Leo Messi llega a París en plena armonía con el Barcelona
A día de hoy, Messi aparenta plena armonía con el Barça. Su abrazo con Koeman después de la remontada contra el Sevilla tuvo un enorme valor simbólico, casi el mismo que su aparición por las mesas electorales del Camp Nou, de la mano de su hijo Thiago. La elección de Laporta ha sido la guinda perfecta para que la afición piense que su continuidad es posible. "Quiere al Barça, tenemos que animarle para que siga", arengó Laporta a la afición en su discurso de ganador el domingo por la noche. En París, no obstante, todavía quieren verlo en el PSG la próxima temporada. Según L'Equipe, el factor Neymar puede pesar en la decisión del argentino. Claro que también Messi pidió al brasileño que no se marchase en 2017 y este hizo oídos sordos.
Es fácil adivinar que después de la carrera electoral, el Barçagate y la elección de Laporta, la renovación de Messi se convertirá en el culebrón del próximo mes en Barcelona, especialmente si se advierte que en dos semanas hay un parón liguero. Pero Messi está a otra cosa. Una temporada que amenazaba ruina se ha enderezado hasta el punto de que tiene a un partido su título 35 con el Barça (final de Copa ante el Athletic en La Cartuja) y su undécima Liga aún es posible (quedaría a una de las doce de Gento). Messi camina, además, hacia su octavo trofeo de máximo goleador de LaLiga. Ya dejó atrás a Zarra (6). Y si es capaz de ganar la Copa, igualará a Piru Gainza con siete títulos. Messi anunció en Navidad que esperará a final de temporada para tomar una decisión. El crack deberá manejar bien los tiempos de su anuncio y de su discurso para que no altere el bienestar del vestuario, una de las claves del buen momento del Barça. Y seguro que está en ello. Porque si algo le gusta al argentino, es ganar.