La cara B de la Superliga: los disidentes siguen exponiéndose a una sanción de la UEFA
El problema al que se exponen ahora Real Madrid y Barcelona (los clubes que aún no se han bajado del barco de la Superliga) es a una sanción disciplinaria de la UEFA para temporadas venideras. Si bien estos clubes pueden alegar al Derecho Comunitario con respecto al Deporte y situaciones monopolísticas; la UEFA, como entidad de derecho privado, puede establecer las medidas disciplinarias que considere oportunas de cara a la próxima campaña al interpretar ahora que se han vulnerado los estatutos y sus normas de participación. “Esta temporada no podía hacer nada la UEFA respecto a sanciones, pero leyendo sus estatutos se interpreta claramente que no es posible que los clubes o jugadores estén simultáneamente en varias competiciones. Vamos a ver ahora la UEFA qué decisión toma respecto a estos clubes. Si se entienden negociando en privado o hay sanciones venideras de cualquier tipo”, apuntan a AS las citadas fuentes. Es ahora cuando la UEFA debe negociar con el los clubes que mantengan el pulso si considera que existe algo que negociar o, como dijo el mismo Ceferin, emprender acciones disciplinarias contra UEFA. "Vamos a imponer todas las sanciones que podamos cuanto antes", resaltó el máximo mandatario de la UEFA en diversas ocasiones estos días. El quid de la cuestión es hasta dónde va a llegar el pulso y si hay o no algún comodín escondido por alguna de las partes.
La vía inglesa, la opción que no valoró Florentino
Alexander Boris de Pfeffel Johnson, primer ministro británico, puso en solfa el proyecto de la Superliga al anunciar que iba a instaurar medidas legislativas para defender a sus clubes y la Premier League. En este sentido fue el punto clave de la partida, porque al estar fuera de la Unión Europea, de poco valía lo que dijera el Tribunal Europeo, que era la baza con la que contaba la Superliga. Tal y como informa AS, una llamada de Boris Johnson precipitó todo: el Gobierno se puso en contacto con los clubes ‘rebeldes’. El sentido de su mensaje fue este: "No podemos impedir legalmente esta competición, pero sí podemos aprobar un durísimo impuesto sobre el lujo y sobre todo, gracias al Brexit, complicar muchísimo los trámites para los permisos de residencia de los futbolistas extranjeros".