Un académico asegura que un pergamino perdido y descartado por falso es en realidad el texto bíblico más antiguo de la historia: podría haber pertenecido a Moisés
Encontrado en 1883, fue descartado por los expertos de la época, lo que generó el suicidio de quien lo descubrió. Ahora, un estudio nuevo revela que podría tratarse de una parte original de uno de los libros del Pentateuco
Ese manuscrito fue descubierto originalmente por el comerciante de antigüedades de Jerusalén Moses Willhelm Shapira, quien dijo que halló 15 fragmentos similares en una cueva cerca del Mar Muerto.
La escritura paleohebrea de las piezas del manuscrito era casi ilegible, ya que habían sido ennegrecidas con una sustancia similar a la brea, pero Shapira afirmó que eran el libro “original” de Deuteronomio, tal vez incluso la copia del mismo Moisés.
Shapira ofreció las piezas al Museo Británico por 1 millón de libras esterlinas de la época (que hoy equivaldrían a unos 120 millones de dólares). Sin embargo, los expertos que las analizaron las declararon falsas, después de lo cual fueron rematadas por una cifra mucho menor. A partir de allí se perdió su rastro.
Sin embargo, en un nuevo libro, el académico israelí-estadounidense Idan Dershowitz afirma tener evidencia de archivo, lingüística y literaria que prueba que el manuscrito es real.
Tras estudiar el texto -a partir de las transcripciones y dibujos originales del siglo XIX- Dershowitz afirma que las piezas se remontan a la época del Primer Templo de Jerusalén - que data del 957 a. C y fue destruído por los babilonios aproximadamente 400 años después-, lo que las convierte en los artefactos bíblicos más antiguos jamás descubiertos.
Cuando Shapira anunció por primera vez su descubrimiento, la erudición bíblica era un campo relativamente nuevo de investigación académica. Apenas estaba siendo aceptado, por ejemplo, el concepto de que los primeros cinco libros de la Biblia no fueron todos escritos por Moisés.
Por eso, el siglo XIX estuvo plagado de falsificaciones bíblicas provenientes de Jerusalén y de otros lugares debido a la demanda de piezas.
Shapira ya había vendido unas 260 piezas “genuinas” de manuscritos hebreos al Museo Británico cuando anunció los fragmentos de Deuteronomio en 1883.
El museo exhibió dos piezas al público, y los visitantes, incluido el entonces primer ministro William Gladstone, acudieron en masa para ver los textos bíblicos antiguos.
Sin embargo, la emoción duró poco, ya que el arqueólogo francés y “némesis” de Shapira, Charles Simon Clermont-Ganneau, visitó el museo para ver los fragmentos en exhibición y rápidamente los declaró falsos.
Los expertos del museo estaban estudiando las piezas restantes y poco después de que Clermont-Ganneau diera su veredicto condenatorio, se pronunciaron en el mismo sentido.
Sin embargo, la cuestión de su autenticidad ha permanecido como una incógnita dada su rápida desaparición. Tras el incidente, la reputación de Shapira quedó por el piso. El hombre dejó Londres y seis meses después se suicidó.
Ahora Dershowitz, académico de la ciudad alemana de Potsdam, busca probar que las piezas eran reales. Si está en lo cierto, el manuscrito se convertiría en una “ventana sin precedentes” al origen y evolución de la Biblia, ya que dataría de los primeros días de la obra.
Dershowitz dijo que el rechazo de los manuscritos hace 140 años fue una “tragedia”, tanto para Shapira como para “toda la existencia de la disciplina de los estudios bíblicos”.
En declaraciones al New York Times, Dershowitz dijo: “Es asombroso que durante casi toda la existencia de la disciplina de los estudios bíblicos este texto no haya sido parte de la conversación”.
Dershowitz llama a los fragmentos de Shapira la “despedida de Moisés”. Según Shimon Gesudheit, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, el texto puede ser más antiguo que Deuteronomio -un precursor del libro- ya que no contiene las leyes divinas y sería “difícil creer que alguien las borre” en una reproducción de ese texto, o en una versión posterior.
Incluso los diez mandamientos, como se muestra en la versión de Shapira, son diferentes: están declarados en primera persona, como los pronunciara Dios, en lugar de en tercera.
Entre las cuiriosidades del manuscrito está un undécimo mandamiento: “No odiarás a tu hermano en tu corazón: yo soy Dios, tu Dios”.
Dershowitz dijo que no sentía que fuera posible que las obras fueran una falsificación, ya que era algo que no podría ser posible durante ese período de tiempo, y que muchas falsificaciones tenían demasiadas características que se alineaban con los descubrimientos posteriores sobre la evolución de la Biblia.
Estos descubrimientos no se hicieron, ni siquiera teorizaron, hasta décadas después con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en 1947.
Dershowitz viajó por el mundo investigando la autenticidad del pergamino, incluida la lectura de los manuscritos de Shapira en Berlín. También descubrió hojas escritas a mano que mostraban que Shapira había intentado descifrar los fragmentos. “Es asombroso porque te da una ventana a su mente”, dijo Dershowitz.
“Si los falsificó o fue parte de una conspiración, no tiene sentido que esté sentado allí tratando de adivinar cuál es el texto y cometiendo errores mientras lo hace”, concluyó.