Bélgica dispara contra Lukaku: "Oye, Rom, ¿dónde estabas?"
"¿Dónde estabas, Rom, cuando más te necesitábamos? Sombrío en el partido y transparente después", encabeza HLN un duro editorial después de que el arite fuera domado por Chiellini.
Lukaku vio portería, sí, de penalti poco antes del descanso. Pero el segundo máximo goleador de la Serie A, autoproclamado comensal de la mesa de Cristiano, Messi y Lewandowski fue una sombra de lo que acostumbra su poder. Su inabordable estampida, su juego como hombre boya a la espera de la segunda línea y su sentido perfecto de los espacios en el área habituales fueron anulados, principalmente, por la última clase magistral de Giorgio Chiellini. La sonrisa pícara del veterano central sin contrato de 36 años, cumplirá 37 en agosto, lo decía todo al final del partido. Sacó el manual y sentó al belga en un potro de torturas continuado, anticipándose casi siempre, reactivo y tiempista cuando hacía falta e inteligente, mucho, para evitar que la gigante estampa del belga alargará los ataques o habilitara la llegada de la segunda línea, como acostumbra en el Inter. Lukaku, domado.
Lukaku le había marcado dos goles a Rusia en la apertura y uno a Finlandia, parecía que iba a ser el goleador del torneo, la inercia de la temporada así lo indicaba, pero perdió fuelle. Él y Bélgica. El cruce contra Portugal se solventó, una victoria, pero que dejó también dudas. Los lusos merecieron más. Italia lo celebra ahora y casi más que nunca. Lukaku era el ogro, el gigante al que maniataron liderados por Chiellini. "Él y Bonucci deberían dar clases en Harvard de cómo tiene que ser un defensa central", dijo Mourinho en su momento. El viernes el césped de Múnich se convirtió en los pasillos docentes de la universidad de Massachusetts.