Carlos Volante, la increíble historia del hombre que le dio su nombre a un puesto
Fue un aguerrido mediocampista que debutó en Lanús y alcanzó a jugar en la selección argentina, Boca y el fútbol europeo, pero su gran aporte sería en Brasil. Ídolo del Flamengo, un DT le pidió a uno de sus jugadores “juegue como Volante”, y el nombre quedó. Su biografía se cruza en el tiempo con Garrincha, Pelé y el propio Diego.
-Portella llegó a la cancha de Lanús y preguntó por alguien que conociera a Carlos Volante -reconstruye Calvente-. Como yo había escrito varias veces del hermano, José Volante, uno de mis tíos-abuelos, le pasaron mi contacto. Lo curioso es que en Lanús el famoso es José, que fue futbolista, entrenador y presidente del club, y de Carlos ni siquiera en mi familia sabíamos mucho. Había hecho casi toda su carrera en el extranjero y yo solo lo vi una vez, a comienzos de los 70, cuando él ya vivía en Italia y vino a pasar las fiestas de fin de año. También desconocía que los brasileños empezaron a usar el término ‘volante’ por él: me enteré cuando me lo dijo el periodista brasileño. Entonces escribí la nota.
Una simple lectura en Wikipedia en portugués -porque Carlos Volante todavía no tiene entrada en español- confirma esa versión: “Como jugaba en el medio del campo, se popularizó la palabra ‘Volante’ para definir su puesto, una expresión que se usa hasta hoy en todo Brasil para jugadores que actúan en la misma posición”. Pero una búsqueda periodística puede empezar por Google pero nunca debe terminar en la web, y el artículo de Calvente finalmente llegó al Centro de Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), el organismo que reconstruye y divulga el pasado de nuestros clubes, torneos y jugadores.
Unos de sus miembros, Felipe Soutinho, radicado en Brasil, les escribió a sus colegas del CIHF en agosto de 2019: “Según una fuente brasileña que me merece respeto, parece que la historia de Volante -que era un número 5 al viejo estilo, más defensivo que otra cosa- es cierta. El técnico de Flamengo que empezó usar esa terminología sería Flávio Costa, que después dirigiría a Brasil en el Mundial 1950. El jugador al que le pidió que jugara ‘de volante’ sería Modesto Bría, un paraguayo que llegó a Flamengo en 1943 justamente para reemplazar al argentino, ya veterano. Más que definirle una función técnica, Flavio quería decirle a Bría que jugara con la garra de Volante, que se entregase totalmente, algo muy característico en aquellos jugadores argentinos y que entonces les faltaba a los brasileños. El término ‘volante’ se impuso por la popularidad de Flamengo y porque Costa era el técnico de mayor prestigio hasta el Maracanazo, cuando cayó en desgracia. Años más tarde, en los años 60, quien habría traído el término a Argentina sería el brasileño Osvaldo Brandão, que dirigió a Independiente en 1961 (después de haber entrenado, entre 1945 y 1960, a Corinthians, Palmeiras, Santos y la selección de Brasil)”.
Otro especialista del CIHF, Sergio Pittis, agregó al informe de Soutinho: “Yo conozco la historia un poco distinta. Es cierto que se empezó a utilizar ‘jugá como Volante’ en referencia al estilo de ese jugador argentino, pero fue una expresión que surgió en la prensa, no de un técnico de Flamengo”. El intercambio entre los historiadores, más el recuerdo de Santana al colega brasileño -y varios artículos publicados en Brasil, en especial en los últimos meses-, son categóricos: haya surgido de un entrenador o del periodismo brasileño, o haya sido para pedir la entrega de Carlos Martín Volante o su ubicación en el campo de juego, la definición de volante a los mediocampistas nació a partir de un argentino ignoto. Una simple averiguación por España, Perú, Colombia y demás países hispanohablantes confirma que, lejos de ser una palabra argentina o brasileña, es una expresión que rompió fronteras y se utiliza en estadios, tribunas y cabinas de prensa de Iberoamérica.
