Según un estudio, los rayos UVB, junto a un mecanismo adicional, provocan que sea hasta ocho veces mayor, de entre unos 10 y 20 minutos.
Un equipo de científicos decidió ampliar esa investigación sobre una supuesta vulnerabilidad del coronavirus a la luz solar, detectando discrepancias entre la teoría más reciente y los resultados experimentales. Hasta el punto de afirmar que la luz solar logra inactivar el coronavirus ocho veces más rápido en los experimentos que lo que afirma el modelo teórico.
A raíz de los datos obtenidos de un estudio que se llevó a cabo en julio de 2020 en un laboratorio usando una teoría publicada un mes antes, se han realizado nuevos experimentos y se ha demostrado que la velocidad de inactivación sería de entre 10 y 20 minutos.
La explicación del efecto de los rayos UVB
El nuevo análisis, publicado en la revista especializada The Journal of Infectious Diseases, ha sido dirigido por el ingeniero mecánico de la Universidad de California en Santa Bárbara (UCSB), Paolo Luzzatto-Fegiz, que explica lo siguiente: “La teoría asume que la inactivación funciona haciendo que los rayos UVB golpeen el ARN del virus y lo dañen”.
Sin embargo, como ellos sostienen, la teoría se queda corta, hay algo más, un mecanismo adicional a los rayos UVB que incrementa la rapidez de inactivación. Hablan de los rayos UVA, un componente menos energético de la luz solar pero con un papel más activo del pensado inicialmente.
Aunque se cree que la radiación UVA “no tiene mucho efecto”, afirma Luzzatto-Fegiz, podría interactuar con algunas moléculas intermedias y acelerar así la inactivación. No obstante, no está del todo claro el funcionamiento del mecanismo, es decir, el cómo más allá del qué. Así, pide más experimentos “para probar por separado los efectos de longitudes de onda de luz específicas y composición del medio”.
Nuevo horizonte sobre el que experimentar para detener el virus
Aunque no está del todo claro cómo intervienen ambas radiaciones, de confirmarse se podrían obtener nuevas formas de combatir la pandemia de manera accesible. Por ejemplo, están las bombillas LED, con mayor potencia que la propia luz solar natural, capaces de acelerar esos tiempos de inactivación. Son económicas, de fácil disponibilidad, y serían una solución en caso de que los rayos UVA sean eficaces.Además de esta opción, aportada por Yangying Zhu, coautor de la investigación y profesor de ingeniería mecánica de UCSB, los rayos UVA podrían usarse también para reforzar los sistemas de filtración de aire.
Tendría un riesgo relativamente bajo para la salud humana y sería especialmente en entornos de alto riesgo, como hospitales y transporte público, según explica otro coautor, Fernando Temprano-Coleto.