"Es tu culpa, Muñeco"

Juan Cortese
TyC
El resumen en las caras una vez que finalizó el partido en el Maracaná fue el reflejo de lo que sintió River empezada la Copa Libertadores. Brazos en jarra y rostros que miraban hacia el césped contrastando con la satisfacción de un rival que consiguió bastante más de lo que imaginó en la previa.

Otra vez los partidos que este equipo no cierra pese a dominarlo en gran parte lo sufre en pocos errores defensivos que tiene. De todos modos algunos datos de la estadística que dejó el debut explican en buena parte el resultado final. Hay días en donde la sola posesión de la pelota no alcanza y el 66% de River no fue todo lo efectivo que necesita un equipo para tener el control total. De hecho, Fluminense teniendo bastante menos la pelota pateó más del doble (14 vs 6) y tres veces más al arco (5 contra 2).

Además de tener apenas dos asistencias en De La Cruz en 639 toques, la efectividad del ecuatoriano Casares lo superó en poco más de media hora de juego (3 en 32 minutos). Conclusión: poseer no es dominar. La conformación del equipo con Casco jugando de interior hizo que Enzo Pérez tuviese que retrasarse por demás y el cambio de esquema esta vez se redimió sólo cumpliendo el objetivo en controlar al joven Kaiki, que venía como la figura del equipo rival y terminó su partido sin pena ni gloria. Pero en cuanto al juego del equipo, lo hizo empeorar en pasarse la pelota con peligro y los números antes expresados así lo ratifican.

Faltó peligro, sobraron pases. Quizás la sensación es que fueron dos perdidos, probablemente las caras ni bien terminó el partido lo expresaban de ese modo, pero ya con un tanto más de frialdad habrá que repasar que River hoy se enamoró de la pelota y no la soltó lo suficiente para patear al arco. Apenas Montiel, Borré y el ingresado Girotti cumplieron en ese objetivo, primordial para ganar todos los partidos pero escaso para ser superior en este.

Ya lo dijo Gallardo ni bien terminó el partido: "Entiendo la frustración pero no nos olvidemos que venimos de empatar y controlarle el juego a un grande de Brasil en el mítico Maracaná". Y tal vez tenga razón. Pero esto lo generó el mismo y este grupo de futbolistas que en cada cancha se ocupa de ratificar su favoritismo minimizando a la gran mayoría de los rivales.

Es tu culpa, Muñeco, por hacerle creer al fútbol que River no puede siquiera empatar. Esta vez no logro concretar en agresividad lo que vimos desde su postura. Puede pasar. Puede fallar. Y puede ser un nuevo ejemplo de que el equipo más temido del Continente aprenda a masticar frustración por un empate en una cancha donde no muchos se animarán a sacar puntos. 

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