Cómo pasó China de la política del “hijo único” a permitir tres: amenazas a la población, asesinatos de bebés y una nueva crisis social
En las últimas décadas del siglo pasado, el Partido Comunista prohibió tener más de un niño y amenazó con duras penas a quienes lo hicieran. Ahora, un problema diferente provocó un cambio inesperado
El Comité Político del Partido Comunista de China (PCCh) destacó que “las políticas sobre los nacimientos serán mejoradas” e indicaron que “se introducirá una política que permita a las parejas tener tres hijos, junto a medidas de apoyo”. El objetivo de la medida es “mejorar la estructura poblacional” y “responder de manera activa al problema del envejecimiento”.
Además el PCCh anunció que van a aplazar la fecha de jubilación. La Oficina Nacional de Estadísticas de China indicó que durante 2020 nacieron tan solo 12 millones de personas, un descenso respecto a los 14,6 millones de 2019, con un descenso a los 1,3 hijos por mujer.
Origen
En la década de los setenta, con las políticas fallidas del Partido Comunista de la Revolución Cultural y el Gran Salto Adelante detrás, China buscaba formas de frenar el crecimiento de la nación más poblada del mundo, que se acercaba a los mil millones de personas. Al mismo tiempo trataba de poner en práctica un ambicioso plan de desarrollo económico que permitiese al país conservar la esencia del comunismo en un contexto marcado por experimentos fallidos en otras partes del mundo.
Así fue que en 1978 el gobierno central aprobó una propuesta en la cual las oficinas de planificación familiar alentaban a las parejas a tener un hijo, o como máximo dos. Algunas zonas comenzaron a hacer cumplir la regla de “un solo hijo” inmediatamente.
El entonces presidente, Deng Xiaoping, determinó que era necesario controlar la natalidad e introdujo la controvertida política del hijo único. El Gobierno ofreció incentivos a quienes cumplieran la medida, dándoles por ejemplo raciones adicionales de alimento, y castigaba con multas, de hasta un año de ingresos, a los ciudadanos que desoyesen la medida, especialmente vigilada en núcleos urbanos.
Primeros años de aplicación
En la década de los ochenta, el Partido Comunista ordenó a sus 38 millones de afiliados a tener un solo hijo. Las medidas tenían como objetivo frenar el crecimiento de la población a cero para el año 2000. La política comenzó a aplicarse en todo el país, con algunas excepciones, como las minorías étnicas y las familias rurales.
Estas últimas fueron autorizadas por el gobierno a tener un segundo hijo si el primero era una niña, o si presentaba algún tipo de discapacidad.
La implementación de la política derivó en todo tipo de abusos. Mientras que en las clases más ricas tuvieron la posibilidad de sofocar con dinero sus excesos, en otros contextos hubo abandonos de hijos, abortos clandestinos e incluso asesinatos de recién nacidos. La mayoría de las víctimas fueron niñas.
Si solo se podía tener un hijo, muchas familias preferían apostarlo todo al varón, lo que en la práctica derivó en una sociedad con más hombres que mujeres. Según el último censo, la proporción de ciudadanos varones supera el 51,2%.
La era del cambio
El gran cambio a nivel nacional no llegó hasta 2013, cuando el Gobierno anunció que el permiso de tener un segundo hijo se ampliaría a todas aquellas parejas en las que al menos uno de los progenitores fuese hijo único.
Dos años más tarde, en 2015, el gigante asiático dio el carpetazo definitivo a su política del hijo único para autorizar sin condiciones un máximo de dos hijos por pareja. Este cambio derivó en 2016 en un aumento del 7,9% en la cifra de nacimientos, un dato sin precedentes desde principios de siglo, pero no fue suficiente para invertir la tendencia.
Las estadísticas volvieron a mostrar la necesidad de un cambio de rumbo ya que, aunque la población sigue creciendo, lo hace a un ritmo lento. Los datos del último censo mostraron que solo hubo 12 millones de nacimientos el último año, el número más bajo desde 1961. Además en la última década, la población china apenas aumentó en 72 millones de habitantes, un 5,38%, dato que no tiene precedentes desde que se inició el censo en los años cincuenta.
La pirámide por edades también da pistas de esta evolución, ya que los mayores de 60 años representan el 18,7% del total de la población. La tasa de fertilidad por mujer ronda los 1,3 hijos, por debajo del objetivo de 1,8 que se había marcado el Gobierno.