El Congreso de EEUU alertó sobre el ascenso de China como acreedor mundial y nombró a la Argentina entre los 6 países que defaultearon en los últimos dos años
El poder legislativo norteamericano advirtió que la ola de endeudamiento que empezó en la última crisis financiera y se extendió con la pandemia llevó a un cuadro de “stress” y riesgo de defaults soberanos, Y en línea con críticas previas, destacó el creciente rol y la falta de transparencia de la potencia asiática
Del puesto número 15 que la potencia asiática tenía en 1991 en el ranking de acreedores bilaterales de países en desarrollo, en 2019 ya se había convertido en el número uno, precisa el informe. A principios de los 90 Japón, Rusia y EEUU eran los tres principales acreedores bilaterales del mundo en desarrollo, seguidos por países desarrollados, como Alemania y Francia, o con amplios recursos petroleros, como Kuwait y Arabia Saudita. Hacia 2019, en cambio, China era ya el acreedor número uno, mientras que EEUU había caído del tercer al décimo lugar del ranking (Gráfico).
El informe destaca en varios tramos que China no solo es el mayor acreedor bilateral sino también que “algunos miembros del Congreso han expresado su preocupación sobre los impactos económicos y en materia de seguridad de la diplomacia económica china” y sobre “la creciente complejidad del financiamiento y los riesgos asociados a las deudas soberanas”
El alerta está en línea con las tensiones geopolíticas, tecnológicas y comerciales y las críticas hacia las prácticas crediticias chinas que han realizado el presidente norteamericano, Joseph Biden, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien en una Cumbre organizada a mediados de mayo pasado por el papa Francisco en el Vaticano y en la que participó el ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, denunció que “muchos países aumentaron sus deudas con acreedores como China, que a menudo ha aplicado términos de pago difíciles y no transparentes”.
Además, como informó a fines de ese mismo mes Infobae, un estudio realizado por una agrupación de centros de estudio y académicos de EEUU y Europa, que relevaron 100 contratos de crédito de China (10 de ellos a la Argentina), criticaron su secretismo, sus severas cláusulas cruzadas y de penalidad y, en particular, lo que bautizaron como “No Paris Club Clauses”, esto es, cláusulas por las cuales China se excluye de renegociaciones asimilables a esa agrupación de acreedores.
Según estimaciones del Banco Mundial, muchos países enfrentan situaciones de stress financiero y riesgo de default soberano, cita el informe, que destaca en varios tramos no solo que China es el mayor acreedor bilateral del mundo en desarrollo, sino también que “algunos miembros del Congreso han expresado su preocupación sobre los impactos económicos y en materia de seguridad de la diplomacia económica china” y sobre “la creciente complejidad del financiamiento y los riesgos asociados a las deudas soberanas”.
El stock de deuda de 120 países de ingresos medios y bajos subió a USD 8,4 billones (más de 20 veces el PBI argentino) y 54% de los países que dependen de los créditos “blandos” del Banco Mundial estuvieron o están en “alto riesgo” de stress de deuda. La deuda pública de los mercados emergentes, excluida China, agrega el informe, alcanzaría el 61% del PBI conjunto de esos países a fines de este año.
Entre otros datos, el informe señala que a fin de financiar la iniciativa de alivio de deuda que impulsa en el G20, la administración Biden pidió al Congreso una “autorización presupuestaria” de USD 52.000 millones. Además, cita el “Marco Común” de restructuración de deudas soberanas, con un procedimiento similar al Club de París, incluido el apoyo del FMI, para restructurar pasivos con acreedores públicos y privados, esquema al que ya han pedido acogerse tres países africanos: Chad, Etiopía y Zambia.
“El panorama de endeudamiento soberano ha cambiado en las últimas décadas; tras un fuerte declive posterior a la iniciativa multilateral de alivio de deuda de 2005 del G8, las deudas soberanas comenzaron a acumularse a partir de la crisis financiera global de 2007-2009 y se ha prolongado durante la pandemia de Covid-19”, dice otro pasaje.
