Antetokounmpo llama a la rebelión
Partido estratosférico del griego, otra vez, y superioridad clara de los Bucks en el primer duelo en Milwaukee. Día negro de Booker y resurrección de Jrue. El miércoles, choque clave.
Hace 50 años que los Bucks (1971, el equipo de Lew Alcindor/Kareem Abdul-Jabbar y Oscar Robertson) no ganan el título… y hace 13 días que Giannis Antetokounmpo sufrió una lesión de rodilla de apariencia ominosa en el cuarto partido de la final del Este, una serie contra Atlanta Hawks que parece lejanísima porque las Finales son un tiempo y un lugar en sí mismo, un ecosistema diferente a todo. Giannis tiene 26 años, todavía. Ha jugado cinco All Star, ha ganado dos MVP, un premio a Mejor Defensor del Año, uno al Jugador Más Mejorado y ha entrado tres veces en el Mejor Quinteto y dos en el Segundo Mejor desde que llegó a la NBA, como un fideo, en 2013. Se ha mantenido, además, fiel a los Bucks cuando las aguas de la agencia libre se empezaron a arremolinar en torno a él, un valor codiciado en la actual NBA. Y, sin embargo, le han llovido críticas crudísimas, muchas demasiado destructivas, tras las eliminaciones en playoffs de los dos años anteriores. En las que enseñó carencias y en las que le faltaron madurez y recursos, sí. Pero quizá la clave de todo era, finalmente, el primer dato: tiene, ahora, 26 años.
El mismo Giannis (más maduro, más fuerte: mejor) en el que algunos se empeñaron en ver más los defectos (a veces groseros, sí) que las virtudes (atómicas) ha sido el mejor jugador de los tres primeros partidos de las Finales 2021. Una serie en la que se enfrenta a un jugador que es leyenda (Chris Paul) y a otro que tiene talento para acabar siéndolo (Devin Booker). Menos, repito, de dos semanas después de casi destrozarse la rodilla y con momentos en los que, sobre todo en desplazamientos laterales en defensa, demuestra que no está al 100%. Giannis es un ejército de un solo hombre, un jugador de fortaleza física evidente y mental cada vez menos cuestionable. Después de su 42+14+4 en el segundo partido acabó el tercero con 41 puntos, 13 rebotes y 6 asistencias. Estuvo en todas partes, literalmente. Y gobernó las zonas con una superioridad que llegó a recordar a Shaquille O’Neal. Y no es que Giannis sea Shaq, todavía no estamos ahí. Es que su capacidad para decidir el partido jugando cerca del aro se puede comparar a la de aquel: 12/12 debajo de la canasta, 14 tiros anotados (28 puntos) en la pintura. Son números que en el último cuarto de siglo solo han amasado, en las Finales, Shaq y LeBron James. Son números muy, muy serios.
Por si alguien quiere más perspectiva: solo Shaquille había enlazado dos partidos de al menos 40+10 en la lucha por el título, y solo Jerry West, Magic Johnson, LeBron y Kevin Durant habían sumado al menos 41+13+6. El griego es el séptimo con un 40+10+5 y el quinto con 100 puntos y 40 rebotes en los tres primeros partidos de una Final. Estos son los otros cuatro: Elgin Baylor, Willis Reeed, Kareem Abdul-Jabbar y, otra vez, Shaquille. Una compañía interesante para alguien que hace cuatro telediarios no sabía jugar al baloncesto. Sus medias en la serie están en 34,3 puntos, 14 rebotes, ,4,6 asistencias, 1,3 tapones, un 61,2% en tiros de campo y un muy notable (para él) 65,3% en tiros libres (brillantísimo 13/17 en el tercero). Es una cuestión de dominación por mucho que, es extraño, haya grandezas que parecen más difíciles de reconocer que otras aunque estén desplegando sus alas ante todo el mundo, con un destello cegador. Esta versión de Antetokounmpo, menos obcecado en acciones que le penalizan lejos del aro y con más movimientos efectivos cerca de canasta (sigue progresando: tiene 26 años) es majestuosa, infernal, superior. Hay muchas formas de ser un jugador de baloncesto excepcionalmente bueno. También, por suerte, en 2021. También en la era del triple.
Una tormenta perfecta en Milwaukee
Los Suns no han estado nunca a un partido del título. Han perdido dos Finales por un idéntico 4-2 y ahora siguen en el dos (2-1 a favor). Todavía son favoritos. Se ganaron en Arizona el derecho a jugar con red a domicilio. Y les queda el cuarto partido (el miércoles: dos días de descanso) para hacer saltar definitivamente las costuras de la serie (están, ahora, 6-3 fuera de casa en playoffs). En el peor caso, un 2-2 les metería en una miniserie a tres partidos con dos en su pista, incluido el hipotético séptimo. Y ya han salido de lugares peligrosos y callejones amenazantes contra Lakers y Clippers. Es un equipo bien entrenado, con un líder generacional como Chris Paul y más maduro como bloque de lo que presagiaría la juventud de muchos de sus jugadores principales. Los Suns son todo eso… pero no son tan superiores a los Bucks como parecieron en el primer partido.