Santana, el técnico de Flamengo que en 2012 recordó a Volante antes de una visita a la Fortaleza, tenía razón en el lugar de origen del futbolista que se convirtió en nombre de posición. Hijo de emigrantes italianos, Volante nació en Lanús el 11 de noviembre de 1905 y comenzó a jugar en Primera División también para el Granate - seis partidos entre 1924 y 1926-, hasta que su primer pase a General San Martín, un club del amateurismo ubicado en el partido homónimo del Gran Buenos Aires, abrió la otra gran característica de su carrera, una eterna peregrinación de club a club, como si fuese un futbolista-itinerante (y luego un entrenador-itinerante). Su gran equipo como futbolista en Argentina sería Platense, para el que jugaría 97 partidos entre 1927 y 1930. En el medio, en enero de 1928 actuó de prestado un amistoso para Boca y al año siguiente, en junio de 1929, debutó en la selección durante un empate 1-1 ante Uruguay, en Montevideo. En mayo de 1930 llegaría al Everest de los deportistas de aquella época, la tapa de El Gráfico: “Carlos Volante, el incansable y valioso centre half de Platense, team que encabeza el campeonato”.
El club de Saavedra finalmente quedaría lejos del título pero el 3 de agosto de 1930, o sea tres días después de la final del primer Mundial, Volante sumaría su segunda y última presentación con la camiseta de Argentina, un triunfo 3-1 en la vieja cancha de River, en Palermo, contra una Yugoslavia que, tras haber perdido en semifinales de Uruguay 1930, estaba de visita en la otra orilla del Río de la Plata. A finales de 1930, Volante se sumó transitoriamente a Vélez para una extensa gira por América que terminaría en abril de 1931. En simultáneo, Gimnasia también viajaba, pero por Europa, y tras un partido contra Napoli, los dirigentes italianos intentaron contratar a José María Minella, el mediocampista central del equipo platense -y futuro jugador y técnico de River-. Como el jugador de Gimnasia les dijo que no, las autoridades de Napoli le pidieron que al menos les recomendara un jugador similar. Allí Minella mencionó a Volante, que estaba de paso por Chile, con la gira de Vélez, cuando le llegó un telegrama de su familia.
“En mi casa surgió una gran discusión, ‘que te vas, que no te vas’ -recordaría Volante en 1946 para El Gráfico-, y entonces decidí pedir una tontería para que los dirigentes del Napoli me dijeran que no. Inesperadamente aceptaron, y así empezó mi historia en Europa”. Acaso para no perder forma, entre junio y agosto de 1931 jugó ocho partidos para Excursionistas, hasta que en la temporada 1931/32 se convertiría en el primer argentino en ponerse la camiseta del Napoli, el paso inicial de una historia que luego Maradona se encargaría de llevar a la eternidad. Volante no estuvo de paso por Europa: fue titular o protagonista en casi todos los equipos en los que jugó, Livorno en 1932-33, Torino en 1933-34, Stade Rennes (ya en Francia) en 1934/35, Olympique Lillois (un club que algunos años después, tras una fusión, formaría el Lille) de 1935 a 1937 y, cuando la Segunda Guerra Mundial ya se olía, de 1937 a 1938, en Athlétique de París.
“Mi tío abuelo se escapó de Italia porque Mussolini (Benito, el líder fascista) había convocado a las milicias a todos los hijos de italianos que vivieran en el país -retoma Calvente-. Carlos no quiso saber nada y, como se había casado con María Luisa, una chica de la aristocracia italiana, hija de un diplomático, aprovechó algunos contactos para fugarse del país. Pero en Francia se dio cuenta de que llegaba la guerra mundial y aprovechó el Mundial 38 para contactarse con el único país sudamericano que había viajado, Brasil. Quería volver a Argentina. En París había conocido a Oscar Alemán (formidable guitarrista argentino, especializado en jazz, que había vivido en Brasil), y le hizo contacto con la delegación”. No está claro el rol que Volante cumplió en la selección brasileña de Francia 38 -la mayoría de los textos sostienen que fue masajista-, pero sí que, al finalizar el Mundial, viajó a Brasil junto con los jugadores y firmó para Flamengo, club en el que cerraría su carrera entre 1939 y 1943.
