El equipo culé tiró a la basura una ventaja de 0-2 en una segunda parte lamentable. El Levante sella su permanencia matemática.
A lo largo de este curso, el
Barcelona ha demostrado que se siente mucho más cómodo en las
situaciones límite que en las que tiene la mano de la partida. Y ante el
Levante estaba ante las cuerdas. Cansado de ver pasar LaLiga
como las vacas ven pasar el tren, el equipo blaugrana salió al césped de
Orriols con un ánimo que se había echado de menos en las últimas
jornadas. Cuando lo tuvo todo a su alcance, se suicidó lamentablemente.
Koeman dio entrada a Dembélé en el once inicial en una invitación a
que el partido se volviera imprevisible. El extremo francés es lo más
parecido a Peter Sellers en el Guateque. Capaz de resbalarse en el área
propia y minutos después ganar un esprint vertiginoso para regalar un
gol. La puesta en escena del Barcelona fue la de un equipo que
necesitaba remontar un 3-0 en una eliminatoria. Embotelló al Levante y
en cinco minutos tuvo dos ocasiones claras para adelantarse en el
marcador, pero Pedri falló ambas ocasiones.
Tras la tormenta inicial del Barça, el Levante se recompuso y
reaccionó, pero al equipo blaugrana le quedaba la carta Messi, que a la
primera ocasión que tuvo la embocó dentro. El argentino
ejecutó un remate de delantero centro puro que firmaría el mejor Luis
Suárez para poner en ventaja al Barça, que conquistaba el liderato de
manera virtual.
Ya en ventaja, el Barça volvió a hundir al rival con
un Messi crecido que tanto chutaba como asistía o iniciaba la jugada
que le valió a Demebélé exhibir su velocidad para regalar un gol, ahora
sí, imposible de fallar para Pedri, que se desquitaba de sus fallos iniciales.
En el inicio de la segunda parte, Koeman retiró del campo a Araújo,
que anduvo renqueante del tobillo izquierdo (el que le da tormento desde
inicio de la temporada) para dar entrada a Sergi Roberto. Un
centrocampista que normalmente es lateral jugando de central. Una
apuesta arriesgada, como se pudo comprobar. Se iniciaba la tragedia.
El inicio de la segunda parte fue absolutamente opuesto al de la primera.
Como si hiciera falta una nueva prueba de que el Barça, cuando se
siente en ventaja se aboba, los de Koeman salieron al campo invitando al
Levante a remontar el partido. El Barça empezó a perder
balones, a dejar de ser intenso y a dar la imagen de vaca que mira el
tren. Los locales parecían los primeros sorprendidos ante las
facilidades que ofrecía el líder virtual. Tardó 12 minutos el
equipo local en tomarse en serio la invitación hasta que Melero fusiló
de cabeza a Ter Stegen ante un Sergi Roberto transparente.
No había ni rastro del Barça de la primera parte, que decidió
volver a suicidarse por la vía rápida y tres minutos después del primer
gol local, en una jugada catástrofica de los culés, Morales empató el
partido. El Barça regresaba a su estado ideal, el de la tortura. Lo que
quedaba por ver era sí estaría a tiempo de hacerlo.
Y ante estas situaciones caóticas, nadie como Dembélé para aparecer
en el momento más insospechado para marcar el tercero que debía servir
para que el Barça se impusiera. Pero de nuevo, la capacidad de
autodestrucción del Barça es infinita. Toño hizo lo que quiso
con Dest y puso un balón a Sergio León que empató el partido con un gol
que fue el botón de autodestrucción culé en esta Liga. De todas las
maneras de tirar una Liga, el Barça eligió la más dolorosa.