La maldición de los Suns: un año histórico amenazado por LeBron

Los Suns han hecho historia: segundos y retorno a playoffs 10 años después. Sin embargo, se cruzan con el peor rival en primera ronda: los Lakers de LeBron y Davis.

Alberto Clemente
As
La primera ronda tendrá un morbo añadido este curso. Los Lakers, actuales campeones, se han visto abocados al play-in, que han ganado a los Warriors. Y se han clasificado como séptimos para los playoffs, una anomalía, una posición con la que no contaban a inicios de curso. Eso sí, el problema no es solo para ellos, también para sus rivales: los Suns. Tras una temporada histórica, el equipo de Arizona ha regresado a la fase final por primera vez en una década. La llegada de Chris Paul y la cultura creada por un Monty Williams que aspira legítimamente al premio a Mejor Entrenador (junto con Quin Snyder), ha permitido a la franquicia superar las 50 victorias (únicos en conseguirlo junto a los Jazz) y situarse como un verdadero aspirante. La espera se ha acabado para una entidad que soñó con el anillo con Steve Nash y ahora tendrá su oportunidad en una Conferencia Oeste llena de posibles finalistas. Pero claro, se han encontrado en primera ronda con el rival que todo el mundo quería evitar: los Lakers de LeBron James y Anthony Davis. Los vigentes campeones, que llegan de una temporada extraña que podrán enderezar si sus dos estrellas están bien físicamente. Y, si eso se cumple, son candidatos a todo. Por desgracia para los Suns.

Los de Arizona son una franquicia históricamente maldita, más por deméritos propios que por mala suerte. Nunca han ganado el anillo y solo se han colado en dos Finales (1976 y 1993), son un mercado pequeño a los que les cuesta atraer agentes libres (el desierto de Arizona y sus cosas) y no dan con la tecla en playoffs. En 1993, con Charles Barkley, no aprovecharon la ventaja de campo ante los Bulls de Michael Jordan y perdieron todos los partidos que jugaron ante su público. Y, con el siguiente proyecto competitivo, el del ya mencionado Steve Nash, no pudieron alcanzar las Finales. Cambiaron el baloncesto con una plantilla icónica (Stoudemire, Mario, D'Antoni en el banquillo...), asentaron de forma definitiva el pick and roll y enamoraron al mundo con el Seven Seconds or Less, pero disputaron tres finales de Conferencia sin suerte y cayeron de forma polémica en las semifinales de 2007 (el accidente con Robert Horry y los Spurs, su bestia negra), cuando parecían tener más fritura y una madurez que les orientaba al anillo.

Ni con esas ganaron los Suns, que se despidieron de su última oportunidad en 2010, ante los Lakers de Kobe Bryant y Pau Gasol. Tras eso, encararon una travesía en el desierto que ha acabado este año por obra y gracia de Monty Williams, que ya estuvo acertado el año pasado tras tantear con el banquillo de los Lakers y en este ha explotado todas sus virtudes. Y también con Chris Paul, que ha promediado 16,4 puntos, 4,5 rebotes y 8,9 asistencias que le han llevado al All Star con 35 años (ya tiene 36). Y con Devin Booker (25,6+4,2+4,3), DeAndre Ayton (14,4+10,5), Mikal Bridges (13,5 y un 42,5% en triples), Jae Crawder (10,1), una plantilla compensada, con un base inteligente, una estrella emergente y un banquillo potente. Y todo, para cruzarse en un todo o nada con los Lakers en primera ronda, una barbaridad de serie que seguramente será larga y que demostrará realmente si estos Suns pueden optar al anillo o se quedan en una temporada acabada antes de tiempo por un cruce que han tenido demasiado pronto.

Un duelo de altura

Los Suns tienen un problema: han ganado dos de los tres enfrentamientos directos que han tenido este año con los Lakers, pero han perdido el último de ellos (en Phoenix y sin LeBron) y se la juegan a un equipo que sufre ante aleros altos (Kawhi, Paul George...) y no ante bases talentosos. Alex Caruso llega a todo, Anthony Davis ayuda dentro y fuera y las armas para frenar las virtudes de sus rivales son múltiples por el buen hacer de Frank Vogel, que dirige al segundo equipo que menos puntos recibe de la competición (los Knicks, claro, son los primeros) y tiene a su disposición a auténticos expertos en la materia. Y en ataque, los Suns deberán parar a LeBron James (camino de los 37 años, sí, pero...), para el que no tienen un emparejamiento claro (algo que nadie tiene en la NBA, por otra parte) a Davis (si está bien, es imparable), al ingobernable Dennis Schröder, el talentoso Talen Horton-Tucker o los rebotes ofensivos de un Andre Drummond que será importante en el sobre y contra Ayton (ya veremos el papel que Marc Gasol, 0 minutos ante los Warriors, tiene aquí)... hasta que Vogel quiera. Ya vimos que el año pasado Davis jugaba muchos minutos de cinco y es ahí donde más daño hace. El resto, ya lo veremos.