Tras su retiro -y mientras Costa le pedía al paraguayo Bría que jugara como aquel argentino que había dejado su marca en 161 partidos para Flamengo-, Volante regresó a su patria chica, Lanús, para comenzar su trayectoria como entrenador. “Como dicen en Francia, siempre se vuelve al primer amor”, le dijo a El Gráfico. Dirigió al Granate durante 30 partidos entre 1945 y 1946 pero su mujer extrañaba Brasil, y allí regresaría. En el medio, Volante se confirmaba como el argentino más brasileño: en la Copa América de 1946, realizada en enero en Buenos Aires, volvió ser parte de la delegación verdeamarela, entonces como sparring, según detalla el sitio www.futebolportenho.com.br. Su primer club como director técnico al otro lado de la frontera fue Inter de Porto Alegre, al que se consagró bicampeón gaucho 1947-48. No perdió ninguno de los 12 clásicos que su equipo jugó contra Gremio y su nombre continúa en lo alto de Inter pero, poco después del bicampeonato, todavía en 1948, volvió a Río de Janeiro.
Una mención a Volante (sin el nombre, pero sí con la nacionalidad) aparece en “Estrella solitaria”, la formidable biografía que el escritor brasileño Ruy Castro trazó sobre Garrincha. Allí el argentino figura, ya en 1950, como parte del staff técnico de Vasco da Gama. El hombre de las piernas chuecas que sería considerado el mejor wing derecho de la historia todavía era un adolescente de 16 años que, sin ningún contacto con el fútbol grande, había llegado desde el interior de Río para probarse. “El encargado de los entrenamientos era Volante, un argentino -escribió Castro-. Al ver a Garrincha descalzo y de medias entre la multitud de chicos, le preguntó por qué no tenía botines. A Garrincha le había dado vergüenza presentarse con su calzado viejo y roto, y además pensó que en Vasco le prestarían botines, pero Volante lo despidió allí mismo: ‘Descalzo no se puede entrenar’. Garrincha diría más tarde que Volante había miraba sus piernas torcidas y lo había llamado ‘lisiado’ pero nadie, además de Garrincha, lo escuchó decir eso, y los que conocieron a Volante garantizan que sería incapaz de tal rudeza”.
En 1953 viajó al norte del país, a Salvador, para dirigir a Vitoria, al que consagró campeón bahiano después de 44 años -y volvió a repetir en 1955-. En 1959 se cruzó al otro gran equipo de la ciudad, Bahía, y le ganó al Santos de Pelé la primera edición de la Copa Brasil, el torneo que desde 1971 pasaría a llamarse Brasileirao. Volante fue llamado por Bahía solo para el último partido, el desempate en Río de Janeiro tras un triunfo de cada equipo en las finales de Salvador y Santos (ambas con Pelé). Aunque el nuevo fenómeno del fútbol mundial, campeón el año anterior en Suecia 58 con 17 años, no pudo jugar en el Maracaná, el triunfo 3-1 de Bahía, con Volante en el banco de suplentes, fue considerado una hazaña. Sesenta años más tarde, el bonaerense sería recordado por los medios brasileños porque, hasta que el portugués Jorge Jesús dirigió al Flamengo campeón del Brasileirao 2019, el argentino todavía el único entrenador extranjero en haber ganado un campeonato nacional, aquel título con Bahía.
Al año siguiente, en 1960, Volante dirigió al Bahía en sus dos cruces contra San Lorenzo, por la primera edición de la Copa Libertadores. Su carrera en el fútbol estaba terminando y volvió a vivir en Italia, hasta que murió en Milan, a sus 76 años, el 9 de octubre de 1987. “Es una historia increíble, la contamos y muchos no nos creen”, dice desde Salta una de sus bisnietas, Gabriela Volante, heredera del apellido más desconocido pero más utilizado en el fútbol.