Con sufrimiento, River llegó de pie al receso
El Millonario no la pasó bien en las últimas semanas de competencia, pero le alcanzó con el envión para clasificarse a los octavos de final de la Copa Libertadores.
Más allá de haber alcanzado, gracias a ese resultado ajeno, uno de los objetivos planteados para el primer semestre del 2021, la sensación para el Millonario fue de absoluta liberación por haber dejado atrás una etapa de competencia desigual de la que salió, en definitiva, bastante airoso.
El desgaste físico y mental que implicó la seguidilla que se inició con el Superclásico fue confirmado por el propio entrenador en la conferencia de prensa posterior a la derrota de anoche: "Fue muy difícil gestionar todo lo sucedido. No tener disponibilidad de futbolistas, tener que estar atentos a su situación de salud y al mismo tiempo competir. Fueron dos semanas muy duras porque jugamos partidos decisivos. Genera mucho más estrés".
En los últimos tres compromisos, los del Muñeco jugaron sin la mayoría de sus habituales titulares, con un arquero debutante, con otro improvisado, sin sus marcadores de punta, sin sus principales generadores de fútbol, sin sus delanteros de mayor renombre y experiencia.
A todas esas adversidades, como dijo el DT, se sumó que se trató de un momento crucial de la temporada. Si jugando con lo que le quedaba, River perdía sus dos últimos dos encuentros del Grupo D, quedaba eliminado. Independientemente de los motivos, el show debía continuar y continuó, aún con algunas escenas dantescas que incluyeron futbolistas lesionados o recién recuperados de COVID-19 en cancha. Por eso, el mal menor fue que varios tengan que jugar fuera de sus posiciones naturales.
En cuanto a lo futbolístico, resultó menos perjudicial que Enzo Pérez tenga que defender el arco la semana pasada que la formación desequilibrada de este martes, sin dejar de lado la evidente diferencia de jerarquía entre los rivales.
Ya sin José Paradela como conductor, sin las escaladas de Fabrizio Angileri por izquierda y con Enzo finalmente descansando para recuperarse de su distensión, el equipo estuvo compuesto por cuatro futbolistas que buscaban aire como podían (más otros cuatro en la misma condición que entraron en el complemento), algunos chicos de las Divisiones Inferiores y un banco también diezmado para ofrecer variantes ante la ausencia de marca y de volumen de juego.
En el absurdo contexto que le tocó, a River no le alcanzó para seguir en la Copa de la Liga -pese a que a puro corazón pudo llevar a Boca a los penales-, pero sí para dar un paso al frente en el plano continental, con la ayuda que vino desde Ecuador.
"Llegamos con lo justo a la orilla, ahora debemos descansar, recuperar energías, que es lo más importante, y prepararnos para lo que viene, que mientras el virus nos siga acechando, va a ser igual de duro", reflexionó Gallardo antes de licenciar a sus dirigidos para retomar los desafíos después de la Copa América.
Quizás sea tiempo de plantearse si en el marco de una pandemia es saludable llevar a un grupo de jugadores profesionales al límite de su exigencia, hacerlos continuar con su puesta en escena como si la realidad que trasciende al deporte les fuera ajena.
Mientras tanto, el plantel riverplatense tendrá su merecido descanso, para luego afrontar una pretemporada que le permita recuperar su mejor forma. O al menos, una que le dé la chance de competir sin tener la obligación de animar un espectáculo en el que se divierten todos menos los protagonistas.