Van a tener que sudar. Van a tener que ser más duros porque su rival es un ejercicio en movimiento de resiliencia mental y consistencia física. En cinco partidos de esta temporada entre regular season y Finales, los Suns solo ganan por cinco puntos totales (589-584) a los Bucks. Son mejores, tienen más armas y su rival no tiene respuesta para su mejor versión. Pero cuidado: la dinámica de los dos últimos partidos abre la opción de la jungla, y ahí ruge Giannis; y la fuerza de los Bucks en su suelo, en esa Wisconsin que parece más lejos de todo de lo que realmente está, convierte el Fiserv Forum en las Termópilas. En las Finales de la NBA puedes pasar, sin saber realmente cómo, de ser cazador a ser pieza de caza, y cuando quieres enterarte tu rival te ha devorado y está en plena parade por su ciudad. El tercer partido planteó muchas preguntas, seguramente el cuarto dará unas cuantas respuestas. Tal vez algunas definitivas.
La inercia favorable a los Suns duró poco más de un cuarto. Otra vez, pareció de salida que los de Monty Williams recorrían sin casi sudar más terreno que el que cubrían los Bucks con un sufrimiento atroz. Y que, por lo tanto, su reserva de energía se impondría en la carrera de fondo que supone un partido completo. Después de un primer cuarto primoroso de Chris Paul y DeAndre Ayton (12 puntos, 6/7 en tiros para el pívot), el partido estaba 30-36 en el minuto 15 y la temperatura bajaba golpe a golpe, grado a grado, en el Fiserv Forum. Ahí llegó la revolución: 30-9 en 9 minutos hasta el descanso (60-45) con, por primera vez, los Suns completamente superados. Cuando Cam Johnson montó (10 puntos casi seguidos, un mate de póster) un conato de vuelta a la normalidad en el tercer cuarto (74-70), los Bucks soltaron la dentellada definitiva, la que demostró que también pueden dominar tramos largos de los partidos, ser el agresor: 24-6 para cerrar el tercer cuarto (98-76) con un 16-0 final que llegó a 19-0 en el inicio del último parcial (101-76).
Los Suns estuvieron más de cinco minutos sin anotar. Las personales diluyeron a Ayton, Paul sufrió mucho contra Jrue Holiday y lleva en los últimos dos partidos 17 asistencias… y 10 pérdidas, algo absolutamente impropio. Devin Booker vivió un día de pesadilla (gran trabajo de Middleton) y se pasó el último cuarto en el banquillo: 10 puntos, 3/14 en tiros. Los triples de Crowder y la aparición de Johnson sostuvieron en la segunda parte a unos Suns finalmente sin respuestas, abrumados. Pero, repito, con margen para permitirse una noche así y dos días ahora para darle vueltas al vídeo. El miércoles deberían ser mejores… o llegarán los problemas de verdad.
Para los Bucks fue el partido perfecto. La reivindicación, el oxígeno, la fortaleza. Más allá de Giannis, el ataque fue mucho más fluido (28-21 en asistencias, 9-15 en pérdidas), el tiro progresó (14/36 en triples, 9/31 los Suns), el rebote volvió a ser suyo (47-36, 13-6 en ofensivos) y el juego se desatascó desde la seguridad cerca del aro (22 puntos en el segundo cuarto, una carnicería) hacia las posiciones exteriores. Middleton mejoró (18 puntos, 7 rebotes, 6 asistencias sin necesidad de forzar) y, esto puede ser crucial, Jrue Holiday rompió en el tercer cuarto con cuatro triples, tres seguidos cuando la remontada era una amenaza real. Acabó con 21+5+9 y un 5/10 desde la línea de tres para acompañar su fenomenal ejercicio defensivo. Así, sí. Así los Bucks, con buenos minutos de banquillo de Portis y Connaughton, pueden ganar esta eliminatoria si siguen subiendo las revoluciones de una defensa cada vez, una inercia muy prometedora para ellos, menos plegada a los impulsos de su rival.
No se trata de ser mejor o peor equipo sobre el papel, de tener más armas o de hacer las cosas con más o menos estética. Se trata de convertir la Final en una trinchera en la que se te abra la opción de ganar cuatro partidos de siete. Los Bucks no son mejores que los Suns, pero sí pueden hacer eso. Que pregunten si no a los Cavaliers de 2016, el último que remontó tras perder los dos primeros partidos (contra los Warriors del 73-9, nada menos). Ahora tienen un punto de apoyo, tienen a un Giannis Antetokounmpo que mira al infinito y tienen un partido a todo o nada, más allá de lo que digan las matemáticas, el miércoles. Su rival jugará mejor, o más les vale al menos contar con ello. Pero el Fiserv Forum, la jungla, se estrechará como la garganta de las Termópilas en cuanto atruene el rugido de Giannis. Hay Final.