La FIFA estaba detrás de la Superliga, según New York Times
El diario explica que a pesar de que Infantino se declaró en público en contra, en privado estaba al corriente del plan y sus subordinados mantuvieron reuniones en ese sentido.
Es más, en los documentos del acuerdo se señala la necesidad de un acuerdo con la FIFA para llevar a buen puerto el proyecto. En la documentación se aprecia el "requisito esencial" del entendimiento con el organismo, que aparece con un nombre el clave ("W01") pero identificable a todas luces. Sin ese visto bueno era "una condición esencial para la implementación del proyecto". El New York Times explica que si bien Infantino en público se declaró contrario a la maniobra y tibio en sus declaraciones, en privado conocía perfectamente los planes y, además, varios de sus subordinados habían mantenido conversaciones con los clubes separatistas. El New York Times apunta que los contactos en ese sentido se habrían iniciado en 2019 llevado a cabo por un consorcio de consejeros denominado A22 y hombres de la máxima confianza de Infantino. Matias Grafstrom, mano derecha de Infantino y secretario general adjunto, era uno de ellos, siempre según el New York Times.
La versión coincide con las sospechas que desde el primer momento manifestó Javier Tebas, presidente de LaLiga, quien desde hace meses denunciaba la tibieza de Infantino sobre el tema, al que pedía que aclarara su postura. Según The New York Times, el dirigente mundial ha estado jugando con dos barajas. Tebas ya avisaba de que el nombre en clave que aparecía en la documentación que le había llegado de la Superliga era el de Infantino, como también confirma el New York Times.
¿Pero qué contraprestación recibiría la FIFA por su apoyo? Según la información, en las reuniones se deslizó la posibilidad de que, a cambio de la luz verde de la organización mundial, los clubes implicados se alinearían y participarían —o al menos varios de ellos— en el nuevo Mundial de Clubes que Infantino tenía en mente. El grupo disidente buscaba la protección del proyecto al más alto nivel, de manera que los jugadores tuvieran la certeza de que no se arriesgaban a posibles sanciones. En definitiva, que participar en la Superliga no les costara el tener que renunciar a participar con su selección nacional. De la información se desliza que el grupo de clubes encontró en Infantino a un interlocutor abierto y comprensivo ante la deriva del fútbol que le habían presentado y que, solamente después de comprobar esto, fue cuando se lanzaron a cerrar el imprescindible apoyo económico de JP Morgan.
Cuando aparecieron los rumores previos al anuncio oficial de la Superliga, Ceferin, presidente de UEFA, se puso rápidamente en contacto con Infantino para condenar de manera conjunta. Ceferín le preguntó a Infantino si el grupo tenía su consentimiento y si estaba alineado con ellos. Infantino le dijo que no apoyaba esa causa. La declaración conjunta de condena sorprendió a los clubes disidentes, ya que creían contar con el consentimiento de la FIFA, después de las conversaciones mantenidas en las semanas previas.