El arma secreta de Marcelo Gallardo para que River vuelva a ser... River: los cuatro mejores en su puesto
Más allá de la explosión del ataque, el equipo recuperó lo más valioso para una idea audaz: la confianza defensiva; por qué los cuatro del fondo relegaron a tres históricos y un debate: ¿quién tiene mejores defensores?
El Muñeco es una referencia en nuestro medio. Su idea global es un sello distintivo: la presión, la posesión, el ataque. La ambición, a veces, suele ser tan despiadada, que es capaz de perder una final de Copa Libertadores -la de 2019, en Lima, frente a Flamengo- si se trata de mantener el control del juego agresivo. Y las convicciones. Suele ser difícil enfrentarse con River -con este River, el reinventado una vez más- cuando tiene las luces encendidas. Es agobiante.
Más allá de la triple competencia, incluso, si al final de la ruta no consigue ninguno de los trofeos. Rey en el plano internacional (incluso, logró menos de lo que “mereció”, si es que el merecimiento juega un papel en el fútbol), mendigo en el campo local. No ganó ni un campeonato. Sólo la Copa Argentina (en tres ocasiones) y los cruces mano a mano, su especialidad.
Sin embargo, la propuesta de Gallardo no se nutre exclusivamente del ataque. Más allá de que flotan en el recuerdo series coperas en las que a River se le fue la pierna de más, la defensa es una parte esencial. No es una declaración política: se respalda en los de atrás. La primera línea exitosa tuvo nombres influyentes, en el arte de la marca y en el laboratorio, en las dos áreas. Gabriel Mercado, Germán Pezzella, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni fueron los intérpretes que sostuvieron las constantes aventuras ofensivas.
En la reconstrucción permanente en la que navega nuestro fútbol, la lista de defensores es interminable. Tal vez, el Chino Martínez Quarta haya sido el más valorado de los últimos años. Hoy, ahora mismo, cuando River suma tres victorias seguidas sin recibir goles (2-0 a Argentinos, por la Libertadores, 4-0 a Unión y 3-0 a Lanús, por el torneo local), apoyado en la capacidad de Franco Armani, luego de algunos partidos con ciertos deslices, la defensa lo es todo.
Tres frases del Muñeco advierten parte de su pensamiento. Una: “El que quiere ganar, tiene que atacar y defender bien”. Dos: “Para mí, el fútbol no es rígido. Los jugadores se mueven, caminan, corren, están en un lado, en el otro, lo hacen con o sin pelota. Hay ideas de juego, me baso en qué queremos hacer nosotros como equipo, con 3, 4 o 5 defensores o 3, 4 o 5 atacantes. Me importa qué somos como equipo. No podemos ver sólo los números... los equipos se ven en la cancha”. Tres: “Si queremos tener vocación ofensiva, el juego tiene que ver con el aspecto defensivo. Si vamos a ser un equipo que va a buscar el ataque tenemos que saber marcar en ataque, tenemos que estar más preparados”.
Rafael Santos Borré era el primer defensor, el equipo no perdió audacia cuando jugó con cinco (o tres) defensores. El sello del Muñeco es saber interpretar el momento histórico. Como siempre va al ataque, la forma de cuidarse es esencial. Lo que más le costó en todo el ciclo es la pelota parada defensiva, un rubro que parece haberse corregido en las últimas semanas.
Matías Suárez es el mejor delantero de nuestro medio. Y lo va a extrañar, víctima de una pequeña distensión. Romero reemplazó a Borré con aires de grandeza. Nicolás De la Cruz volvió a volar (y marcar), Bruno Zuculini es el faro escurridizo que precisaba Enzo Pérez. Todo eso es cierto. Pero nada de ello podría haber ocurrido para que River volviera a ser el River que quiere Gallardo y entusiasma a una parte del público imparcial sin los cuatro caciques del fondo.
Gonzalo Montiel era zaguero y hoy juega, de a ratos, como si fuera un lateral derecho brasileño. La finalísima contra Brasil es una muestra. Lo quieren de Europa. Marca, contagia, se proyecta. Y hasta patea penales. Paulo Díaz suele excederse en algún tramo, pero tiene calidad y personalidad. Indispensable en el juego aéreo y hasta lanza puñales a modo de asistencias. Héctor David Martínez es uno de los tantos casos de que un curso acelerado en Defensa y Justicia puede dar dividendos a futuro. Juega como si fuese un experto, a los 23 años.
Es una pareja que se complementa. A veces, se pasan de revoluciones. En el sector izquierdo, Fabricio Angileri es la demostración de que a los buenos jugadores hay que esperarlos todo lo que se pueda. En los días más dubitativos generales, era la principal respuesta, en ataque y defensa.
Lo interesante es que los últimos tres casos dejaron a un costado (en el banco de los suplentes) a defensores indispensables en el historial de Gallardo en River, con más de una batalla ganada. Javier Pinola (38 años), Jonatan Maidana (35) y Milton Casco (33) deben esperar. El Muñeco suele ser inflexible con los rendimientos, más allá de los nombres propios. Lucas Pratto es un ejemplo brutal.
El funcionamiento colectivo potencia el trabajo defensivo. Sin embargo, pieza por pieza, no se ve en el horizonte valores en el mismo puesto -y características similares- que les hagan sombra. River tiene los mejores defensores. ¿Hay un número 4 mejor en nuestro medio? No parece. ¿Del nivel de los zagueros, de su entendimiento? ¿Laterales como Angileri que avanzan con criterio, de buena pegada y, además, el factor sorpresa?
La nómina es breve y antojadiza, tal vez falte algún valor con futuro promisorio. Lateral derecho: Jonathan Sandoval (Argentinos, aunque juega ahora con línea de tres), Fabricio Bustos (Independiente) no termina de consolidarse, Primer zaguero: Lautaro Giannetti (Vélez), Facundo Garcés (Colón), Sergio Barreto (Independiente). Segundo zaguero: Carlos Izquierdoz (Boca), Adonis Frías (Defensa y Justicia), Gastón Ávila (Rosario Central). Lateral izquierdo: Eugenio Mena (Racing), Elías Gómez (Argentinos, aunque juega ahora con línea de tres), Matías Melluso (Gimnasia).
Puede haber alguno más que sea bueno. O muy bueno. Pero difícil que se acerque al nivel de los cuatro defensores de River, los guardianes del ataque.