Tevez y la chance de irse de Boca
El capitán evalúa su futuro y en Olé te contamos de qué se trata...
Olé¿Será esa la imagen, la que ilustre su final? ¿Será nomás un epílogo triste, derrotado, con los brazos caídos en un estadio sin gente, después de haber perdido sin luchar? ¿Puede el hastío triturar la ilusión, empequeñecer los sueños y romper las promesas más sentidas? ¿No hay más Libertadores, ni retiro en el club del que se dice es hincha, ni última foto en una Bombonera ardiente? ¿Puede Carlos Tevez irse así de Boca?
Estas preguntas, quizá otras más también, atraviesan la mente del Apache en estas horas de reflexión profunda y de replanteo de su futuro. Es cierto que lo hace toda vez que concluye una temporada, pero esta vez su entorno ofrece señales inequívocas y todas en la misma dirección. En junio, el capitán tiene una cláusula de salida a su favor, lo que abre el juego. De los tres escenarios posibles: seguir en Boca, retirarse o irse a jugar a otro lado, la primera opción es la que menos probabilidades tiene. Y si algo está por romperse, será pronto.
Tevez macera una decisión difícil, porque sabe que esta vez no habrá otra vez, y porque su decisión (que puede estar justificada por cientos de razones) chocará de frente con las demandas de los hinchas y su te amo/te odio/dame más, y con su propio historial del olvidable episodio de su fuga a China de 2017 que sin dudas dejó una mancha en el historial del jugador del pueblo.
Si fuera otro equipo, Tevez se habría ido hace tiempo, pero en el acumulado de sinsabores que vivió en su último año y medio en Boca está la génesis de la decisión que hoy está en erupción urgente. Lo evidente salió a la luz varias veces: su nula relación con el Consejo de Fútbol, la tirantez latente con Riquelme y los constantes conflictos internos lo fueron desgastando. También cuestiones personales como la dolorosa enfermedad y posterior muerte de su padre Segundo contribuyeron a sus bajones anímicos que minaron el día a día en el club. Lo mismo que la pérdida de algunos amigos del plantel, como Ramón Abila, que le hacían más llevadera su vida cotidiana en Boca.
El día a día de Carlitos
En su entorno lo ven triste, sin ganas de seguir. Como que está decidiendo algo importante, crucial. "Si hoy hubiera competencia no hay dudas de que seguiría. Pero viste cómo es Carlos. Tiene dos semanas de vacaciones, es mucho tiempo, y la cabeza le trabaja a full...", cuenta alguien de su mesa chica.
Parte de la clave parece andar por ahí. Sin el trajín del día a día, Tevez comienza a ver que la realidad futbolística del equipo está lejos de ser la ideal. Tevez ve que Andrada pidió ser transferido, que ya se fueron Buffarini, Mas, Soldano, Jara y Mauro Zárate. Que pueden vender a Capaldo, que Maroni y Obando suenan en Lanús... Mientras el Consejo de Riquelme no puede fichar a ningún jugador de jerarquía, que Cavani decidió continuar en Manchester. Y que no hay una idea de juego clara, con Miguel Russo puesto en duda cada vez que Boca pierde. Entonces, Tevez no vislumbra una política deportiva que permita que el equipo esté fuerte para pelear la Libertadores mano a mano con Mineiro en octavos de final, con River en cuartos, y lo que toque después en el camino minado que parece ser la chance de la Séptima.
¿Colgar los botines es una opción?
A los 37 y contando, el dejar el fútbol siempre es una opción para quien no lo hace por dinero (aunque cobre bien por ello). Cuando la muerte de su papá le disparó esa chance, fue su mamá la que lo impulsó a seguir jugando, y todavía puede haber algo de ello en el deseo de mantener la llama del Tevez futbolista.
Por eso, hay una chance concreta de que Carlitos juegue un tiempo más en el exterior. Ahí, la chance más concreta pareciera venir de la MLS, aunque por ahora es una proyección solamente, sin siquiera exista ninguna negociación sobre la mesa.
Dentro de la cancha, el Tevez que se deja ver es un Tevez vacío. En San Juan deambuló por el campo sin destino, aún con lo que había en juego: la chance de ser tricampeón. Habrá que ver si el Carlitos de siempre vuelve, o finalmente se habrá ido para no volver.