba con el aire fresco que siempre aporta obtener el número uno del Draft, con la oportunidad de empezar un curso, de inicio, con D'Angelo Russell y Towns, con el regreso de Ricky Rubio, con, con, con... Y, al final, sin, sin, ¿sin? Puerta abierta al cerrar, como casi siempre. Entre medias, realidades a las que aferrarse; pero que, de nuevo, se han alejado. Ilusión perdida en la eternidad, donde suele deshacerse de su significado.

Victoria frente a Denver Nuggets y Utah Jazz para empezar. Para sumar otras dos, once derrotas de por medio. Como una aguja en un pajar, rara avis de manual, hasta en peligro de extinción. Detrás, muchos problemas, por no pecar de reduccionismo, pero un traspié madrugador que ya impidió todo intento de esprint inicial, de generar una dinámica positiva. Algo tan intangible y difícil de medir como, al final, cierto en cualquier deporte: ganar, normalmente, invita a ganar. De los 24 partidos iniciales, KAT sólo pudo disputar cuatro, saldados con dos victorias y dos derrotas, un 50% en el casillero individual a años luz del colectivo. Las lesiones, las malditas lesiones. Este año, menos excusa que nunca, por la cruel tendencia generalizada, pero no por ello menos reseñables. Al término de la temporada, 52 partidos para él, 42 para D'Lo o 37 para Malik Beasley. Junto a Anthony Edwards, seguramente, las cuatro piezas más importantes del puzle. Junto a Jaden McDaniels, también en términos probables, los cinco puntales de una estructura en construcción. A ellos, sin ir más lejos, se podía referir Gersson Rosas, director de operaciones de la franquicia, cuando, en la rueda de prensa de cierre de campaña, señalaba que "ahora mismo estamos en las cinco".

Rosas, como cualquier ejecutivo en este tramo del año, tiene un mundo de decisiones por delante. De alguna forma, con trabajo adelantado; aún más, con lo visto hasta el momento, en medio de un baile de entrenadores prácticamente sin parangón. En febrero, Ryan Saunders abandonaba el banquillo. Lejos del legado de su padre, Flip, se marchaba con solamente siete victorias en 31 partidos en la presente temporada y un 17-25 en la anterior, tras tomar el relevo de Thibodeau. La historia era perfecta, pero el final no pudo estar a su nivel. "Estoy muy orgulloso de mi tiempo en Minnesota, de mi tiempo con este grupo y de haber formado parte de esta organización. Viendo su proceso, cómo han ido recuperándose de los contratiempos, cómo se entienden Towns y Russell ahora que pueden compartir minutos... es algo que me encanta ver", declaraba Ryan, poco tiempo después, para AS. El trabajo bien hecho (valorado, al menos, por casi todos los jugadores), muchas veces, y en contra de ese mantra dichosamente extendido, no siempre es suficiente. Ni con tal narrativa detrás.

¿Y ahora qué? Russell, Ricky...

Con Chris Finch se empezó a recortar en unos tiempos que, de cara al próximo curso, atraparán a muchas franquicias. Tuvo la oportunidad de empezar a instaurar sus mecanismos y, con ellos, además, la situación mejoró. Su récord personal fue de 16-25, pero con un 9-7 para terminar que invita al optimismo; sobre todo, tras el 7-24 del que se llegaba. En dicho periodo, se alcanzó el octavo puesto en cuanto a eficiencia ofensiva y, como se anticipaba en palabras de Saunders, jugadores como D'Angelo y KAT pudieron compartir el tiempo en pista que, durante gran parte del curso, los contratiempos les habían negado. Retazos de ese equipo molón, capaz de voltear la desesperante historia reciente, que se esperaba antes de iniciar la temporada.

Towns, nuevamente, será la piedra angular del proyecto. Uno que, tal y como advierte Rosas, aspira a ser ganador. "Queremos ser un programa ganador. Queremos ser un programa exitoso. Eso no va a ser un interruptor de encendido y apagado durante este verano y pretemporada. Se está construyendo nuestra identidad, construyendo nuestra cultura, construyendo nuestros hábitos", añadía a las palabras compartidas anteriormente. KAT (de aún 25 años) tiene el potencial para liderar una propuesta de aspiraciones altas. Y quiere hacerlo. En multitud de ocasiones, ha declarado su voluntad de escribir páginas y páginas en la organización. "Espero tener una carrera como la de Kobe, con un equipo. Como Tim (Duncan) y Kobe, con un equipo y tratando de traer tantos campeonatos como sea posible", ha llegado a decir. Intenciones de One Club Man que, en todo momento, solamente son eso, como está demostrando la actual situación de Damian Lillard, paradigmática en todos los sentidos. Actualmente, tiene contrato hasta 2024, con más de 100 millones hasta entonces. Salvo terremoto, el hombre al que abrazarse.

