Tras una discusión con su madre comenzó a cavar en el patio para descargar el enojo: ahora tiene una cueva con calefacción y wifi
Un joven de Alicante, España, empezó a construirla a los 14 años. Hoy tiene 20, y su proyecto cuenta con una habitación de siete metros cuadrados, con cama y espacio para visitas
Este increíble proyecto comenzó cuando sólo tenía 14 años y después de una discusión con su madre, que lo quería obligar a cambiarse de ropa para poder salir de su casa.
La rabia que sintió lo hizo salir al patio, tomar una pala y pagar su frustración con el suelo, toda una pataleta de adolescente que se convirtió en una forma de canalizar sus emociones. Cada vez que se sentía estresado o enojado, acudía a su pequeño agujero en el patio, y así, tarde tras tarde, fue moldeando su cueva privada.
Esta es la historia de Andrés Cantó, un joven de 20 años oriundo de La Romana, un pueblo de unos 2.400 habitantes en la provincia de Alicante, en España.
En entrevista con la BBC en español Andrés cuenta que parte de su inspiración la obtuvo de sus vecinos, pues en el campo donde vive todas las personas mayores tienen cuevas, y que la suya la empezó a cavar con nada más que un cincel y un martillo.
En 2018 su proyecto comenzó a tomar verdadera forma. Para entonces apenas tenía un agujero de 1,2 metros de profundidad en el suelo, pero ese año conoció a Andreu Palomero, quien hoy es su mejor amigo. Él creyó que el sueño de Andrés podía hacerse realidad y decidió ayudar prestando un pico eléctrico grande con el que ambos cavaron los dos metros que faltaban para llegar a lo que hoy es una habitación bajo la tierra.
Juntos hicieron crecer el lugar, sacando gravilla, arcilla, tierra y piedras, hasta que pudo caber más de una persona en el agujero.
“Tuvimos que moldear siempre en forma de curvita, porque si te pones a hacer ángulos rectos se te cae”, explicó Andrés a la BBC.
El joven contó que siempre ha sido un entusiasta de la arquitectura, y que en su tiempo libre suele construir casas modelo y “cosas raras”, por lo que sus padres tampoco se sorprendieron mucho de que tuviera el proyecto de construir su propia cueva.
“Preguntaban todos los días ‘¿qué tal va?’, ‘¿sigues cavando?”, comentó el joven, quien detalló que alrededor de su casa hay otras 7 u 8 cuevas que son de sus vecinos.
En los seis años que lleva la construcción, Andrés ha tenido que recurrir a sistemas de poleas caseros para sacar la tierra mientras hace las ampliaciones a su cueva, y ha incluido pilares para sostener las paredes.
La cueva tiene, según los propios cálculos de su dueño, unos siete metros cuadrados y una capacidad de albergar un máximo de siete personas.
Reconoció, además, que la cueva es muy cómoda para estar en cualquier momento del año. En verano, por ejemplo, cuando la temperatura puede alcanzar unos 35 o 40 grados centígrados, en el interior pueden hacer unos 20 grados. Pero en invierno, cuando la temperatura baja a menos de 15 grados, la cueva tiene un sistema de calefacción que está hecho con “carbones y un hornito”, además de un ventilador para sacar el aire.
En el exterior hay una gran capa de tierra que separa la entrada de la superficie, por lo que la lluvia no ha sido un problema tampoco, como sí lo ha sido un lago cercano, cuya agua se ha filtrado a la cueva en varias ocasiones.
Como si esto fuera poco, también logró llevar wifi, gracias a su celular de datos ilimitados que coloca a la entrada y cuya señal alcanza hasta la habitación, logrando ver películas y escuchar música, sea en streaming o descargándolas.
La historia de Andrés se convirtió en un éxito en redes sociales después de que decidiera hacer un hilo en Twitter compartiendo el proceso y los avances de su cueva privada. Rápidamente pasó de tener 300 seguidores a más de 3.400, y su hilo a cosechar unos 46 mil “me gusta”.
Tras el revuelo generado por la difusión del proyecto, agentes de la Guardia Civil y del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) se presentaron en el lugar para hacer un informe.
“No la pueden catalogar como sótano, caseta de jardín, ni casa, y está dentro del terreno de mi familia”, dijo Andrés, que no sabe qué licencia debe conseguir.
Ahora este joven sueña con ser actor y quiere estudiar arte dramático en Valencia, pero antes anhela terminar su habitación bajo tierra y tenerla para descansar cuando vuelva a casa de sus padres.
Confesó, por su parte, que tantos años cavando le han servido como terapia psicológica y que le hace gracia la gente que piensa que está loco por descargar su enojo cavando, pues al final del día él tiene su cueva.