Trincao se queda sin sitio

El 3-4-2-1 de Koeman, que penaliza a los extremos, le ha dejado sin oportunidades salvo en situaciones de urgencia. La aparición de Dembélé en la temporada también le quitó sitio. El club piensa en una cesión.

Juan Jiménez
As
Mientras para algunos como Pedri, el año de rookie en LaLiga se ha convertido en un sueño, para Francisco Trincao está siendo duro. Nadie dijo que sería fácil, pero había expectativas con el portugués, que llegó después de una segunda vuelta excelente con el Sporting de Braga. Tanto, que se especuló con una oferta de 60 millones de euros del Manchester United, que pagaría por el jugador antes de que vistiese de azulgrana...


La participación de Trincao ha ido disminuyendo conforme ha avanzado la temporada. Varios aspectos le han perjudicado. El primero, su rendimiento. El extremo ha ido perdiendo cierta confianza en sí mismo, y eso ha reducido sus oportunidades. Tuvo un feliz momento de gloria en el Benito Villamarín, con un gol providencial para que el Barça le ganase al Betis. Pero pocas cosas más decisivas ha hecho. La aparición de Dembélé, que al fin ha encontrado continuidad en su juego, tiene un mayor potencial y está más hecho, también le quitó foco. Finalmente, el sistema que Koeman implementó desde el partido en Sevilla, el 3-4-2-1 con carrileros, penaliza a los extremos. Así que Trincao, que durante dos tercios de temporada ha tenido más opciones en el 4-2-3-1 y en el 4-3-3, ha aparecido sólo en situaciones de urgencia, como en Valdebebas recientemente.

Con apenas 609 minutos de juego, es lógico que el Barça tenga que hacerse un replanteamiento con el futuro de Trincao. Es un futbolista con potencial y tiene contrato hasta 2025. Pero un jugador de apenas 21 años lo que necesita son minutos, así que resulta lógico pensar que el Barça, salvo venta de Dembélé, estudie una cesión a la que el jugador, con un valor de 25 millones de euros según la web especializada Transfermarkt (costó 31), no pondría demasiados inconvenientes con el fin de crecer. Trincao tiene condiciones interesantes como jugador, pero también se nota a kilómetros que cuanto menos ha jugado, menos ha creído en sí. Maneja una buena izquierda, tiene buena zancada, es potente y tiene desequilibrio. Falla, de momento, en la toma de decisiones, una cuestión fundamental para pasar de ser un buen jugador a un futbolista de club grande.

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