"Ponelo a Enzo", el análisis del empate de Boca ante Barcelona

El arquero de Barcelona tuvo menos trabajo que Pérez: salvo un cabezazo, Boca no le acertó al arco y quedó obligado a ganarle a The Strongest para depender de sí mismo. Si no lo hace, ni merece estar en la Copa.


A ver, Enzo Pérez también podría haber atajado en la Bombonera, para el Barcelona, sin ningún tipo de sobresaltos. No debería ser la presencia de un arquero improvisado la única invitación a patear al arco: también se puede probar cuando hay un arquero de profesión. Pero Boca pareció no entenderlo así y, al cabo de 90 minutos, el 1 del Barsa sudamericano choreó la plata. Como el bueno de Enzo durante todo el partido frente a Santa Fe. Que quede claro: cada cual endiosa a quien quiere, pero una cosa es el relato y otra la realidad. No hubo mérito alguno que reconocerle a Burrai, como tampoco a Enzo Pérez. Paremos de crear falsos mitos. No disfracemos de épica a una noche común.

La cuestión es que Boca no sintió ni la mínima curiosidad por testear a Burrai, un chico que hizo Inferiores en Arsenal y que en su brillante carrera puede presumir de sus pasos por Camioneros, Brown de Madryn, Gimnasia de Jujuy, Sarmiento o Macará. Hubo un cabezazo flojito de Maroni y ningún otro tiro entre los tres palos. López tuvo una, solo y sin arquero, y la tiró arriba. Fue la más clara (la única). Y ahora, el equipo quedó obligado a ganarle a The Strongest para clasificarse sin depender de otros. Lo cual, la verdad, no parece un problema. El boliviano es un equipo coleccionista de goleadas sin la altura como aliada y si Boca no es capaz de ganarle aunque sea 1 a 0, no merece ser parte de la Copa.

Eso, en cuanto a los resultados. Si lo que se evalúa es el juego, es difícil de explicar por qué los hinchas tienen alguna ilusión, si es que realmente la tienen -los racionales, al menos. Con o sin los chicos, Boca no tiene fútbol. Y si encima no está Tevez, carece de un patrón en todo el sentido de la palabra: no hay un dueño de equipo, alguien que putee a los tibios o a los dormidos, o que contagie con su propia agresividad y su sangre caliente a un equipo pasivo y previsible. Aceptar a Soldano en la formación por empatía con un muchacho esforzado es una cosa. Ahora, que ocupe el lugar de Tevez es otra. Con un Pavón que parece haber perdido la explosión en el uno contra uno (ni siquiera lo intenta) o que quizá haya sumado muchos minutos juntos de golpe, Boca depende casi exclusivamente de que se ilumine Villa, un muchacho más proclive al desequilibrio individual que al  pensamiento colectivo. 

Es una suerte que la Copa se corte después de esta primera fase. Dando por sentada una clasificación todavía pendiente, hay un par de meses para repensar y trabajar a este equipo oscilante que depende íntegramente de sus individualidades y al que le faltan un par de refuerzos de jerarquía, entre ellos un 9. Si no, será difícil avanzar. Cualquier equipo lo complica: hasta Barcelona de Ecuador.

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