Gerard coge el testigo de Riquelme
El internacional mete a un gran Villarreal por quinta vez en unas semifinales europeas. Se verá con el Arsenal con ganas de revancha por el palo de 2006.
El Villarreal hizo bueno el 0-1 de la ida y, aunque el Dinamo estuvo más respondón que en su estadio, sufrió lo justo en la vuelta. En el primer tiempo sentenció por una ambición desbordante. Es lo que tiene jugar con Gerard como abanderado y rodearlo de titulares, algo que no pudo llevarse a cabo en la última jornada de Liga (derrota ante Osasuna) debido a que el calendario empieza a pasar factura. La defensa volvió a mostrar un nivel excelente, con Foyth de apagafuegos, con Albiol y Pau como estable pareja de hecho y con Pedraza recorriendo los cien metros lisos sin descanso. El regreso de Trigueros dio otra alegría al juego. Y el de Chukwueze, más desborde y pegada. Sus zurdazos en el 25’ y 76' casi tiran los palos de Livakovic.
Lo de Alcácer fue algo sorprendente por su sequía y por el estado de forma de Bacca, pero los grandes jugadores han de estar en las grandes citas. Y Paco ha vuelto en el momento decisivo. Siempre está donde debe. El delantero amplió la renta en el 36’ al empujar un servicio de Chukwueze que nació, cómo no, en la cabeza de Gerard. Su pase resume a la perfección lo que es y por lo que alguno medita pagar: un diez mayúsculo. El internacional no tuvo suficiente, así que aprovechó una galopada de Albiol en un escarceo al área rival para convertir un rechace en una preciosidad (43'). Con el 3-0 global, el Submarino se gustó e hizo disfrutar sin bajar los brazos. Pudo golear. La segunda mitad, con lo que se viene en estos trepidantes cuarenta días, sirvió para ir pensando como hincarle el diente al todopoderoso Arsenal. Por eso concedió un golazo de Orsic. Una simple anécdota. Lo crucial y lo más bonito del fútbol es que a menudo permite una segunda oportunidad. Y aunque sea desde casa, bendito pueblo de Vila-real y fieles de este equipo, disfruten. Gerard es muy cabezón y se ha empeñado en aliviar el eterno sufrimiento del gran ídolo Juan Román.