Oleadas de deuda
Pero –prosigue- “mientras la primera oleada de acumulación de deuda soberana consistió primariamente en préstamos bancarios y créditos bilaterales de economías avanzadas y de bancos multilaterales de desarrollo, los recientes aumentos en la deuda soberana agregada son largamente atribuibles a la emergencia de China como un acreedor clave de los países en desarrollo, y a la emisión de bonos para financiar la deuda de los países”. Ambas tendencias, advierte, “presentan nuevos desafíos para la resolución de defaults soberanos”.
Al respecto, puntualiza que en los últimos 20 años China se convirtió en el principal acreedor de países de bajos ingresos “superando al núcleo tradicional de gobiernos organizados informalmente en el Club de París, al FMI y al Banco Mundial”.
El problema, según el informe, es que “a diferencia del FMI, del Banco Mundial y de los 22 países que integran el Club de París, China raramente da a conocer los montos o términos de sus acuerdos bilaterales”. En ese sentido, cita una investigación de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas según la cual la mitad de los préstamos oficiales de China a países en desarrollo no están incluidos en las estadísticas del FMI y del Banco Mundial.
“China no es miembro del Club de París y hasta hace muy poco no participó en iniciativas de alivio multilateral de deuda”, insiste el informe. La excepción sería la iniciativa auspiciada en el G20 (que China integra), la misma por la que el gobierno de Biden pidió al Congreso una “autorización” de USD 52.000 millones.
El mercado de bonos
De todos modos, el principal canal de endeudamiento soberano sigue siendo el mercado de bonos. Entre 2011 y 2019, precisa al respecto el informe, la deuda global en bonos de países de ingresos medios y bajos se triplicó. Pero he aquí, recuerda, que las deudas soberanas son el único instrumento de deuda para las que no existen mecanismos de quiebra, por lo cual se ha recurrido a soluciones contractuales como las “cláusulas de acción colectiva” y “comités de coordinación” de acreedores.
De los mecanismos de alivio existentes, el informe destaca la “Iniciativa de Suspensión del Servicio de Deuda”, que permite restructurar pagos a acreedores del G20, pero no otorga quitas. Según el Banco Mundial, ese mecanismo –al que no se sumaron los acreedores privados- proveyó hasta ahora un “alivio oficial” de USD 5.000 millones en servicios de deuda a 40 de 73 países elegibles, cifra exigua para tal cantidad de deudores.
La otra iniciativa es el “Marco Común” que requiere un proceso similar a los que aplica al Club de París y que en su última versión abarca 39 países, incluyendo ahora sí a China. Ese tipo de restructuración, dice el informe, debe incluir un programa con el FMI y la condición de que el deudor logre “trato comparable” de todos sus acreedores.
Ese reclamo coincide con el que hizo el embajador japonés en Buenos Aires, Takahiro Nakamae, quien en un gesto inusual de la diplomacia nipona fue el primero en señalar que si la Argentina quería prorrogar pagos al Club de París, debía hacer lo mismo con China. Japón es el segundo acreedor de la Argentina en el informal club con sede en la capital francesa y en una reciente entrevista con Infobae afirmó que China “tiene intención de transformar el status quo con la fuerza, de manera unilateral y, muchas veces, sin respetar el derecho internacional”.
En el mismo sentido, el informe del Congreso de EEUU recuerda la Resolución 5.932 de la Cámara Baja, de 2020, sobre “transparencia china” en materia financiera e instruye a los representantes de Washington en los entes financieros internacionales a “asegurar una mayor transparencia sobre los plazos y condiciones del financiamiento de China” a países miembros de las respectivas instituciones.
El reporte está firmado por Martin Weiss, especialista en Comercio y Finanzas del Servicio de Investigaciones del Congreso (CRS, por sus siglas en inglés). El CRS fue creado en 1914 como servicio de referencia legislativa de la Biblioteca del Congreso, pero en 1970 fue reorientado para responder a pedidos y elaborar informes sobre temas de interés de los comités legislativos y los representantes y senadores del Congreso norteamericano.