La filosofía 'oranje' sigue viva
Países Bajos gana en un partidazo delicioso a una Ucrania valiente y descarada gracias a un Dumfries sensacional.
Volvieron a ser el equipo divertido, ofensivo, imprevisible y agradable de ver de siempre. Y encima ganaron cuando parecía que iban a tirar por la borda en un periquete lo que habían conquistado a base de esfuerzo.
Frank de Boer llegó al partido en la picota. Poca gente se preocupa más de la estética que de los resultados. En los Países Bajos la cosa de cómo se gana es tan fundamental que incluso le pidieron al seleccionador un cambio de sistema mediante una avioneta con una pancarta colgada a la cola del aparato. Las discusiones de salón se acabaron en cuanto los oranje volvieron a ser reconocibles desde el primer minuto.
De Boer demostró que, sin tener la mejor selección en cuanto a nombres de la historia del país, sigue fiel a una idea que aplicó desde el primer momento en un partido delicioso porque el rival también es de los que vive buscando la portería rival.
La salida de los oranje fue brutal y sólo el portero ucraniano con tres paradas inmensas logró que se llegara al descanso con empate. Tanta resistencia se rompió al inicio de la segunda parte, cuando Wijnaldum y Weghorst parecieron sentenciar un partido que el talento ucranio igualó hasta que Dumfries, sin que sirva de precedente, impusiera el discurso al método.