Junto a él, estará Edwards, segundo en las votaciones por el rookie del año. Ha demostrado tener las condiciones necesarias para llegar a ser una estrella, como mínimo, para ser el anotador compulsivo que ya es. Además, con una mejora notable en sus decisiones, progresiva con el tempo del equipo. En los último 22 partidos de temporada, promedió 23,3 puntos con 17,5 tiros, un 58,6% en el true-shooting que le sitúa por delante de casi 300 jugadores de la liga en el apartado. Entre ellos, Bradley Beal, Jrue Holiday, Luka Doncic, Joe Ingles, LeBron James o Devin Booker; jugadores muy seguros. Un antes y un después en su evolución, explosiva desde el inicio, con dos noches de 42 tantos y 19 por encima de los 25, pero, en su arranque, con un precio demasiado alto a pagar. McDaniels, también en su año de estreno, ha demostrado, sin estar a dicha altura, ser una opción de futuro y en la que se deposita confianza y Beasley, pese a sus múltiples problemas extradeportivos, es otro de los talentos con presente y proyección; la constante de la hoja de ruta. A partir de ahí, los caminos se multiplican; pero con varias certezas más. Tras lo mostrado en el Barcelona, Leandro Bolmaro dará los primeros pasos de su carrera NBA en la franquicia; previsiblemente, con un papel importante desde el banquillo.

En términos económicos, la organización se encuentra en un punto excesivamente comprometido de acuerdo con sus resultados deportivos: sólo 5,4 millones de dólares por debajo del impuesto de lujo. En este sentido, pues, se deben tener en cuenta múltiples consideraciones, tal y como apunta el periodista norteamericano Bobby Marks, de la ESPN. Jaylen Nowell, Naz Reid, Ed Davis, Jarred Vanderbilt y Jordan McLaughlin no tienen asegurada su continuidad en el equipo. En los dos primeros casos, con contratos no garantizados; en el resto, con opciones de retención en la agencia libre. Ricky Rubio, Juancho Hernangómez, Jake Layman y Josh Okogie, por su parte, entrarán en su último año de vinculación garantizada. En el caso de Juancho, con una opción de equipo para la temporada 2022-23.

En total, 35 millones en contratos que vencen al término del próximo curso. En el caso de Ricky, bajo el paraguas de su gran relación con la franquicia, heredada de su primera etapa en el equipo, quedaría salvaguardado de movimientos tan desesperantes como los vividos en el pasado mercado. "Rubio es elegible para una extensión, pero es poco probable que reciba un nuevo contrato", apunta el propio Marks. Rosas, por su parte, en una videoconferencia reciente, destacaba el valor de la figura de Ricky en el equipo, añadiendo que "agregar más veteranos nos ayudará a ganar antes". Su nombre, sin embargo, junto al de Juancho, se asocia con un posible movimiento por Ben Simmons. En el caso del ala-pívot español, además, con la incógnita sobre cómo pueden repercutir y qué esconden los extraños movimientos de la franquicia con respecto a su presencia en los Juegos Olímpicos de Tokio.

El mapa de una franquicia que, aunque con aspiraciones futuras, ya debe pensar en presente. En todo ello, puede jugar un papel clave la continuidad física de Russell, con 61 millones hasta 2023, pero con la posibilidad de una extensión de tres temporadas adicionales y hasta 118 millones, con fecha límite hasta el 18 de octubre para su ratificación. Salvo sorpresa, una de las cinco piezas, ya mencionadas, elementales del proyecto; pero con cierto abanico de posibilidades en el mercado, aunque, ahora mismo, sea a la baja. Con su llegada, por cierto, se marchó la primera ronda que, ahora, posee Golden State Warriors, con el séptimo turno en la noche del Draft. Con ella, se marchó Wiggins, integrante de esa plantilla de 2017 de la que, a día de hoy, sólo se mantiene Towns. El hombre. Ahora, junto a Edwards.

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