La variable de Chris Paul puede servir hasta cierto punto a los Suns. El base es infatigable, pero la mala suerte es inherente a su figura en playoffs. La serie recuerda, en ligeras dosis, a la que enfrentó a Clippers y Spurs en 2015: los texanos, campeones, se relajaron en regular season y quedaron en séptima posición, pero llegaron en forma a una primera ronda de playoffs contra unos angelinos de 56 victorias. Mucho se habló de la mala suerte de coincidir en primera ronda contra Tim Duncan y compañía tras una temporada histórica, pero los Clippers sacaron la serie en el séptimo partido gracias a un tiro ganador de, vaya, Chris Paul. Eso sí, en semifinales desaprovecharon una ventaja de 3-1 (las cosas de Doc Rivers) y perdieron ante los Rockets de James Harden. En Houston, Paul tuvo su gran oportunidad y disputó las finales de Conferencia por primera (y única) vez en su carrera... pero se lesionó en el séptimo partido y los suyos perdieron. Y el año pasado, tras un curso también para la historia, desafió a su exequipo en playoffs (con los Thunder), pero cayó, otra vez, en el séptimo partido. Una maldición y la única mancha en el currículum de uno de los mejores bases de todos los tiempos. De forma objetiva.

La lucha contra la historia

La variable del base y cómo juegue sí que será medible en una serie en la que, como en toda la NBA, la mala suerte no tiene un valor numérico. Y, entre todo lo que se pueda hablar de la eliminatoria, emerge la lucha personal de un LeBron que sigue a lo suyo. Camino de los 37 años y tras un curso marcado por las lesiones (y 25 puntos, 7,7 rebotes y 7,8 asistencias), el Rey busca defender su corona en el más difícil todavía: nunca ha entrado séptimo en playoffs y jamás un séptimo ha acabado ganando el anillo. Una piedra más en el camino de un hombre que en 2010, cuando los Suns (vaya) llegaron por última vez a playoffs (apenas unas semanas después), cambió Ohio por Florida y se convirtió en el hombre más odiado del planeta. Hoy, cuatro anillos y nueve Finales después (10 en total) es comparado con el mismísimo Michael Jordan en una carrera contra sí mismo y contra el tiempo que aspira a ganar. En otras palabras, ha volteado la opinión pública, ese lugar donde se libran las batallas que deciden las guerras. Y otra variable a tener en cuenta: los Suns, como cualquier otro equipo que quiera el anillo, deberán ganar una serie a siete partidos a LeBron. Y todo lo que eso supone.

La táctica estará por encima de la técnica y la lucha en los banquillos será esencial. También la capacidad de LeBron y Paul para responder, los únicos jugadores junto a Jared Dudley y Marc Gasol que estaban en activo la última vez que los Suns alcanzaron los playoffs (de hecho, Dudley defendió a Kobe en esa serie). La inexperiencia de gente como Devin Booker puede ser decisiva, al igual que el desparpajo que pueda mostrar en su estreno en la fase final. Y la defensa que planteen los Lakers sobre la distribución de Paul y los Suns sobre la de LeBron puede inclinar la balanza. Los Suns tendrán ventaja de campo (ya hay algo de público en las gradas) y los angelinos irán a morder mientras rezan para que sus dos estrellas estén bien físicamente bien. Y, si esto ocurre, a los de Arizona les va a costar mucho sacar la serie adelante. A ellos, y al resto del mundo. Se espera morbo, grandes dosis de talento y una primera ronda de infarto que da igual a los Lakers y molesta (con razón) a los Suns. La serie a seguir del inicio de los playoffs promete ser larga, fructífera y extraordinaria desde el punto de vista del aficionado. Y también, claro, de difícil predicción. Suns y Lakers, Paul y LeBron, Phoenix y Los Angeles. Lucha de titanes. Se avecina tormenta.

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